Mi casa

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© Héctor Garrido

viernes, 15 de junio de 2018

EL PORNO NUESTRO DE CADA DÍA

Existen más de 30 millones de páginas porno en internet, o sea el 12% del total. Juntas reciben más tráfico que Netflix, Amazon y Twitter juntos, y aproximadamente la mitad de Youtube.
Los datos los he tomado de un dossier sobre porno publicado en el número de junio 2018 de la revista española lamarea, que a su vez ha tomado datos de fuentes muy confiables, como la Universidad de Amsterdam, por ejemplo.
Otros datos: cada mes hay 800 millones de usuarios en Youtube, 450 millones en sitios porno  y 217 millones en Twitter, Amazon y Netflix combinados.
En 2017 la web Pornhub, la más visitada, recibió 80 millones de visitas diarias. Más datos: 35% de los contenidos descargados en internet son pornografía. Del total de consumidores 70% son hombres y 30% mujeres.
En Pornhub las categorías más buscadas son Lesbianas, Hentai (Manga japonés) y MILF (Madre o Madura a la que me follaría, según sus siglas en inglés).
Después de más estadísticas  varios articulistas meten su descarga acerca de la violencia sobre la mujer en el porno, se quejan de que los orgasmos  son sobre todo de hombres y no de mujeres, el abuso y lo muy mal pagados que están los actores y actrices, las ganancias desmesuradas de los que controlan el negocio mientras explotan salvajemente a los actores, la necesidad de poner ya un control del sistema (léase Hacienda, Gobierno y los demás  eficaces controladores que nos ayudan a vivir más y mejor) etcétera. Hay tela por dónde cortar. Queda mucho por decir.
Mientras tanto sigue creciendo ese mundo descontrolado con más y más adeptos cada día. Un mundo que tanto ha cambiado desde aquellas humildes revistas en papel malo y unas pocas fotos en blanco y negro, que empecé a ver en la década de 1950 en una tiendecita cerca de mi casa en Matanzas.  Yo iba infantilmente a cambiar y comprar comics. Julio, el dueño, también le cambiaba  y vendía novelitas de Corín Tellado a mi madre, que leía tres o cuatro cada semana. No sé cómo sobrevivió. Era un local pequeño y muy atiborrado, con todas las revistas apiladas en el piso. Uno apenas podía moverse. Y  Julio nunca me dejaba pasar a la parte de atrás: "¡No, no! ¡Patrás no!  ¡Los muñequitos están aquí alante ná má!". 
Han pasado 60 años pero el porno sigue rodeado de misterio, estigma y escondedera.  Unos a favor y otros en contra. Todos muy atrincherados en sus posiciones machistas o feministas o intermedias.
En Cuba está prohibido el porno. Así. Te lo ponen directamente en un formulario de aduana que hay que rellenar al ingresar al país. Prohibido junto con armas de fuego, vegetales, semillas, objetos contundentes, etc. Si te cogen con un consolador de goma o una revista puedes pasar un mal rato. Creo que también está prohibido en Corea del norte, países musulmanes, etc.
En fin. A mí me gusta. Siempre me ha gustado desde que a los 13 años descubrí un líquido viscoso y blancuzco con un fuerte olor acre que salía disparado de mi cuerpo y llegaba a distancias de 2 metros. Vencí la censura que me imponía Julio porque encontré en una revista Bohemia unas maravillosas fotos de Brigitte Bardot con sus pechos casi totalmente al aire gracias a unos sostenes mínimos que apenas le cubrían los pezones. Sexo solitario. Después mi vida mejoró notablemente cuando pasé a tener novia, y no sé dónde metí aquellas fotos. Se perdieron. Ahora las busqué en internet para ponerlas  arriba, en la cabeza de este post, pero no están. Aparece BB muy vestidita siempre. Qué lástima. La nostalgia. 


lunes, 11 de junio de 2018

MEMORIAS DEL SUBDESARROLLO, 50 AÑOS

En agosto de 2018 cumple 50 años la inolvidable película Memorias del Subdesarrollo, dirigida por Tomás Gutiérrez Alea, y basada en la novela del mismo título de Edmundo Desnoes, publicada en 1965. Unos años después, en 1979, Desnoes era director de la Escuela de Diseño Industrial de La Habana, pero tomó una decisión tajante y se fue exiliado a Estados Unidos. No volvería a Cuba hasta enero de 2003, invitado como jurado del Premio Casa de Las Américas, ocasión en que además se presentó una nueva edición cubana de su novela. En todo ese tiempo en USA apenas publicó algo interesante. Se dedicó a sobrevivir, como ha dicho  en numerosas entrevistas. Intentó adaptarse  lo mejor posible al nuevo país y olvidar a Cuba porque "es desgarrador vivir dividido en dos partes y pensar siempre en Cuba".
Gutiérrez Alea en cambio siguió viviendo en Cuba, enfrentando todo tipo de problemas e incomprensiones y, contra viento y marea, logró unas cuantas grandes películas más, entre ellas La última cena, Los sobrevivientes, Fresa y chocolate, Guantanamera.
Cuando Desnoes publica su novela, en 1965, comenzaba  en Cuba una fuerte escalada  de control sobre la cultura que llegaría a su punto más álgido en 1971 con el caso del poeta Heberto Padilla. Todo este proceso ha sido estudiado y expuesto con detalle en los últimos años. Quizás uno de los estudios más completo y revelador es el libro La polis literaria, (Taurus, 2018) de Rafael Rojas.
En su momento  la novela y la película levantaron ronchas porque eran años de efervescencia e intolerancia y molestaba el punto de vista adoptado por el novelista y por el cineasta: ver la historia desde Sergio, un ex-empresario de clase media alta, con inquietudes intelectuales, que decide dejar que toda su familia se vaya al exilio en Miami mientras él se queda "porque sé lo que pasa en Miami pero quiero ver lo que va a pasar aquí".  Y Sergio se convierte en una especie de distante y alejado voyeur que, claro, no participa, sólo observa de lejos. Esa actitud tan burguesa de mantenerse al margen  sin inmiscuirse, molestaba a los que empezaban a repetir la consigna: ¡El arte, un arma de la revolución!
Sin embargo, creo que nunca fue una historia circunstancial, limitada temporalmente. Hoy en día se puede leer la novela y ver la película y encontrar una vigencia permanente en esa historia.  Es decir, es una historia que funciona por sí misma. No necesitamos referentes históricos para comprender y disfrutar esas dos obras. Son dos obras maestras definitivas de la literatura y del cine.