Mi casa

Mi casa
© Héctor Garrido

lunes, 29 de diciembre de 2014

ARAÑAS CARNÍVORAS

Ahora todos tenemos una vida más larga. En Cuba, como promedio, los hombres llegan a 75 años y las mujeres a 78. Es una tendencia mundial. El problema viene, supongo, al rebasar los 80. Ya el cuerpo y el espíritu están muy machacados a esa edad. Y a veces suceden cosas terribles. Acabo de leer que aquella sueca fabulosa de La dolce vita, Anita Ekberg, vivía en las afueras de Roma en una casa a punto de venirse abajo. Ella, sin recursos, fue declarada en estado de indigencia e internada desde 2011 en un asilo de ancianos. Natural de Malmo, Suecia, quedó finalista en 1951  en el concurso Miss Universo. Participó en algunas películas hasta caracterizar a la liberal Sylvia, en La dolce vita, de Fellini, película que más que un clásico es todo un mito del cine. Su escena nocturna en la Fontana de Trevi es uno de los iconos visuales del siglo XX. Ahora la sueca acaba de cumplir 83 años, en un asilo. Nunca llegó a ser una actriz de primera línea. Vieja, pobre, fea y perdedora. No encontrarán su historia en ninguna revista. Sólo los triunfadores salen en las revistas, sonrientes. Gay Talesse siempre repite ese axioma. Y es cierto.
Un caso muy diferente el de Henry Miller. En los últimos años de su vida escribió 1500 cartas de amor y erotismo a una señora avispada y lista llamada Brenda Venus. Una de esas jóvenes escaladoras que persiguen a los viejos famosos, les mandan fotos de ellas desnudas. Si el anciano prefiere el vello púbico, usan una peluca. Hacen lo que sea hasta volver loco al anciano en cuestión para utilizarlo a su antojo. Este tipo de personajillos siempre cuentan con un punto débil del artista: el ego desmesurado. Esos son víctimas fáciles. Si son más humildes y serenos y no se creen Supermán es difícil que caigan en las redes de estas arañas carnívoras.
El libro con esas cartas lo tengo aquí: Querida Brenda. Las cartas de amor de Henry Miller a Brenda Venus. Seix Barral, Barcelona, 1986. La primera carta de HM es de 9 de junio 1976 y la última de 29 de septiembre 1980. Él tenía 89 años y falleció poco después, ese mismo año.
Esta buena señora lo hace quedar en ridículo publicando los ataquillos de celos y las ingenuidades de un pobre anciano inválido pero perdidamente enamorado de una mujer joven e implacable en sus propósitos. Por suerte para el lector, en medio de continuos lamentos por erecciones imposibles, sueños eróticos, caidas casi mortales en el baño, insomnios, estreñimiento y otros lamentos sobre achaques propios de la edad, HM intercala algunas perlas que alientan a seguir leyendo, como esta nota en respuesta a una petición de Brenda que quiere aprender a escribir. HM responde: "Me temo que nadie puede ayudar, excepto uno mismo. Lo primero de todo es aprender a leer correctamente... El arte es algo cotidiano. Es una forma de mirar la vida, la gente, las circunstancias. Ver lo mismo que todos, pero más. Ver lo que tú mismo pones". Según se desprende claramente de algunas cartas, la señora Venus lo que más anhelaba no era darle besitos a un viejo de 89  años, convertido en una ruina total, sino obtener los derechos de dos de sus libros para producir dos películas. Utilizó todas las conexiones de HM, desde Francois Truffaut en adelante. Creo que no pudo hacer nada porque HM murió antes de que ella lograra sus propósitos.
De todos modos, ese romance tardío de HM no es excepcional. Conozco muchos casos en Centro Habana de señoras ya muy ancianas perdidamente enamoradas de jovencitos que las explotan sin compasión. Así que no pasa nada. El mundo para que sea mundo debe tener de todo, decía mi abuela.

lunes, 22 de diciembre de 2014

MORGUE

De vez en cuando encuentro entre mis libros un pequeño folleto escalofriante, de 25 páginas, que dejo por aquí y por allá con la esperanza de que se pierda  definitivamente. Pero siempre reaparece con insistencia. A veces pienso que lo regalé y ya no lo veré más. Pero no. Siempre resurge. Se trata de Morgue, poemas de Gottfried Benn (1886-1965). Es un pequeño poemario que se publicó en Berlín en 1912 y causó un escándalo violento. El poeta tenía apenas 26 años y era médico de necropsias en una morgue. La edición de 500 ejemplares se agotó en una semana y fue prohibida y confiscada en 1916. Son apenas nueve poemas y muy pocos los han leído. Muy pocos conocen su existencia. Aunque supongo que ahora a través de internet será fácil leerlo completo. Son textos brutales que describen detalles minuciosos y repelentes de las autopsias o necropsias en una morgue. Copio uno a continuación:
                 HERMOSA  JUVENTUD
La boca de una niña que había estado mucho tiempo entre los juncos parecía tan carcomida.
Cuando le quebraron el pecho, el esófago estaba tan agujereado.
Por fin, en una pérgola bajo el diafragma
hallaron un nido de pequeñas ratas.
Una hermanita yacía muerta.
Las otras se alimentaban del hígado y del riñón,
bebían la sangre fría y pasaron aquí
una hermosa juventud.
Y hermosa y rápida las sorprendió la muerte:
a todas las lanzaron al agua.
!Ay, cómo chillaban los pequeños hocicos!
----------
En mi opinión son repelentes y morbosos y el autor tenía un punto de locura. Pero eso está muy bien. Ya sabemos que el arte sin locura no acaba de cuajar. Esa locura es la que hace saltar los condicionamientos sociales, hablar de lo inconfesable y alumbrar las zonas más oscuras y sucias del ser humano. Proceso que -pienso- es lo mejor que podemos encontrar en el arte y no en otro lugar. Hace muchos años mi amiga Marilyn Bobes, poeta y novelista cubana muy interesante, me regaló este folleto. Lo encontraba monstruoso y quería salir de él. La edición se debe a Editorial Pequeña Venecia, Caracas, 1991. Supongo que esa casa ya no existe. Tiene un erudito y breve prólogo debido a Verónica Jaffé, que además es la traductora.
Jaffé considera de un modo tajante: "...fue sobre todo esta Morgue la que representó para el naciente expresionismo alemán el salto definitivo hacia la modernidad. La destrucción y recombinación de los elementos líricos, la relación de lo horrible y lo bello, lo maligno y lo sublime y el rechazo visceral a la visión burguesa y tradicional del mundo, hicieron del poemario de Benn uno de los libros más importantes de la poesía alemana del siglo XX".
Y agrega: "El médico Benn, consciente de la vacuidad de todo ideal, logra con la destrucción del lenguaje poético niveles más profundos de comprensión... De la distancia existente entre el dolor real y el sueño ideal surge el presentimiento de una condición humana que trasciende las convenciones culturales aceptadas".
No creo que el médico-poeta tuviera estas maravillosas intenciones que vislumbra la ensayista, pero toda obra de arte se independiza y trasciende a su autor. Así que es casi seguro que la señora Jaffé tenga razón. Otro poema:
                           PEQUEÑO  ASTER
El cadáver del conductor
de un camión de cerveza
fue alzado sobre la camilla.
Alguien le había colocado entre los dientes
una pequeña flor
oscura-clara-lila.
Cuando le saqué el paladar y la lengua
desde el pecho
con un largo cuchillo
debajo de la piel
he debido rozarla
porque la flor se deslizó
hacia el cerebro vecino.
La guardé en el tórax
entre el aserrín
cuando lo cosían.
!Bebe hasta la saciedad en tu florero!
!Descansa en paz,
pequeño aster!

lunes, 15 de diciembre de 2014

ESCRIBIR A MANO

Hace poco murió Alistair MacLeod, uno de los pocos que quedamos en el mundo que escribimos a mano. Cada vez somos menos. Escribir a mano es toda una filosofía ante el hecho de escribir. Un texto escrito a mano, después pasado a máquina, y finalmente en computadora, funciona de un modo muy diferente que si desde el primer momento se escribe directo en el PC. Es así. Una realidad objetiva con un perfume poético.
Alistair MacLeod nació en Saskatchewan, Canadá, el 20 de julio 1936 y murió el 20 de abril 2014. Descendiente de escoceses emigrados a Canadá, vivió desde niño en la agreste zona de Cabo Bretón y se costeó sus estudios universitarios con trabajos rudos: minero, leñador, pescador, etc. En sus 77 años de vida escribió muy poco. Unos 20 relatos repartidos en tres libros y una novela que retuvo durante años, indeciso, hasta que el editor se la quitó de las manos y la publicó.
Era un tipo raro. Con la terquedad de los campesinos. Daba sus clases en una universidad y durante el verano se refugiaba para escribir en una cabaña perdida en los montes de Nueva Escocia. Así y todo los estudiosos lo ponen al mismo nivel de Alice Munro, Margaret Atwood y Michael Ondatjee, escritores canadienses de primera línea. Sólo que MacLeod se reservaba y era casi desconocido para el público.
Como sabemos la literatura funciona por zonas, por regiones. Cada cuerpo literario es un gran universo que se desarrolla lentamente y se enriquece con cada nueva generación de escritores. Y de ese modo se construye una memoria. Yo acabo de leer el librito de viajes de Samuel Johnson sobre las islas escocesas occidentales, escrito hace 240 años. Termino. Lo pongo en su sitio y entonces cae en mis manos Isla: todos los cuentos. (RBA, Barcelona, 2011), de Alistair MacLeod, que es un descendiente directo de aquellos campesinos aislados, tozudos, rudos y más bien pobres y mal alimentados de los que Johnson habla en su libro. Así que estos relatos excelentes de MacLeod mantienen los mismos temas y el mismo contexto. Una continuación del asunto. ¿Casualidad? ¿Telepatía? No sé. Da igual. Lo que me importa mucho es que MacLeod es de esos escritores en vías de extinción que escribían sin prisas, a mano, sintiendo el ritmo de las frases, el ritmo de las palabras. Y que sólo escribía de lo que conocía profundamente: la vida de él mismo, de su familia y de su gente.
Eso está bien. Así concibo la escritura. Me gusta escribir despacio, a mano, con largos periodos de silencio que sirven para decantar y sedimentar las experiencias. Ahora por ejemplo, lo comentaba en este blog en una nota anterior, estoy escribiendo poemas. Despacio. A mano. Los dejo por ahí unos días, los olvido, los reescribo una y otra vez hasta que al fin los paso a máquina. Tengo una vieja Underwood que, bien engrasada, funciona perfectamente. Sólo eso exige: unas gotas de aceite lubricante. Y así voy. Quizás en una vida anterior fui un monje japonés calígrafo y escritor de haikús.

LA PEQUEÑA VÍBORA

Yo era un joven y desconocido escritor cubano. Apenas con 34 años, en 1984. Visitaba por primera vez Ciudad de México. Me habían invitado a una Bienal Internacional de Poesía Visual y Experimental. Aproveché para llamar al Maestro. Quería conocerlo. Un escritor excelente, muy conocido, al que -por un respeto elemental- llamaré X. Pues bien, X con toda la generosidad del mundo me invitó a comer en su casa. Una deferencia que agradecí. Me dio la dirección y me pidió que llegara sobre la una de la tarde para tener tiempo de charlar antes de comer. Llegué puntual. Llevaba algunos de mis cuentos para entregarle. Él, si le gustaban, podría publicarlos en una revista literaria con buena distribución en toda América Latina.
La casita era deliciosa. Pequeña, graciosa, crecía hacia arriba en tres pisos ya que el terreno era pequeño. Nos instalamos en su pequeño estudio y brindamos  sin ahorrar el tequila mientras hablamos de nuestros gustos y preferencias literarias. Él tiraba hacia Proust. Y yo hacia Kafka. Todo fluía muy bien. Había buena química entre nosotros, muy relajados, como si fuéramos viejos amigos. Entonces asomó por la puerta su esposa para invitarnos a pasar al comedor. Para mi asombro era una mujer de mi edad o más joven aún. El Maestro X tenía ya 70 y pico largos y bien machacados. Su esposa estaba vestida y maquillada un punto por encima de lo conveniente, para no decir que parecía una puta porque sería demasiado grosero. Juro que no la miré con codicia ni lujuria. Siempre he sabido contenerme y me pongo tapones en los oídos cuando las sirenas asoman en las escolleras. Pero algo sucedió. No sé. El Maestro cambió su actitud. Yo sentí cómo las vibraciones entre nosotros crujían y saltaban chispas. Me concentré en la comida. En elogiar. En mirar sólo hacia el  Maestro e ignorar a la buena señora. Era bonita, morena, pechugona, culona, con una boca gruesa, húmeda,  con una sonrisa leve y capciosa. ¿Un objeto sexual? Sí. Definitivamente. Un delicioso objeto sexual muy muy apetecible. Y nada más. Y el Maestro era, con todo su derecho, un viejo pervertido y vicioso enredado con la mujer equivocada.
Todo se precipitó en medio de tensión y silencio. La comida terminó rápidamente, cosa inusual en México donde se disfruta tanto con cada nuevo y sorprendente platillo. Según Carpentier las únicas cocinas del mundo que merecen conocerse son la china, la francesa, la española y la mexicana. Lo demás no cuenta. Pero yo me sentía tan fuera de lugar, tan atravesao donde no debía estar, y era tan visible el berrinche que sufría el Maestro, que en cuanto terminamos el café violé las normas más elementales de cortesía, y dije: "Bueno, creo que me retiro". El Maestro suspiró profundo: "Pues muy bien, sí".
Y me fui. Jamás supe de ellos. Ni se publicaron los cuentos, por supuesto. Años después me enteré que el Maestro había muerto.  Supongo que hasta el último minuto tuvo a su lado a aquella pequeña víbora. manzana de la discordia, que le hacía sufrir y sentirse como un viejo incapaz de satisfacerla a plenitud. Cada vez que recuerdo aquel episodio me prometo no ser nunca un viejo verde y ridículo. Sólo que no sé a qué edad uno comienza a acercarse a ese peligro. ¿Alguien sabe?

martes, 9 de diciembre de 2014

LA NOVELA IMPOSIBLE

Estoy releyendo El nuevo periodismo, el libro que Tom Wolfe preparó en 1973. Con las ínfulas y el ego superinflado que padece desde que era un bebé recién nacido. Escribió un ensayo de 70 páginas, escogió algunas buenas crónicas publicadas en los ´60 en la prensa de USA y con todo eso armó un libro. Con su afilado sentido comercial afirmó que estos textos periodísticos están dirigidos  "a provocar pánico, a destronar a la novela como número uno de los géneros literarios". Y seguía su provocación ampliando el escándalo (sabe que si no hay escándalo no hay ventas, él es un producto típico de Manhattan). Así que afirmó que Saul Bellow, John Updike, "incluso el mejor del lote, Philip Roth" están sudando, deprimidos y sin saber que hacer ahora.
Tom Wolfe siempre ha sido un descarado -al igual que su colega Gay Talese- como también lo fue Truman Capote en sus tiempos. A la hora de promocionarse y del autobombo no tienen límites. El dinero les nubla la vista. Y lo simpático es que siempre hay millones que les creen y corren a comprar sus libros con la tinta aún fresca de la imprenta. Ellos montan el show, en pocas semanas venden unos cuantos millones de copias en 10 ó 15 idiomas y hábilmente hacen mutis. Bajan del escenario arrastrando dos o tres maletas rebosantes de dólares. Y vuelven a aparecer unos años después, para montar otra parafernalia con otro tema que tenga buen gancho.  Y se cuidan como gallos finos. Tanto Tom como Gay, así que aunque muy viejitos, van  a durar unos años más. Me caen bien, son unos jodedores y se divierten a cuenta de los incautos.
Compré este libro en una mesa de libros usados, en medio de la calle, en Tijuana, en el verano de 1990. Me costó unos centavos. Editado por Anagrama en 1976. Yo vivía unas cuantas semanas, alucinado en Tijuana y en Mexicali-Calexico. Todos los días me iba a la frontera, a hablar con la gente que cruzaba por las noches. Al atardecer se formaban grupos espontáneos a lo largo de la cerca, que tenía muchos hoyos y era sólo un símbolo de border. Cuando caía la noche los grupos se disparaban a correr por el desierto. Varios kilómetros. En la oscuridad, para intentar llegar a San Diego, cuyas luces se veían a lo lejos. Había que correr 15 ó 20 kilómetros. No sé bien. Creo que nadie sabía. La policía de emigración de USA, la "Migra" capturaba a unos cuantos y los devolvían a México donde eran víctimas de la policía mexicana que, a golpes, les quitaba dinero y todo lo que tuvieran. La mayoría lograba pasar. Era un teatro. en realidad USA necesita a esa gente para tener mano de obra barata, muy barata, en sus campos de fresas y tomates. Con salarios ínfimos y condiciones de vida infrahumanas como esclavos del siglo XIX. Son unos hipócritas.
Esto fue en 1990. Han pasado 24 años y ahora hicieron cortinas de hierro en toda aquella zona pero la gente muy pobre de Centro América y todo México siguen pasando por los ríos o como pueden.
Yo tenía entonces 40 años y mucha energía. Al regresar a La Habana escribí ocho crónicas muy fuertes sobre todo aquello. Pero la revista semanal donde yo trabaja como periodista sólo publicó tres. No se atrevieron a más. Me dijeron que la embajada mexicana podía protestar.
No sé dónde se metieron aquellas crónicas. Creo que se perdieron. Eran muy fuertes y convincentes. Por dos razones: Yo tenía un material muy duro y caliente. Y el libro de Tom Wolfe, que lo estuve leyendo todo el tiempo, me inyectó adrenalina y ácido directo en la yugular. Así que escribí como un salvaje. Sin concesiones. Por eso en la revista me cortaron las alas.
Bueno, en fin, ya pasó. Y yo estoy aquí riéndome y encantado de la vida. Y pensando,  ya que hablamos de USA, que tengo una espinita clavada en el corazón y creo que nunca me la  podré quitar: escribir una buena novela bien dura con los cubanos que se han ido al exilio en Miami. Lo único duro que se ha escrito es Boarding Home, de Guillermo Rosales. Creo que en estos 55 años son más de dos millones los que de una u otra forma, se han ido al exilio. Se calcula que  son más de un millón sólo en Miami. He estado viviendo algunas semanas en Hialeah. Suficiente para comprender que ningún escritor de los que se han ido se atreve con el tema. Hablo de novela dura y a full, no de tonterías para viejitas católicas. Los pueden linchar si se atreven a manchar el nimbo del éxito. Nada de empañar el American Dream.
Y los que no hemos pasado por  esos tragos amargos del exilio tampoco podemos escribir porque no tenemos ni idea. Así que presiento que esa novela nunca se escribirá. A veces los emigrantes tienen que esperar a tres generaciones en el país que los recibe para que surjan nietos capaces de violentar lo que sus abuelos y padres veneraron en su momento. Así que nadie sabe. 

LAS MARICONAS MÁS FEAS DEL MUNDO

En Cuba es tradición celebrar a Santa Bárbara el 4 de diciembre. Es una de las santas más veneradas, junto con la Virgen de La Caridad del Cobre, San Lázaro y la Virgen de Regla. Cada una tiene su equivalente en la religión yoruba-cubana: Santa Bárbara sincretiza con Changó. La Caridad del Cobre con Ochún, San Lázaro con Babalú Ayé. Y La Virgen de Regla con Yemayá. También debemos mencionar a La Virgen de Las Mercedes que equivale a Obatalá. Ogún, por quien siento un amor especial, con San Pedro. Y Obatalá con Santa Teresita. Ese es al menos el Panteón Yoruba básico porque hay mucho más. Pero no sé por qué explico pedantemente todo esta antropología folklórica. 
En realidad quería hablar de algo más simple y simpático. Un tema gay. Y ya sabemos que gay traduce al español como alegre.
En la noche del miércoles 3 de diciembre me invitaron  a una fiesta en la víspera de Santa Bárbara. En una terraza al aire libre, frente al Malecón, bajo la luna llena y las estrellas, y con el fresco  casi invernal del norte. Una fiesta por todo lo alto, con mesas, sillas, camareros, barra libre, bufet suculento, y un escenario dispuesto para un elenco de transformistas gay. 
La primera vez que comprobé la poderosa seducción-ilusión de un transformista fue en diciembre de 1994. Un festival en el teatro América, en Centro Habana. GUNILA 94, en homenaje a un transformista que había fallecido por el sida unos meses antes. Quedé asombrado. Aquellos tipos tan feos salían primero al escenario. Toscos, gordos y barrigones, patilludos, en fin, recontrafeos. Entraban a sus camerinos y media hora después reaparecían  convertidos en bellísimas mujeres, e interpretaban dos o tres canciones. En realidad sólo doblan las canciones, interpretada siempre en back ground por una estrella real: Marilyn Monroe. Whitney Houston, Olga Tañón, Omara Portuondo, Elena Bourke, Juana Bacallao, Rocío Jurado, etc.
En aquella ocasión, hace ya 20 años, quedé tan deslumbrado con estos artistas que intenté hacer un reportaje con ellos y publicarlo en la revista semanal donde entonces yo ejercía de periodista. Ilusiones vanas e ingenuas de un romántico. Discusiones. Argumentos míos basándome en los primeros transformistas que existieron en el teatro de Grecia, Japón, Inglaterra. Nada. Las discusiones derivaron en  broncas acaloradas y no me permitieron escribir una sola letra sobre el tema. Los transformistas estaban en la extensa lista de temas tabú en la prensa cubana. Al igual que las jineteras, los suicidas, la droga, etc. Otra gota más de biter en mi copa.
Por supuesto, a los transformistas los machacaban. Pero entonces se pusieron de moda las "fiestas gay". Todas las noches se hacían en algún lugar diferente de La Habana. Los que estaban en el inside del ambiente gay se enteraban donde era la fiesta esa noche y allá iban. Así durante años. Medio escondidos, medio clandestinos, pero con alegría y desparpajo. Defendían su derecho a divertirse. Sólo eso. En la más famosa de esas fiestas estaba presente un famoso: Pedro Almodóvar, cuando llegó la policía y se llevó a todos. Al verse encerrado en un calabozo oscuro, atestado de locas, pero tantas que había que permanecer de pie, nadie podía ni sentarse en el piso, a las 4 de la mañana a Patty Diphusa le dio un ataque de histeria y claustrofobia. Unas horas después lo sacaron de allí. Se montó en el primer avión que salía hacia Europa y juró no regresar jamás a un país tan insensato.
En el interín también ha existido el apoyo decidido del Centro Nacional de Salud Sexual, dirigido por Mariela Castro. Y esto ha ayudado mucho, todo hay que decirlo. Ha contribuido decisivamente a rebajar el machismo exacerbado y los abusos de poder de los que mandan y deciden. En fin,  que ahora me sentí muy feliz viendo este show alegre y divertido de los transformistas habaneros. Parece que han ganado la pelea sobre el oscurantismo y el retraso incivilizado.
Por cierto, cuando salíamos de la terraza, a eso de las 3 de la mañana, comprobé una vez más que siguen siendo las mariconas más feas del mundo. ¿Casualidad? Creo que no. Debe haber algo en el subconsciente de ellos para burlarse de la Naturaleza: Hombres horriblemente feos versus las mujeres más lindas  y elegantes del mundo. La bella y la bestia. Dr. Jeckyll and Mr. Hyde.

lunes, 1 de diciembre de 2014

ESPACIOS DE LIBERTAD

¿Qué se puede esperar de un encuentro internacional de escritores? No es una feria de libros ni una reunión académica, sino un pequeño encuentro, cálido y amistoso, al que se invita a escritores  e investigadores para dialogar en breves conciliábulos de una hora o poco más. Acabo de participar en uno, organizado estupendamente por la Casa de Cultura de Monterrey, México, dirigida por María Belmonte y un pequeño equipo de trabajo.
En estos encuentros siempre hay personajes divertidos: alegres señoras libertinas que buscan diversión, otras muy serias y profesoras, intelectuales neuróticos y escurridizos, argentinos petulantes, jóvenes escritores desconocidos que quieren escuchar a sus ídolos y hacer un selfie con el autor para colgarlo enseguida en Facebook, jovencitas atrevidas, ingénuas y húmedas, que vehemente intentan acostarse con algún escritor erótico, para nada, sólo para aumentar su colección.
Y así. La fauna es variada, y el bosque inmenso. Se repite. No importa si el encuentro se produce en México o en Finlandia. Pero, más allá del folklore, los tequilas, las señoras calenturientas, y las fotos en Facebook, ¿qué queda? Creo que cada quien saca su propio beneficio. Por ejemplo puede ser útil para escritores jóvenes escuchar a escritores con oficio, que intentan en una charla breve traspasar algo de sus experiencias, acumuladas a lo largo de 30 o de 40 años de oficio. Entonces se pueden enterar de que aprender a escribir una novela medianamente buena puede llevarles 30 años de sus vidas. Y que los mejores y más caros cursos de escritura creativa no pueden hacer nada por ellos, porque el oficio de escritor se aprende pero no se puede enseñar. También pueden escuchar por primera vez  que si quieren ser escritores por la fama y el dinero tienen 99,9999999% de probabilidades de fracaso total, porque la literatura -o la escritura- es un arte misterioso e inexplicable y no un negocio como quien pone un carrito para vender hot dogs en la esquina. Así no funciona.
Estos pequeños encuentros proliferan alrededor del mundo. Es mucho más fácil y sencillo organizar una reunión de escritores e investigadores con una agenda abierta que un festival de cine o de música o una bienal de artes visuales. Nunca antes en la historia de la humanidad se había escrito, publicado y leído tanto como ahora. A pesar de los equipos digitales, internet, la TV global, y todo lo que ya sabemos que va en contra de la lectura de libros. Vivimos en un mundo marcado por el incremento continuo de la educación, la cultura y la espiritualidad. Aunque a veces los medios de comunicación nos confunden y nos hacen creer que vivimos en un mundo lleno de desastres y al borde de la quiebra, no es así. Es todo lo contrario. Hay mucho más de positivo que de negativo. 
Así que es lógico que una buena parte de la humanidad siga apostando por preservar e incrementar sus espacios para el ocio, la cultura, la lectura y la escritura. Es decir, para el pensamiento humanista. No todos dedicamos nuestras neuronas a la cibernética. En estos encuentros se comprueba que no es algo masivo como el fútbol, pero está muy bien que personas como María Belmonte y su equipo se esfuercen cada año en organizar y propiciar estos encuentros para la difusión de las ideas humanistas. En un ambiente de libertad total, de respeto al prójimo, sin imposiciones ni censuras ni coacciones. Humanismo es sinónimo de libertad de ideas y de pensamiento. Menos mal. Hay que agradecer.

viernes, 21 de noviembre de 2014

PUTAS MEXICANAS Y RITUALES

Estoy en Monterrey, México, en un Encuentro Internacional de Escritores. Hoy he amanecido cansado y un poco zombi porque ayer me dediqué a cumplir mis rituales cuando estoy en una ciudad mexicana. Son sencillos, consisten en visitar las zonas arqueológicas cercanas, el mercado de abastos más grande y algunos bares de putas. Bueno, más delicado suena decir bares de strip tease.  
Zonas arqueológicas no hay  cerca en esta zona norteña y  en el border con USA. El mercado es bellísimo, enorme y lo recorrí ayer al mediodía y de paso almorcé con un amigo de esta ciudad que me sirvió de cicerone y compré unas cobijas hermosas y a buen precio para llevar regalos a la Isla. Por cierto, me enteré que estos mercados tan extraordinarios cada vez pierden más espacio ante la avalancha de supermercados y cadenas de alimentos envasados. Están en peligro real de desaparecer totalmente. Y en relativamente poco tiempo. De noche aquella zona se convierte, me dicen, en un área de peligro. Una pena, pero todo desaparece así que  ya ni sé si lamentarme o dejar que fluya suave.
Y por la noche me dejé arrastrar por Miguel Angel Chavez, un escritor de Ciudad Juárez que está aquí  en el Encuentro. En 2005 le dio una embolia cerebral y tiene paralizado el lateral derecho, pero el tipo es duro y no se deja vencer. Según me cuenta siempre ha vivido entre putas y tiene todo un inventario personal de los diferentes tipos de putas que hay en cada zona de México. Tiene una teoría sobre los gustos de los machos, si más gordas o más delgadas, con tetas grandes o pequeñas. En fin, Miguel Angel es un caso.  Y me arrastró al  Obsession. Ya había averiguado que era lo mejorcito de aquí porque en los otros, más baratos, se pueden presentar problemas, reyertas de borrachos, mujeres demasiado ajadas y mayorcitas, en fin.  Yo comiendo verduras al vapor y haciendo una hora de gimnasio por las mañanas y aparece siempre un demonio que me devuelve a la normalidad.
Para el relax no estuvo mal. Unas 40 muchachas muy jóvenes, de entre 20 y 30 años. Todas muy delgadas, blancas-pálidas y sin tetas ni nalgas. La verdad es que a mí no me inspiran  lujuria ni nada. Sólo una tenía tremendas tetas y tremendo culo: silicona pura y dura. Creo que hasta en los labios le habían inyectado plásticos. ¡Horror! 
El show lo interrumpió en algún momento una señora muy gorda y cantó dos rancheras. Doménica La Mexicana. No canta mal. Interpretó muy bien La media vuelta, canción  que siempre me saca alguna lágrima cuando tengo unos tragos adentro: "Te vas cuando yo quiero que te vayas... porque yo soy tu dueño".
El DJ era muy bueno. Hablaba con una voz muy aguardentosa y no decía nada. Era como un poema sonoro. Hacía como que hablaba. Sólo pronunciaba más claro cuando anunciaba: "180 pesos cualquier chica, en los altos, producciones Obsession..." Muy cómico el tipo.
Quisimos arrastrar con nosotros a Guillermo Fadanelli, que ayer dijo cosas muy inteligentes sobre el oficio de escritor, pero se nos perdió del mapa y no lo encontramos. Ayer nos saludamos y creo que es muy tímido.
Lo otro bueno de la noche fue la historia de Miguel Angel Chávez sobre cómo conquistó en 1987 a la mujer que hoy es su esposa y con quien tiene una hija. Una hermosa historia de amor. Entonces me confesó  que jamás en su vida ha pagado una puta. "Yo tampoco", le dije. Y es cierto. El siempre ha vivido entre putas y yo viví de niño y joven a dos pasos del barrio de putas de Matanzas. Así que nada. Lo que nos gusta es seducir, enamorar. Pagar por sexo me parece una imbecilidad. Así, en frío, no puedo. Soy un romántico. Igual que Miguel Angel. De todos modos, ojalá nunca desaparezcan las putas y los bares de strip tease. Son muy relajantes.  Tan importantes como la arqueología precolombina y los mercados de abastos.

lunes, 10 de noviembre de 2014

NUEVOS POEMAS

En Cuba no hay otoño ni invierno. Desde fines de octubre refresca un poco, hay  días nublados y ventosos, días grises. En fin, el panorama cambia y uno se relaja después del agobiante calor que ha castigado duro desde  marzo o abril. Supongo que el cambio climático es mucho más violento en estas latitudes.
Ese pequeño respiro climático a partir de octubre hace que, imperceptiblemente se me relajen las neuronas y empiece a escribir poemas. Salen solos, sin gran esfuerzo. A veces me siento como un monje errático que flota. Una sensación extraña, inexplicable. Y se repite cada año por estos meses. Aquí les dejo uno. Quizás es sólo el borrador. Porque nunca sé cuándo  un poema está concluido. Creo que nadie lo sabe. Cualquier poema es infinito y nadie sabe dónde comienza y dónde termina.

              LEVES   PERTURBACIONES

A las cuatro de la tarde un pequeño terremoto estremeció a la ciudad. Arriba, en la azotea, cimbró todo. Una sensación inexplicable. Como si el mundo flotara en una balsa. No supe qué pasaba. Por la noche me enteré. Dieron la noticia cuatro horas después. Le restaron importancia. Repitió al día siguiente. Y al tercer día. Terremotos en La Habana, lo que nos faltaba, por si fuera poco, dijo mi vecina, asombrada  y controlando su pánico. Por las noches yo soñaba con gente corriendo y volvieron las pesadillas del tsunami de aguas negras, gigantesco, que arrasa con todo.  Lo observaba como siempre, detrás de un muro sólido, a mucha altura, invulnerable. Yo, tan sereno en medio de la desgracia. Sin miedo. Imperturbable. Después leía algunas páginas de El sobrino de Wittgeinstein. Por las tardes bebía cerveza con una puta de 44 años, extrañamente comedida y discreta. Es una negra menuda y aparenta tener sólo 30 años. Muy pedagógica. Le encanta explicarme todos los detalles de su oficio. Ya no me depilo, me dice.  Mis clientes son viejos italianos pervertidos que prefieren la pendejera  en el bollo, y los olores fuertes. Se excitan con eso. Después me habla de las clases de piano que da tres veces por semana a unas niñas en su barrio, pero pagan poco y tiene que prostituirse con los viejos pervertidos que además son tacaños y también pagan poco. Ella habla y habla mientras yo pago cervezas y tenemos unas tardes agradables. Creo que poco a poco me convierto yo también en un viejo solitario y pervertido. Después pienso que es un gesto. Místico. Y nada más.

lunes, 3 de noviembre de 2014

DOCTOR SAMUEL JOHNSON

Acabo de releer la edición en español de Viaje a las islas occidentales de Escocia, (1775) del doctor Samuel Johnson (1709-1784). Es una edición preciosa, forrada en tela de KRK, 2006, pequeña editorial de Oviedo, con un catálogo breve pero exquisito. Lo más probable es que esta editorial ya no exista o esté boqueando, asfixiada  bajo la prolongada crisis en España. El editor y traductor, Agustín Coletes, ha realizado un trabajo minuciosos y profundo. Algo absolutamente impensable en las editoriales comerciales.
El doctor Johnson es considerado en los medios académicos el segundo escritor británico más importante, después de Shakespeare. Sigue siendo un clásico, por ejemplo, su Vidas de los poetas (1781). Son 52 estudios sobre la vida y obra de una serie de poetas del siglo XVIII.
Todos sus libros siempre fueron atacados. Como sucede a todo el que brilla con luz propia. Escribió de un modo copioso y compulsivo pues había nacido en una familia pobre de provincias y necesitaba dinero, endeudado continuamente. Por ejemplo este Viaje a las islas... lo escribió en 20 días. Y se trata de unas 60 mil palabras.
A raíz de su publicación se acusó a Johnson de ser ´´un palurdo maleducado y lleno de rencor que ha insultado, despreciado y difamado´´ a los escoceses. Quien lea el libro comprende que ha sido escrito con agudeza y sinceridad, con un conocimiento profundo del contexto y hasta con la típica arrogancia del británico en tierras conquistadas. Johnson viaja por los desolados y pobres montes escoceses del siglo XVIII,  hace 240 años, y describe sin concesiones ni maquillajes todo lo que ve, la gente que conoce, los paisajes, las costumbres, la economía. Nada escapa a su interés. Es una época en que los británicos comienzan a cultivar el gusto por viajar, por conocer in situ los lugares de Europa que merecen la pena.
Era muy popular lo que se considera la primera guía de turismo, escrita por Thomas Nugent y publicada en Londres, 1749: El Gran Tour. Con la descripción exacta de la mayor parte de las ciudades, villas y ciudades de interés en Europa. De tal modo que el viaje por esas ciudades durante al menos un año era esencial en la educación de los jóvenes de clase media y alta.
Para comprender la vida y obra de este personaje llamado Samuel Johnson es imprescindible leer la biografía escrita por su amigo James Boswell: Vida de Samuel Johnson, publicada en 1791.
Lamentablemente es muy difícil conseguir en español estos libros, pero son míticos y deliciosos. Así que es natural que nos cueste conseguirlos. Por supuesto en una librería de viejo es casi imposible. Por internet mucho más fácil pero más insípido.

FANTASMAS DE SÁBATO

El calor es sofocante en La Habana en pleno noviembre. Por las tardes refresca un poco. Entonces me siento frente al mar, en silencio, para releer un libro de Ernesto Sábato: El escritor y sus fantasmas. Ya a estas alturas de la vida no me interesa releer Madame Bovary, por ejemplo, sino ir más a fondo y entender a Flaubert. Me sucede con muchos escritores que ya en su madurez intentaron explicar y sobre todo explicarse a sí mismos.
Sábato escribe en el prólogo, que data en 1961-1963: ''Este libro está constituido por variaciones de un solo tema, tema que me ha obsesionado desde que escribo: ¿Por qué, cómo y para qué se escriben ficciones?''
Y más adelante: ''...para mí, como para otros escritores de hoy, la literatura no es un pasatiempo ni una evasión, sino una forma -quizás la más completa y profunda- de examinar la condición humana''.
El libro tiene 208 notas o apartados. Casi todos breves, pero estupendos. Algunos brillantes. Durante los años que dediqué a prepararme para escribir Diálogo con mi sombra, sobre el oficio de escritor, estuve indagando  sobre este tipo de libros y de ese modo formé una buena colección. Desde P.D. James hasta Norman Mailer, Kundera, y varias decenas más. Todo el que escribe libros llega a un punto en que se hace las preguntas: ¿Por qué escribo?, ¿Cuáles son mis motivos?, ¿Cómo lo hago?, ¿Cómo son mis lectores? O al menos ¿Cómo es en promedio el lector que prefiere mis libros?
Son preguntas intrigantes. Uno intenta responder con la mayor lucidez posible, aunque lo cierto es que cada pregunta de ese tipo tiene millones de posibles respuestas. Y generalmente son respuestas poéticas. Muy alejadas de la precisión. Pero en definitiva me gustan esos libros generalmente pretenciosos, ingenuos y en ocasiones -Kundera- pedantes e insoportables.
Se supone que son libros que pueden interesar a un público reducido: profesores, investigadores, aspirantes a escritores. Pero no siempre es así. Con frecuencia me escriben lectores que acaban de leer mi Diálogo con mi sombra (para los interesados: sólo está disponible en papel y digital en  Amazon, no lo busquen en librerías). Por lo general quieren preguntar algo más, indagar en detalles. Y son lectores comunes y corrientes sin más pretensiones. Ese tipo de correspondencia extiende el libro, lo amplía. Todo escritor necesita el field back. En mi caso no lo necesito por razones pragmáticas, sino simplemente porque me hace ronronear como un gato al que acarician. Así que tan intelectual tampoco.

lunes, 27 de octubre de 2014

LEZAMA LIMA INCESANTE

Vivo en Centro Habana muy cerca de Trocadero 162, la casa de José Lezama Lima. No lo conocí. Murió en 1976. Yo tenía 26 años y no entendía sus libros. En esa época leía a Carpentier con un diccionario al lado. Hoy sí entiendo a Lezama pero no siempre lo comprendo. Creo que él se esmeraba en escribir y hablar de tal modo que nadie lo  comprendiera. Era una estrategia bien pensada.
Ahora Colección Sur editores, de La Habana, acaba de editar un libro de casi 200 páginas con una larga entrevista que mi colega y amigo Félix Guerra hizo a Lezama durante 10 años. Se  titula Para leer debajo de un sicomoro. Félix me contó que durante esos años trabajó en una oficina situada en Prado y Trocadero. Muy cerca de la casa de Lezama. Al mediodía, en el tiempo del almuerzo, se iba a conversar con él y anotaba o grababa las respuestas del maestro. Insistió hasta que Lezama murió asediado por el asma y por una obesidad incesante y malsana. Félix hace años publicó algunos fragmentos en la revista Bohemia, con unos maravillosos dibujos de El Gallego Posada. después, en 1998, en forma de libro. Y ahora esta edición corregida y ampliada.
Lezama, como siempre, se burlaba de sus entrevistadores y jamás contestaba una pregunta. Era un experto en disuasiones. Aquí hay algunas preguntas simples y directas: ¿A qué edad comenzó a leer?, ¿Qué libros prefiere leer?, ¿Una lista de títulos preferidos?, ¿Algún libro mayor?, ¿Es realmente bueno leer libros?
Nada. Inútil cualquier intento de traer a Lezama al mundo real.  Vivía con la cabeza en las nubes. Ofrece respuestas barrocas, laberínticas, absurdas, oscuras, abstractas, en otra  dimensión.
Sólo al hablar de comidas parece encontrarse a sí mismo: ¿Su inventario de frutas predilectas? Comienza con la piña, sigue con la calabaza y continúa sin parar. Crea un paisaje de flores y campiñas abigarradas donde mete todo un jardín botánico.
Y así con cada tema. Literatura infantil, pintura, poesía, novela, Paradiso. Uno lee sin prisas como quien pasea sin rumbo por esta Habana caliente, mojada, pegajosa, en pleno octubre. Leo al  azar: ´´...la novela (Paradiso) es el  novelista y su parafernalia de imágenes trepando por los acantilados. El novelista en resumen es, con anticipaciones y baño intercalado, un insecto pretérito con proyectos demenciales´´ ¿Elude, juega, trampea? No sé. Creo que está del lado de allá del espejo. Y nos obliga a jugar con él, sin mayores pretensiones. Me parece, y que me perdonen los Señores Serios, un niño que jugaba con las palabras y se divertía porque no tenía otra cosa que hacer.

LA MAL FOLLADA Y NORMAN FOSTER

Los cocktails a veces son aburridos. Otras veces no. depende. Si hay amigos nos refugiamos en un rincón cerca del bar y todo va bien. Estoy en uno de esos cocktails. Alguien se me acerca y me presenta a una señora española, arquitecta, interesada en la arquitectura de Centro Habana. Ella, a su vez, me presenta a una amiga y dice:
-Somos amigas desde muy jóvenes. Y es muy aventurera.
-¿Cómo?
-Una vez en Londres, se atrevía a entrar en los pubs. Muy lanzada.
No puedo creer semejante estupidez. Pienso que se burla de mí. Le pregunto:
-¿No te gustan los pubs?
-Oh, no. Nunca me he atrevido.
Suficiente. O se burla de mí o es imbécil total. ¿Por qué pierdo mi tiempo? No obstante, intento ser amable, no sé por qué:
-¿Has paseado por el barrio? ¿Por Centro Habana?
-No.
-¿No has tenido tiempo?
-Me ha sobrado el tiempo. Pero es un poco...
Largo silencio. Intento reanudar:
-Es una arquitectura muy interesante, de los años 20 y 30 básicamente...
Me corta tajante y bruscamente:
-Sí, ya sé.
Guardo silencio y le sonrío amablemente. Reacciona:
-Oh, soy antipática. Siempre.
Y yo, que me he tomado ya un par de whiskys:
-Y te esfuerzas por ser la mejor, jajajá. Estás mal follada.
Abre los ojos con indignación. Me da la espalda y se aleja. Sí. Di en el clavo. No tiempla. y además es antiorgásmica. La pierdo de vista. Me muevo. Encuentro a Padura y a Lucía. Nos damos un abrazo. La gente cree que nos detestamos. Pero no. Todo lo contrario. Nos queremos. Somos dos machos alfa meando en círculo para marcar cada uno su territorio. Un método antiguo pero eficaz. Siempre hablamos de cuestiones pragmáticas del oficio. Jamás hablamos de literatura.
Olvido a La Mal Follada. Pasan dos o tres días. Una mañana salgo caminando por Perseverancia hacia Neptuno. Voy al Agro a comprar legumbres para hacer mis caldos vegetales (frijolitos chinos, acelga, espinaca, zanahoria, etc)  Y -sorpresa- La Mal Follada me pasa por delante en un jeep con chofer. Toma fotos sin detenerse, por la ventanilla del vehículo. Creo que no me vio o no me reconoció o no sé. Hice un gesto para saludarla, pero siguió, rauda y veloz. Le vendría bien una aventura aquí en el  barrio, con un Black Eyaculator Erectus.  Pero no se atreve. Si los pubs le parecen demasiado. Un espécimen de Black Eyaculator Erectus desnudo delante de ella le puede provocar un vahído. O quizás no. Y descubre su lado africano. Quién sabe.
Por cierto, hablando de la arruinada arquitectura de Centro Habana, se calcula que habrá que tirar el 70% de los edificios. Mientras, cada vez que hay unos días de lluvias se derrumban algunos edificios. El agua penetra por las grietas y los resquebraja. A veces hay víctimas. Hay miles de personas sin recursos que viven en albergues deprimentes (como uno situado en la esquina de las calles San Rafael y San Nicolás) que esperan y esperan. Otros están en albergues situados en antiguas escuelas secundarias en el campo, en las afueras de la ciudad. Estos no son tan visibles. De todos modos, nadie se entera porque los medios de comunicación no se ocupan de estos temas engorrosos y deprimentes.
No obstante siempre hay gente en el otro extremo: supermillonarios frívolos y snobs como el arquitecto Norman Foster. Fascinado por la vieja arquitectura habanera y los carros antiguos que pululan por la ciudad como taxis (almendrones). Este famoso arquitecto acaba de publicar un lujoso libro sobre estos temas.  El glamour de los escombros. El vintage de las ruinas y la miseria. Prefiere no arañar la superficie. ¡Qué elegante Mr. Foster! ¡Oh, el vintage!

sábado, 4 de octubre de 2014

AMOR A LAS BIBLIOTECAS

Esta foto a primera vista parece un apunte para un cuadro de Hopper. Pero no. Es una señora elegante -digo yo, uno nunca sabe ya quién es elegante y quién no- típica de Park Avenue. Estamos en el pre-lobby de la Morgan Library, en Madison Avenue, New York. Precisamente a dos pasos de Park Avenue, aquella atmósfera donde Truman Capote se sentía a sus anchas, como un patico en el agua. Atmósfera -recordemos- de la que le echaron a patadas cuando intentó (al modo de Proust) escribir a fondo sobre ellos. Y él pronunció aquella frase: "¿Qué creían, que tenían un payaso entre ellos? pues no, era un escritor". Genial. Siempre estoy de acuerdo con Truman.
La foto la tomé a principios de septiembre. Aún se sentía el calor en NYC. Después entramos a la mítica biblioteca. Es maravillosa. Con escaso público. Al parecer la visitan sólo un determinado tipo de turistas. La masividad está en otros lugares. Esta biblioteca y el museo adjunto disponen de mucho dinero y por tanto tienen un programa intenso de conciertos de ópera  y mucho más, incluida una estupenda exposición de cuadros de Cy Twombly. Quiero decir, no es una biblioteca más. Sino una excepción. Amo a las bibliotecas. Si no existieran yo no sería escritor. Gracias a la existencia de dos maravillosas bibliotecas en Matanzas, mi ciudad natal, me convertí en un lector apasionado y voraz. Es decir, abrí las puertas para después pasar a la escritura y despertar mi vocación.
En mi familia no había antecedentes de lectura. ¡Ni digamos de escritores o de artistas! A eso de los diez o doce años me aficioné a ir largas horas a las bibliotecas públicas. Las dos cerca de mi casa: La Gener y del Monte y la Antonio Guiteras Holmes. Ya no había comics. Dejaron de importarlos desde México por la inesperada bronca con los yanquis. Los comics pasaron a ser "desviación ideológica". Yo me había habituado a leer continuamente, así que en estas bibliotecas salté brúscamente del Pato Donald y Supermán a John Dos Passos, Faulkner, Capote, Anderson, Caldwell, Herman Hesse y etc, etc. Así de un día para otro. Se me formó un embrollo terrible en la mente, sobre todo con Kafka. No tenía a quien preguntar sobre lecturas. Pero poco a poco logré encaminarme. No me pregunten cómo. Logré encaminarme.
Menos en Pinar del Río, en todas las capitales de provincia cubanas existían grandes y maravillosas bibliotecas. Algunas fundadas desde el siglo XIX. Recuerdo con especial agradecimiento la de Camagüey.
Esta descarga viene a cuento porque la Feria del Libro de Frankfurt (8-12 de octubre) está dedicada este año a Finlandia, país de lectores, y a las bibliotecas de ese país nórdico. Algo muy extraño pero alentador. Esa feria es básicamente comercial. Allí van sobre todo editores y agentes a ponerse de acuerdo frente a frente sobre contratos y negocios. A veces invitan a algún escritor super star para que se pasee un poco por allí, pero lo decisivo son los negocios. Con el trauma ahora de que hace años bajan las ventas continuamente y encima con esa espinita clavada en el corazón que es el E-book, en alza indetenible y desconcertante.
Así que enhorabuena que se acordaron de las bibliotecas y de su maravillosa función social. Por cierto, aprovecho para un comercial: en breve (no hemos acordado la fecha) tendré un conversatorio con lectores de la Biblioteca Nacional José Martí, en La Habana. Los organizadores (empleados jóvenes de esa biblioteca maravillosa) están encantados. Yo más.



viernes, 3 de octubre de 2014

LAS NOVELAS DE BRUEGHEL Y DE TWOMBLY


Si tuviera que elegir un solo pintor entre todos me quedaría con Pieter Brueghel El Viejo (1525-1569). La mayor colección de sus cuadros está en el Kunshistorishes  Museum, de Viena. Murió con 44 años así que no pudo pintar mucho. En ese museo hay 12 cuadros de gran formato. Estuve en esa ciudad un par de semanas en 1998 o en el 2000, por ahí. Trabajando con Marianne, una amiga fotógrafa supermoderna, veloz y aerodinámica. Al frente (o a un costado creo) está la enorme Casa de Cultura de Viena donde montaban en ese momento una retrospectiva de Andy Wharol. Ya el último día se me ocurre preguntar a Marianne, señalando al Museo:
-¿Y eso qué es?
-Eso es un almacén de pintores viejos y obsoletos. No tiene importancia.
No tomé en cuenta su desprecio y me fui al museo. Una colección fabulosa, y de golpe desemboqué en la sala de Brueghel El Viejo. Su Torre de Babel, La Caída de  Ícaro. Y todo lo demás. Sólo conocía El triunfo de la muerte (1562) que está en el Prado.
Unos años después fui por segunda vez, ya avisado. Me gusta detenerme ante esos cuadros a mirar cada detalle. Cuentan una historia. Hay tanta gente diferente y tanto paisaje y tanta profundidad visual que me parece adivinar lo que hablan, lo que se cuentan, lo que van a hacer después. Es inexplicable. Me sucede con otros pocos pintores. Cezanne y Hopper, por ejemplo. Detrás de cada escena de ellos hay una historia más larga. Algún relato curioso y original que esos personajes me susurran. 
Nunca sabemos cómo funciona ese mecanismo que echan a andar los artistas para cautivarnos y meternos en su mundo. Ellos tampoco lo saben. Y si son buenos se mueren sin saber nada.
En la foto que está arriba estoy junto a un cuadro de Cy Twombly (1928-2011),en el MOMA de NYC. Sólo son garabatos escritos con un simple lápiz encima de la superficie. Eso es todo. Cy Twombly borró todo lo que había pasado en el arte. Hacía sus garabatos infantiles y tenía la desfachatez de salir a escena y decirnos, con una sonrisa porque era un tipo plácido: "Esto es un resumen de todo lo que hay dentro de mí. Si les gusta bien y si no me da igual". Es decir, el anti-Brueghel, el anti-Cezanne, el anti-Hopper, el anti-Todo. Pero me emociona su ingenuidad, su audacia minimalista, su descaro y su locura porque hay que estar medio loco para atreverse a tanto. Para ser tan juguetón y no tomarse en serio. Para ir por la vida sin equipaje. Creo que es lo adecuado para esta época donde nos hemos inventado tantas cosas que todos vamos cargados siempre con exceso de equipaje. Por dentro. No se ve. Pero nos pesa en el alma.

martes, 30 de septiembre de 2014

LA LITERATURA SAGRADA



En estos días de septiembre hace 20 años que comencé a escribir la Trilogía sucia de La Habana. La historia comenzó muy atrás. En 1968, yo tenía 18 años cuando comprendí que lo que más deseaba en la vida -de un modo absoluto y total- era ser escritor. Era una vocación intensa e inexplicable. En mi familia no había antecedentes.Tampoco en los alrededores. ¿Por qué llegué a esa decisión temprana y definitiva? No sé. Supongo que como leía muchísimo y veía tanto cine pues me incliné por escribir yo también mis historias. Ya en ese momento tenía decenas de historias muy interesantes que podía contar. Conocía a mucha gente, desde niño andaba en la calle  vendiendo helados, en la valla de gallos de Matanzas, a dos pasos del barrio de las putas, tenía novias, amigos, estuve en el servicio militar, muy intenso y extenso, desde los 16 hasta los 21 años. Fueron años especialmente locos y desequilibrados en Cuba. La mitad de mi familia -8 ó 9 tíos, cada uno con 4-5 hijos- se habían ido al exilio en USA. En fin, sobraba material variado, intenso, estremecedor. Pero, claro, yo no tenía la más mínima idea de cómo escribir un cuento, menos una novela. Tampoco sabía que cada hecho de la vida requiere una larga sedimentación antes de pasar al papel.
Así que supuse que tenía que vivir a full. Multiplicar más aquella vida, acelerar más.Tener millones de amigos, de mujeres, viajar, conocer y tratar a todo tipo de gente. Todo menos estudiar literatura. Pensaba -lo pienso todavía- que un conocimiento exhaustivo de la literatura amordazaría mi audacia, mi osadía y mi capacidad de escribir libremente lo que me diera la gana. Quería ser arquitecto para ganarme los frijoles y esconder todo lo que escribiera. Que nadie se enterara. Alejarme del mundo de los escritores. Nunca fui arquitecto pero sí me mantuve bien alejado del mundo de los escritores. ¿Por qué esa manía? Quizás porque mis modelos -inconscientes- eran Hemingway y Truman Capote.
Escribía poemas y cuentos y los escondía siempre. Al cabo de dos o tres semanas releía. Ya no me gustaban. Me parecían ridículos. Los tiraba a la basura. Sobrevenía el olvido total. Mente fresca y limpia, y a otra cosa. Así pasaban los años. Y yo escondiendo y tirando todo lo que escribía.
Era un proceso solitario de aprendizaje. Lecturas extensas e intensas y escritura secreta. Además del periodismo nuestro de cada día. Hice todo tipo de periodismo durante 26 años: radio, TV, diarios, revistas, agencia de noticias. 
Así hasta que en septiembre de 1994 mi vida había tocado fondo en todos los sentidos. Vida familiar, ideales políticos, economía, creencias. Todo se había ido al carajo y yo lograba mantenerme a flote a duras penas, pero sin timón. Iba al garete en medio de una tormenta muy seria. Y escribí un cuento. Un mes después me seguía gustando. Escribí otro. Y así. Hasta completar los 60 relatos que conforman un libro que después se llamó Trilogía sucia de La Habana. Después escribí otros libros y he  ido publicando lo que me parece publicable.
Han pasado los años. Y algo ha cambiado. Ya no veo la literatura como algo sagrado que hay que ocultar y guardar sólo para uno.
 Ahora para mí la literatura es sólo un método de la memoria, un sistema muy coherente para guardar los infinitos recorridos de nuestras vidas superpuestas. Nuestras vidas ocultas y secretas. Es el único sistema capaz de entrar muy a fondo en el complejísimo e inexplicable entramado de cada vida humana. Así que no es sagrada  según el concepto religioso de lo sacro, pero de todos modos es absolutamente imprescindible en el proceso civilizatorio. Sin literatura creo que perdemos la brújula y derivamos hacia un largo y cruel naufragio. El siglo XX y lo que va del XXI ha generado una eclosión tan enorme y disparatada de literatura, cine, música, arte, inventos, tecnología, guerras, medios de comunicación, viajes, locura y tensión que estoy aturdido. ¿Todos estamos aturdidos? Busco un camino que me aleje de la confusión. Y lo estoy encontrando. ¿Alguien cree que se ha salvado?

lunes, 29 de septiembre de 2014

JUGUETES PARA MILLONARIOS

Aquí estoy, jugando. Escondido detrás de una escultura de Jeef Koons, en el Whitney Museum, de Nueva York. Presentan una enorme retrospectiva de ese artista (150 piezas en total) en cuatro pisos del museo, desde junio hasta octubre de este año. Como sabemos, Koons recibe continuos elogios sobre todo por los altísimos precios que se pagan por sus obras. Encarna a la perfección el espíritu de la época: el espíritu mercantil. Fabrica juguetes para millonarios, según la expresión de un conocido estudioso europeo.
Por suerte, la dirección del museo -para equilibrar- ha instalado en el quinto piso una estupenda -aunque pequeña- retrospectiva de Hopper. Apenas seis o siete cuadros pero la verdad es que compensa de tanta frivolidad y uno sale del museo con la sensación de que no ha perdido el tiempo. El Whitney nunca había dedicado tanto espacio a un artista. Koons es el artista vivo más cotizado al día de hoy. Con 59 años, fue corredor de bolsa antes de comenzar su vida de artista, dato clave para entender el resto. Para tener una idea: en noviembre 2013 su obra Balloon Dog fue subastada en Christie's, de NYC en 43 millones de euros. 
Otro día recorrí unas 30 galerías de arte en Chelsea. Y la verdad es que apenas he estado unos pocos minutos en cada una. Suficiente para ver banalidad y superficialidad. Más juguetitos, sólo que mucho más baratitos en comparación con los de Mr. Koons. No obstante, hay que reconocer que Koons es ingenioso y astuto. Utiliza materiales que simulan ser otra cosa. Muñecos de aluminio policromado que parecen de plástico. Y además los manda a fabricar en talleres donde los hacen enormes, fuera de escala. Así impresionan más. ¿Y qué más? Nada más. Eso es todo. 
Es lo mismo que está pasando en la literatura en USA. Se publican muy pocos libros que intentan ir más allá del entretenimiento. Muy pocos. La enorme mayoría sólo se esfuerzan por ser simples y políticamente  correctos. No molestar, no profundizar, no ir hasta el fondo. Sucede en el cine, en la música, en todo. A Europa llegó hace tiempo esa onda de ser correctos y educados, no molestar y no abrir las puertas cerradas. El asunto entonces es: si los artistas respetan las fronteras, la sociedad se estanca. La búsqueda humanista siempre ha sido transgresora. De ahí las muchísimas inquisiciones (no sólo la católica) que ha sufrido y sufre la humanidad. 
Ante este panorama da la impresión de que estamos convirtiéndonos en tontos. Al menos es lo que parece a simple vista. ¿Quedaron atrás tiempos mejores? Esta es la pregunta clásica del típico viejo amargado que siempre mira atrás y dice que ya pasaron los buenos tiempos... En fin, no quiero adoptar ese tono. Todo lo contrario: proyectarnos más allá. La dinámica del desarrollo  supone que siempre se avanza  a pesar de algunos momentos de retroceso o de dar vueltas sobre uno mismo, como el perro que se muerde la cola. Así que tal vez evolucionamos hacia algo mejor. O peor. Pero  tenemos que hablar, dudar, cuestionar y preguntar. Por ejemplo, yo siempre me pregunto: ¿Cada día hay más tecnología, más espíritu tecnológico, y menos humanismo? Y mi respuesta es: Sí, en los países desarrollados sí, definitivamente. Europa y América del Norte. Queda una gran reserva en los países pobres donde seguimos con enormes carencias tecnológicas y no somos tan cuidadosos ni tan educaditos, ni tan correctos, ni tan miedosos. Así que no todo está perdido. Quedan reservas.
Siempre nos quedan otros caminos. Y quedan artistas medio locos que se atreven y no tienen miedo a salirse del homogéneo grupito. No todos vamos por  el mismo camino trillado. Quedan ovejas negras en este jodío rebaño.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

EL DETECTOR DE MIERDA

Acabo de leer La camarera (The Cocktail Waitrees, 2012), la última novela que escribió James M. Cain (1892-1977). El famoso autor de Pacto de sangre (1943)y de El cartero siempre llama dos veces (1934). En total publicó en vida unos 19 títulos. Todos fueron folletines baratos de gran tirada, portadas estridentes y nada más. Y otros 4 folletines que le han endilgado después, aprovechando que ya el tipo no puede opinar. Lo mejor que escribió fue El cartero y Pacto, que siguen siendo dos novelas de culto en el género negro,  que me gustan mucho y releo cada unos cuantos años. Lo demás se ha olvidado, como es lógico. Ya tenía casi 83 años cuando emprendió la escritura de La camarera. No le salía. Se conservan los manuscritos donde cambiaba todo una y otra vez. Pasó dos años luchando con aquello hasta que al fin  murió sin terminarla. O sí la terminó pero él sabía que no funcionaba. Nunca llegó a una versión definitiva. Ahora un editor astuto, Charles Ardai, recuperó el manuscrito que se había quedado olvidado en la oficina del agente de Cain. El editor -en un epílogo- confiesa que tuvo que editar a fondo porque había muchas variantes para cada párrafo. Al fin  nos da un texto que parece un Frankestein. Es una novela inconsistente, floja, tonta, nada convincente, con una protagonista que actúa de un modo irreal y dando traspiés. En fin, Cain queda muy mal parado con este adefesio.
Nos cuenta mister Ardai: "En 1975 James M. Cain tenía casi 83 años, moriría al cabo de dos años, su estrella que se había elevado tan meteóricamente en los años 30 y 40, cayó con la misma velocidad meteórica. Se trasladó del este de Hollywood a Hyattsville, Maryland, donde sufrió una dolorosa enfermedad cardíaca que lo iba consumiendo: angina de pecho."
Y en esa situación intenta escribir en primera persona sobre una mujer común y corriente -Joan Medford- que pretende salir adelante en la vida y se ve enredada en situaciones difíciles con dos o tres asesinatos por el medio. Pero ya el escritor no es el mismo. En algún momento fue considerado por unos pocos,  uno de los tres grandes de la ficción negra de USA. Los otros  serían -obvio- Raymond Chandler y Dashiel Hammett. Creo que  es un exceso calificar a Cain al mismo nivel de los otros dos. Ni de lejos. Pero no voy a entrar en detalles. Por cierto, Chandler, que era muy venenoso, odiaba a Cain y escribió sobre él: "Es todo lo que detesto en un escritor...". Pero es mejor no escuchar nunca a un escritor hablando sobre otro escritor vivo. Los muertos siempre son estupendos.
Bueno, pues el ancianito tuvo el buen tino -evidentemente tenía el cerebro claro- de saber que su novela no funcionaba y jamás la entregó para la imprenta. Ya el escritor estaba agotado. O no tenía suficiente fuerza para  escribir sobre un tema tan duro. En fin, lo que fuera. No funcionaba. Y él lo sabía. Y su agente y su editor en aquel momento lo respetaron y no la publicaron.
Ahora  viene este editor, la "rescata", la rearma a su antojo y la publica. ¡Un fiasco!
Sucede con frecuencia. Los escritores escribimos mucho. Es un vicio. Escribir algo todos los días. Yo, por ejemplo, me inventé este blog y además llevo un diario. Así no escribo cuentos, poemas y novelas sin parar, como un loco. ¡No! Escribo en el diario todas las barbaridades que se me ocurren y todo queda en casa. Así y todo, dejaré mucho sin publicar. Libros enteros que están por ahí, escondidos. Todos dejaremos mucho sin publicar. Hay que respetar a los lectores. Y, sobre todo, respetarse uno mismo. Tomar distancia y decir: "Esto que acabo de escribir es una mierda". Y no creer que somos infalibles y estupendos las 24 horas del día los 7 días de la semana. Ya lo decía Hemingway: "Hay que tener encendido siempre el detector de mierda".


martes, 2 de septiembre de 2014

LITERATURA Y EXILIO

Cada escritor aporta involuntariamente su punto de vista al conjunto al que pertenece. Algo paradójico porque al mismo tiempo el oficio de escritor es el más solitario e individual del mundo. Por ejemplo en el caso de Cuba, escritores tan antagónicos como Nicolás Guillén y Guillermo Rosales apuntan con su obra a la misma diana, al  centro del macro-asunto que a la vez los une y separa . O Reynaldo Arenas y Carpentier. Desde posiciones morales, estéticas y políticas tan contrapuestas aportan luz sobre el gran tema que en el fondo es lo que les interesa: Cuba y el Caribe.
Algo parecido sucede en  cada país donde se ha conformado un cuerpo literario extenso y sólido. Los países que no lo han logrado no tienen una memoria tan minuciosa. Porque la literatura es ante todo una gran reserva de la memoria colectiva. Es la memoria la que nos da cuerpo, vitalidad y fuerza. Un país que para conocerse disponga sólo de los libros de historia tendrá bases muy frágiles para el desarrollo humanista de su proceso civilizatorio.
Acabo de leer dos novelas cortas de la rusa Nina Berberova (1901-1993): La acompañante y El lacayo y la puta. Nina se fue de su país en 1922 cuando ya Lenin estaba enfermo y le quedaba apenas un año de vida. Stalin se afilaba los colmillos y era evidente que Lunacharsky, el comisario para la cultura, no podría detener la represión brutal y las purgas que comenzarían en breve.
De ese modo Nina  se convirtió en una exiliada. Apenas con 21 años. Con escalas en Berlín, Praga, Sorrento, París, Suecia. Finalmente llegó a Estados Unidos con 75 dólares en el bolsillo, en 1950. Fue una mujer de un calibre especial. En 1958 ya era profesora en Yale. Después en Princeton. En 1989 regresó por unos pocos días a su patria. Tras 67 años de ausencia. Le impresionó más el empobrecimiento moral e intelectual que el desastre económico porque sobre esto último estaba informada.
Escribió una autobiogafía excelente y una obra sólida. Sin embargo, sólo empezó a publicar y fue conocida en el mundo a los 88 años, cuando el editor jefe de Actes Sud, en París, la descubrió. Le quedaban apenas cuatro años de vida.
Nina formó parte de un importante conjunto de escritores rusos: los llamados rusos blancos, los que se fueron al exilio a partir de 1917, huyendo de los bolcheviques. Como sabemos, hay otro conjunto decisivo: los realistas rusos del siglo XIX. Y aún otro conjunto felizmente olvidado: los que hicieron una literatura de propaganda dentro de la ex-URSS. Y  dentro de ellos, el grupo de los disidentes, con cumbres como mi querido Boris Pasternak y Solchenitzen.  En el exilio el más conocido y reputado: Vladimir Nabokov. 
Aunque la vida de Nina estuvo marcada a fuego por la política, ella -como hace todo escritor con suficiente talento- logró eludir siempre la inmediatez vulgar de la política. Casi todos sus personajes son emigrados rusos en París, venidos a menos, humillados, marcados por las miserias de todo tipo que provoca el exilio en quienes lo sufren. Pero Nina no machaca buscando culpables. En sus relatos  nos coloca ante una situación extrema y nos dice: "Las cosas son así, miserables, sucias,  denigrantes y deprimentes. Estamos desmoralizados y perdidos, esto es lo que nos ha tocado vivir". Suficiente. Por eso, al poner una frontera tajante entre el panfleto político y sus relatos  logró una obra universal e intemporal que será útil y maravillosa por un tiempo indefinido. Se agradecen los libros de Nina Berberova, esta mujer que abre su corazón ante nosotros, como si nos dijera: "Sí, es duro y brutal. La vida no es para gente floja y cobarde".

jueves, 28 de agosto de 2014

MÍNIMO APENAS, LEVE.

En diciembre de 1999 estuve un par de meses en Chemnitz, una pequeña ciudad industrial de Sajonia, Alemania. Me quedaba en la casa de un gran amigo. Él es pintor. Tenía mucho material y un estudio cómodo. Yo por las mañanas escribía una novela. Animal tropical.  Antes había estado 3 meses en Suecia, donde había escrito unas 300 páginas que serían el capítulo central del libro. Ahora me dedicaba a reducir y mejorar todo aquello. Casi siempre ese es el ingrediente principal de mis revisiones y mejoras a un texto: borrar, quitar, reducir, eliminar, tachar, simplificar. No hay derecho a abusar de la paciencia del lector. Era un trabajo agotador. Tenía dos libretas manuscritas con mi letra microscópica, y a veces ininteligible. Leía y al mismo tiempo reducía, simplificaba y escribía en una máquina. En esa época yo no tenía ni un email ni sabía nada del mundo digital. Todavía se usaba el correo y el fax. En Suecia había revisado las pruebas de galera de El Rey de La Habana. De la editorial me enviaron el paquete por correo. Yo corregí todo y devolví el bulto también por correo a Barcelona. Normal.  Entonces, el trabajo matinal en la novela me agotaba. Para relajarme, por las tardes hacía lo mismo que en mi casa en La Habana: Me preparaba un trago de whisky con hielo, ponía un disco de Mozart, Bach, Schubert, Haydn. Evitaba Wagner, demasiado loco. Y me ponía a pintar.
Al principio intenté pintar como en Cuba: colores fuertes, materiales duros y ásperos. Recogía en la calle pedazos de metal oxidado, tierra, arena, tallos secos, guijarros, cordeles y cuerdas, pedazos de loneta, clavos retorcidos y todo aquello mezclado con verde, amarillo, rojo. ¡No! ¡No funcionaba!
Yo soy muy impetuoso. Me lanzo sin medir las consecuencias. Nada se resiste al impulso del rayo. Eh, pero, ¿qué pasaba? Estuve un par de días desconcertado. ¿Qué pasaba conmigo? Hice tres cuadros. Los rompí a pedazos. Eran tremenda mierda. Ridículos. Lo único que funcionaba era la música, el whisky y unos tabacos alemanes muy buenos. Desalentado, recogí todos los materiales. Los guardé. Y me olvidé. Pasaron unos cuantos días. Una semana quizás. Los fracasos hay que olvidarlos. Pero olvidarlos de verdad. Menospreciarlos.  Y partir de cero. Una y otra vez. Es un juego. Fracasas. No importa. La vida es un juego. La ruleta de la vida. Perdiste un poco pero no importa. La vida sigue. Adelante. Olvida totalmente y ya viene otra oportunidad. Entonces intentas desde otro punto de partida. Sólo que en arte nunca se sabe dónde está ese nuevo punto de partida. Por eso hay que olvidar de un modo perfecto. Para que la intuición quede limpia y funcione nuevamente. Sólo la intuición. Un artista no tiene ninguna otra herramienta. Y la intuición funciona en libertad absoluta. Si la condicionas ya no es intuición, es otra cosa más rudimentaria.
Un tarde estoy con mi vaso de whisky en la mano. Sonaba Mahler. La Quinta. Vigoroso, pletórico. ¡No! Lo pasé al segundo movimiento. Scherzo. ¡No! ¡Esas trompetas! Lo apagué. Silencio. Creo que estaba algo abatido y completamente desconcertado. Me acerqué a una ventana. Afuera un pequeño bosquecillo nevado. Los árboles desnudos. Hacía dos días que nevaba sin parar. Y seguía nevando. Los copos, muy pequeños caían. Todo era blanco y gris. Y triste. Melancolía y silencio. Aquel silencio frío y triste entró hasta mi corazón. Entonces, sin pensar, cogí unas cartulinas, un cutter y un trozo de lápiz  gris y otro negro. Y le entré, a descargar mi furia. En un rato hice 10 versiones de la furia y el silencio. Entonces lo guardé todo y seguí con el whisky, el silencio, la nieve y el frío. Y ya. Me olvidé de todo. Entré en otra dimensión. Entré en el vacío, en el infinito, mínimo apenas, leve.

martes, 26 de agosto de 2014

100 AÑOS DE CORTÁZAR



1
Aquí tenemos a Julio Florencio Cortázar sentado en el Malecón de La Habana. La  foto es mala pero es poco conocida. Si nos esforzamos vemos una ola rompiendo detrás de él exactamente. Este martes 26 de 
agosto Julio cumple 100 años de nacido, en Bruselas, aunque posteriormente se crío y educó en Argentina.
Si me obligan a escoger sólo dos escritores desde los orígenes del planeta hasta hoy, me quedo con Kafka y con Cortázar. Si aprietan a uno sólo es Julio. Sin la más mínima duda. Amo su obra porque era un tipo juguetón, en un sentido profundo. Él lo explicó muchas veces: La literatura es un juego serio.
Si algo me jode en la literatura actual es el terreno que se pierde para la libertad total de expresión. La "corrección política" cada vez hace más daño. Es censura. Cuando un escritor se ve censurado por su editor pues ya él mismo se autocensura en el próximo libro. Es un círculo vicioso. Estamos muy jodidos. Tan jodidos como los robots.
Estoy convencido de que si Cortázar ahora mismo fuera un joven desconocido intentando colocar sus libros no encontraría editorial. Ni aunque estuviera ofreciendo Rayuela. Le dirían que es muy complicada y experimental, que no se vendería y que la simplificara y la hiciera entrar por el cauce tradicional de la narración de una novela. Nada de antinovelas. Cada día menos editoriales están dispuestas a correr riesgos y a publicar autores que rompan las estructuras y que echen a un lado la moral, las buenas costumbres  y las reglas al uso. Están a punto de extinguirse esos editores. Queda si acaso un par de especímenes en el inmenso bosque. Y están acosados por depredadores eficaces y mortales. 
Recuerdo que hace muchos años, en los '90, asistí a un cursillo de verano de tres días en Casa de Las Américas, en La Habana, sobre la obra de Cortázar. Lo impartía un reputado profesor norteamericano especialista en Cortázar. Muy documentado, pero lo único que recuerdo fue una anécdota. En la universidad donde trabajaba este señor organizan un congreso sobre la obra de Julio. Van decenas de investigadores y Cortázar también. Pero él nunca entró a las sesiones y dedicó aquellos tres días a pasear por los alrededores y a tomar el sol. Sólo entró un rato a la sesión final y pronunció unas palabras de agradecimiento. Aquel profesor no salía de su asombro y repetía que era muy extraña aquella actitud. "En vez de estar allí escuchando todo lo que se decía sobre su obra".
Aquel profesor era un fama. Y Cortázar un cronopio. Los famas nunca entienden a los cronopios. Opinan que siempre están equivocados. Los cronopios entienden perfectamente a los famas, pero les dejan hacer. Total. Da igual. Los famas creen que la vida funciona como un reloj. Y no entienden nada. Los famas seguirán mirando ansiosos sus relojes de pulsera, que -como sabemos- cuando se los quitan  dejan cuatro gotitas de sangre en la muñeca. El reloj entonces recoge sus colmillitos hasta que el fama de nuevo se lo ata en la muñeca a la mañana siguiente.
                                         2
En 1969 Julio se hizo una autoentrevista y se la envió a su editor en Barcelona para promocionar la edición española de Último round. Fue publicada en 2009 por Alfaguara en el libro Papeles inesperados, recopilación hecha por su primera esposa Aurora Bernárdez y por un editor, a partir de una buena cantidad de originales inéditos  que Aurora (que ahora tiene 93 lúcidos años) encontró en un armario en su casa. A continuación reproduzco un fragmento:
(Contestación a: ¿Vos creés, entonces, que las intenciones de tu libro no serán entendidas por la crítica magistral?)
-En todo caso ya verás que este libro será agredido por la Seriedad y la Profundidad y la Responsabilidad, todas esas gordas que se te tiran a los ojos con las agujas de tejer. Qué querés,eso viene de nuestro pecado original: la falta de humor de los españoles, sumada a la de los indios de nuestras tierras (Dios los crió y ellos se juntaron), nos fastidiará todavía un tiempo, pero salta a la vista que los lectores realmente alertas de estos años se han dado cuenta de que el espíritu sopla donde quiere, y que casi siempre es en algún libro que no está firmado por los serios de la literatura; la prueba, García Márquez. Con lo cual vamos muy bien, y ya verás que en pocos años acabaremos con las etiquetas y los úkases.



lunes, 25 de agosto de 2014

ACLARACIÓN A UNA ENTRADA ANTIGUA

Me han escrito muchos lectores del blog para preguntar qué quise decir al final de la entrada ante-anterior. Es decir la titulada CON LA SEMILLA DEL DIABLO EN EL ALMA.
La expresión  "A bailar y a gozar con la Sinfónica Nacional" es un chiste cubano que se origina en un hecho real. En los primeros años de la revolución, en la década de los '60, se hizo un esfuerzo largo y sostenido para "llevar el arte a las masas". Así que el gobierno dispuso de un presupuesto anual para que los campesinos que vivían en zonas alejadas de las ciudades tuvieran acceso a funciones de cine, de teatro, de música, bibliotecas, orquestas, ballet clásico, y hasta se organizaba una gira nacional cada año de la Orquesta Sinfónica Nacional. Unos días antes de que la orquesta llegara a un pequeño caserío en la Sierra Maestra, al oriente del país, algún dirigente local, con la mejor intención del mundo pero sin tener la más mínima idea del repertorio de la orquesta que les visitaría, mandó a poner pequeños carteles de promoción: "El día tal, a tal hora, en el círculo social, ¡A bailar y a gozar con la Sinfónica Nacional!".
Algunos músicos jodedores de la propia orquesta cuando vieron los cartelitos se ocuparon de divulgar la historia por todo el país. Es una costumbre cubana muy sana. Convertir en chiste todo lo que se deje convertir en chiste. Por eso Cuba es el único país del mundo donde no  han desembarcado los sicoterapeutas argentinos.
Hay muchas frases así en al argot cubano.  Como la que pronunció aquel superfamoso boxeador, pero que, obvio, tenía dificultades para coordinar sus expresiones. Un periodista le pregunta por  su técnica y el boxeador intenta decir algo inteligente y trascendente:  "La técnica es la técnica y sin técnica no hay técnica".
Otra frase que ha pasado a la historia de la filosofía cubana barriobajera es "¡De pinga, queridos amiguitos!". Que se suaviza diciendo sólo: "Aquello fue de queridos amiguitos". Para indicar cuando alguna situación se desbordó, rebasó sus límites, o se convirtió en un caos. Y se originó en el programa La comedia silente, que pasaba la televisión cada domingo a media mañana. Tenía una audiencia infantil gigantesca. Y duró muchísimos años. Consistía en películas silentes  en blanco y negro. Aquellas películas cortas, casi todas de 10 minutos. A veces con Charles Chaplin, o Buster Keaton, o El Gordo y el Flaco, etc. Las amenizaba Armando Calderón, un señor que imitaba voces  y explicaba  con gracia y picardía lo que estaba sucediendo en la pantalla. Hablo de los años '60 y quizás de los '70. Así que   el programa no se grababa. Calderón improvisaba en directo, sin guión. Se inspiraba en lo que veía, y a veces se entusiasmaba demasiado en medio de aquellos gags clásicos: peleas con pasteles de merengue o en persecuciones. Un día, se entusiasmó en medio de una de aquellas peleas con mucha gente atizándose golpes y pescozones y se le fue la frase fatídica: "¡Esto es de pinga, queridos amiguitos!".  Hasta ahí llegó Calderón. Creo  que el programa siguió -no recuerdo bien- pero ya sin  aquel animador tan entusiasta.

martes, 19 de agosto de 2014

CON LA SEMILLA DEL DIABLO EN EL ALMA

Por ahora es un problema sólo de países desarrollados. En los países pobres no se han enterado. La amenaza del libro electrónico. En Estados Unidos el 20 % de los libros que se venden son digitales, en Inglaterra el 12 %. Algo parecido en Francia e Inglaterra. En España de cada 100 libros publicados, 23 son digitales. Estas cifras aumentan cada año. Es muy fácil encontrar en internet los datos numéricos. Las estadísticas. En estos países los editores hacen un esfuerzo y sonríen (sonrisas forzadas y tensas)  y le dicen a los periodistas: "No pasa nada. Son dos medios diferentes y están conviviendo. Van juntitos. Agarraditos de las manos como dos hermanitos".
Pero de hermanitos nada. El libro digital viene con la semilla del diablo en el alma. Dispuesto a crecer, ponerse fuerte, y cuando ya esté bien potente le cortará la cabeza a su hermano mayor. El jovencito se impone día a día. 
Y es lógico que así sea. Si damos un vistazo rápido recordaremos que cada invento nuevo sustituye a otro anterior que en poco tiempo  queda obsoleto hasta que se convierte en objeto de museo. Voy a enumerar sólo lo que recuerdo sin hacer un gran esfuerzo de memoria: Las plumillas y el tintero por la pluma estilográfica y ésta después por el bolígrafo. La máquina de escribir mecánica por la eléctrica y ésta por los ordenadores y el Word. El coche de caballos por el tren y el automóvil. El barco de vela por el de vapor. Los viajes en barco de vapor por el avión. Las casas de madera por casas de ladrillos y mampostería. El revólver de 6 tiros por la ametralladora. La horca por la silla eléctrica (este es un chiste macabro solamente). Seguimos. Las velas y los quinqués por las bombillas eléctricas. La cocina de leña por la de carbón y ésta por la de gas y/o electricidad. Las cartas postales, los telegramas y el fax por el email. Algunos inventos  que hoy forman parte de nuestra vida diaria no tienen antecedentes tan absoluta y tajantemente antagónicos. Es el caso de la fotografía, la radio, el cine, la televisión, el teléfono, el telégrafo, el radar, los aviones a reacción, etc.
Así que el libro de papel no tiene por qué ser eterno.  Los monjes copistas e iluministas sufrieron un shock terrible en sus monasterios cuando se enteraron que un alemán imbécil había inventado la imprenta y que ellos se quedarían sin trabajo. Seguramente denigraron a más no poder aquella obra del diablo y oraron por la intervención divina. Pero Dios no pudo hacer nada contra la dialéctica de la vida. Es que cada nuevo invento tiene que enfrentarse a oposición, abierta o velada, de los que viven del invento anterior y -obvio- se ven amenazados. Es una constante. En Fedro, Platón se refiere al temor de Sócrates a que el desarrollo de la escritura eliminara la capacidad de memoria de las personas. Sócrates era partidario de recordar todo y no escribir. En 370 a. C. 
Así que es mejor relajarse y tratar de ser objetivos, pragmáticos y flexibles. Y tomárselo todo filosóficamente. Yo por el momento me estoy curando en salud. Hace ya un año que puse todos los libros que he escrito en Amazon. Hay 10 en prosa y 7 de poesía. Están disponibles en papel y en versión digital. Me da igual si me quieren leer en papel o en kindle. Lo que me interesa es mantener el diálogo con los lectores. Porque a todas estas, los que están más nerviosos son los negociantes. Se habla de números y de dinero. Pero curiosamente nadie habla del efecto cultural del libro electrónico. Hay mucha tela por donde cortar porque el asunto no es nada simple. La peor de las amenazas contra la lectura de libros es internet. Este medio nos habitúa a leer textos breves, rápidos y cambiantes. Como éste que están leyendo. Si en lugar de una breve nota efervescente pongo aquí un ensayo sesudo de 80 páginas no me lee nadie. Y además dirán que soy un pesao. Y es de suponer que dentro de unas décadas muy pocos tendrán paciencia y necesidad interior para dedicar varios días a leer un libro, ya esté en papel o en pantalla. Éste a mi juicio es quizás el principal y verdadero problema que enfrenta la lectura en el futuro, a mediano y largo plazo. Pero ya veremos. Por ahora  es un problema  del futuro. El presente es apasionante. Así que a bailar y a gozar con la Sinfónica Nacional, como decía aquel cartelito  en Mayarí Arriba.

jueves, 14 de agosto de 2014

TORMENTA EN LA PLAYA

Esta foto la tomé en enero  pasado en la playa de Guanabo, al este de La Habana. Comenzaba una tormenta de invierno. Un frente frío. La playa  solitaria.  Me gusta mucho caminar por aquí cuando no hay nadie. Toda la vida  paseando por esta playa, desde que era muy jovencito. Siempre, en verano o invierno. Es la playa de los habaneros. Sólo que al paso que va dentro de unos años tendremos que decir: Los Riscos de Los Habaneros. Pierde arena. Todos los años un poco más. No hay que ser experto. Es evidente a simple vista. De acuerdo al tramo de raíz de los cocoteros que ahora está expuesto al aire se puede apreciar que  en unos años la arena ha perdido un metro de altura.  Algunos cocoteros se caen porque no tienen ya suficiente agarre en el suelo. Piedras y más piedras. Cada año más abundantes. Algunos tramos dan pena.
Es un fenómeno mundial.  Hay estudios internacionales que lo demuestran. Cada año se pierden más playas porque en muchos países la arena se usa para la construcción y la industria. En Cuba al menos hay una ley que prohíbe coger arena de las costas. Es un delito. Eso es decisivo, pero insuficiente. La arena aquí se pierde por razones naturales normales. Ahora. Porque durante muchísimos años se extrajo arena en cantidades enormes para usarla en la construcción. Así que es probable que aquellas causas trajeron estos efectos.
En el caso de Guanabo  se suma además la descarga continua de aguas fecales directamente al mar, desde casas cercanas y en primera línea de costa. Y por si fuera poco cada vez la gente deja más basura sobre la arena. Botellas,latas, envases de galletas y yogurt, hojas de tamales. Todo. A casi nadie se le ocurre poner la basura en una bolsita y depositarla en un contenedor de basura.  A veces -sólo a veces- veo una brigada de unos diez hombres con una carreta y un tractor, que limpian la playa. Sobre todo en verano. También les duele. Uno me dijo: "Hemos puesto contenedores en algunas zonas de la playa, pero la gente los ignora".
Hay que hacer algo. Intentar mejorar la playa y al mismo tiempo educar a la población. Poner contenedores, hacer publicidad, iniciar una campaña de rescate integral de la playa de Guanabo. Los más escépticos dicen: "Eso lo van a hacer cuando hagan hoteles para turismo de extranjeros." Yo no creo que sea necesario esperar hasta ese momento. Que ya vendrá. No lo dudo. Pero es hora de comenzar. Cuanto antes.

viernes, 8 de agosto de 2014

CREPÚSCULO EN LA HABANA

Llevo 30 años viendo estos crepúsculos desde las ventanas de mi apartamento en Centro Habana. Un espectáculo diferente cada  atardecer. Y yo con mi traguito de ron, un poquito de música, y agradeciendo lo que me ha tocado. Esta foto la tomé ayer. Hay un texto de Julio Cortázar titulado Cazador de Crepúsculos, lo publicó la revista Cine Cubano hace años, donde él dice que si fuera cineasta se dedicaría sólo a filmar crepúsculos. Cortázar era un jodedor. Un cronopio hasta el último minuto de su vida. Por supuesto, no voy a pasarme la vida tomando fotos de crepúsculos. Pero desde esta foto he pensado en el futuro. Dentro de 20 años, ó 30, los crepúsculos seguirán más o menos iguales. Pero ¿y la gente? Hace algunos años estuve en Cartagena de Indias, Colombia, en la zona histórica, creo que es Patrimonio de la Humanidad, y me asombró que no había personas de allí. Sólo turistas en una gran zona turística: hoteles, boutiques, restaurantes, SPA, y cosas así. Al tercer día me encontré con un colega escritor, colombiano, y me  explicó que aquel era un barrio normal, él nació y se crió allí, pero entonces aprobaron una ley que permitía comprar a los extranjeros. 
"Y todo fue muy rápido, me dijo. Alemanes, americanos, italianos, españoles, una avalancha de extranjeros comprando rápido. Mi madre vendió el caserón nuestro por lo que ella pensó que era mucho dinero. Pero eso le alcanzó apenas para comprarse un apartamento pequeño en las afueras de la ciudad. Ahora yo me he demorado dos horas en autobuses y taxis para llegar aquí, a mi antiguo barrio, que ahora llaman el Centro Histórico. Y ya ves que no hay gente. No ha quedado nadie aquí. Todo el mundo vendió y se fue a las orillas de la ciudad. Por suerte, yo vivo en Italia y vengo aquí sólo de visita porque es desagradable ver esto. Para mí es muy desagradable."
Después he estado en otras ciudades donde el proceso ha sido muy parecido: Oaxaca, en México. Brujas, en Bélgica. Pero las palmas se las lleva Venecia. Es terrible. Sólo turistas.  Encontrar un pequeño supermercado es casi imposible. Quedan unos 57 mil habitantes, cifra que desciende cada mes. Y recibe 24 millones de turistas al año. Un turismo masivo. Los venecianos no soportan los altos alquileres ni el ruido y la incomodidad.  Ya no tienen a mano una frutería, una carnicería, un pequeño supermercado, un bar y se van a las ciudades dormitorios de los alrededores, donde la vida es más vida.
Por suerte este proceso no se desarrolla en todas las grandes ciudades que atraen millones de turistas. Madrid, por ejemplo. Resiste bastante. En el centro  sigue viviendo mucha gente  nativa, aunque claro, el gobierno cada vez que puede "limpia y despeja". La plaza de Tirso de Molina, por ejemplo, y la calle de La Montera. Ya casi no hay putas en La Montera. Unas pocas de Europa del Este. Las acosan para que se vayan a los polígonos industriales. Pero resisten.  Y hacen bien. Tienen derecho a resistir y hasta han organizado sindicatos de putas y se ha hablado de que podrán cotizar a la Seguridad Social para tener derecho a jubilación. ¿Quién lo iba a decir? Son todo un ejemplo. Putas con conciencia de clase. Parece un chiste, pero no. Es un concepto democrático que hay que defender. Es algo muy serio. Son putas y quieren ejercer donde siempre han ejercido su oficio: en La Montera, a un paso de Sol, donde hay bares, sex shops, y sobre todo más gente y más hombres necesitados de sus servicios. ¿Por qué las quieren mandar a esos polígonos desérticos y tristes en casa del carajo?
Es decepcionante ver que la ciudad de uno se convierte poco a poco en un parque temático desabrido, lleno de turistas corriendo de aquí para allá, haciendo fotos de todo. Se pierde el sabor de la vida. Hay que emigrar, alejarse a un barrio de las afueras. Y ya no es lo mismo. En La Habana ya empezó ese proceso. El Vedado, Centro Habana y La Habana Vieja por ahora son las zonas más buscadas por los que ponen sus negocios de alquiler de viviendas. Está bien, la economía se mueve. Ya lo sé.  Por suerte Eusebio Leal lo tiene claro. Varias veces ha dicho que la Oficina del Historiador, que dirige, cuida mucho que  sigan viviendo  los habaneros de siempre en la zona que recupera. "La Habana Vieja no debe convertirse en una vitrina para turistas". Lo ha dicho muchas veces. Y hasta ahora se cumple con esa idea central. Ojalá sigan así las cosas y no se desboquen atrás del dinero rápido. Crucemos los dedos.