Mi casa

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© Héctor Garrido

lunes, 29 de abril de 2019

LA LÍNEA OSCURA

La edición cubana de La Línea Oscura, poesía escogida 1994-2016, ya está en circulación. Hace unos años salió en España por la editorial Verbum. En esa ocasión la selección llegaba hasta 2014. Ahora es un poquito más extensa. Aquí la hizo Ediciones Loynaz, de Pinar del Río. Tiene unas 250 páginas y poemas extraídos de diez libros escritos y  casi todos publicados en ese período de 22 años. En el postfacio escribí:
Tuve que releer muchas veces todos estos libros para seleccionar unos cuantos poemas de cada uno. Es fatigoso. Emocionalmente, quiero decir. Causa fatiga recordar el pasado, revivir todo lo que se debe olvidar. Leer de nuevo una autobiografía.
Cada poema es un apunte de una noche, de una pesadilla, de un huracán que se acerca arrasando por el Caribe, de una mujer, una bronca, un descalabro, un desastre, una borrachera salvaje. Tropelías, locura, brutalidad, ansiedad, remolinos inexplicables, viajes al centro de las tormentas. Una taza de té abre compuertas de acero. Y detrás el cataclismo.
Nunca he ido a psicólogos ni a siquiatras. Todo está en los poemas. Lo más profundo, lo más oscuro, lo más inquietante e inexplicable. Lo que se oculta. Lo que se debe olvidar.
Escribo poesía desde los trece años. Como muchos adolescentes. A esa edad escribí un pequeño poema de despedida para una noviecita. En San Luis, el pueblo de mis abuelos pinareños. Yo me iba al día siguiente. Le di el poema y una flor. Y me gustó eso de engatusar a una mujer. Desde entonces he escrito miles de poemas para algunas mujeres. Al final todas merecen un poema. Aunque me odien. Y también para mí. Para engatusarme yo mismo y seguir adelante en los peores momentos. Para entender qué coño está pasando, para acariciarme un poquito o para fustigarme con el látigo y saltar como un caballo de raza. Para rebasar mis noches de soledad, alcohol y oscuridad.
Estoy solo y borracho en medio de la noche, frente al mar, y soy el dueño del mundo. En esta azotea ha sucedido todo. Soy un príncipe loco y majestuoso. Un guerrero con dientes de sable. Un Buda eterno, en el infinito. Y un hombre simple, que solo intenta comprender algo, sin ataduras. Un rayo de luz. La poesía despeja las brumas. La poesía es la libertad total.

lunes, 22 de abril de 2019

DEMASIADO DISTRAÍDOS

En 1977 aún no existía internet, ni teléfonos móviles, tablets y toda la parafernalia que tenemos ahora. Pero ya en ese año, Saul Bellow (1915-2005), Premio Nobel de Literatura en 1976, se quejaba amargamente del enorme caos informativo que a diario tenía que soportar el ciudadano medio de este planeta. Al menos el ciudadano medio de USA y otros países desarrollados. 
En unas sesudas conferencias dictadas en marzo de ese año, y reproducidas en su libro Todo cuenta (Random House Mondadori, 2007), asegura: "La atención del público es como un continente invadido, conquistado, ocupado por una multitud de fuerzas: políticas, comerciales, técnicas, periodísticas, propagandisticas. Las enormes empresas designadas por la expresión "industria de la comunicación", informan, malinforman o desinforman al público sobre la política, las guerras y las revoluciones, sobre los conflictos raciales o religiosos, la educación, el derecho, la medicina, los libros, el teatro, la música, la cocina. Elaborar esa lista da una engañosa impresión de orden. Lo cierto es que nos hallamos en un insoportable estado de confusión, de distracción."
Y seguía: "...el New York Times contiene en un día laborable cualquiera más información que la que un contemporáneo de Shakespeare podía adquirir a lo largo de toda su vida... ¿Para qué queremos tal plétora de información? La mayor parte de ls noticias que nos ofrece el New  York Times no nos sirve para nada. Para envenenarnos, sencillamente."  Y tras abundar sobre el papel de la literatura como elemento sustancial de la cultura para ampliar nuestro horizonte y ayudarnos a pensar y a tener ideas  
propias, dice: "Lo que importa a los narradores de historias y novelistas son las esencias humanas descuidadas y olvidadas por un mundo distraído".
Bellow murió en 2005 cuando internet empezaba a extenderse y a conquistarnos con sus bondades. Y sigue. Todavía falta mucho. Mucho más. Según algunas fuentes, menos del 33% de la humanidad tiene acceso a internet. El precio que estamos pagando es alto. He preguntado a algunos jóvenes estudiantes de instituto preuniversitario, habaneros, de 18 años, de uno y otro sexo. ¿Cuántos libros has leído en toda tu vida? Se ríen, piensan un  poquito y me responden: "tres, cuatro, cinco, ninguno, dos." No son respuestas confiables, por supuesto. Probablemente es menos aún. Todos se están preparando para dentro de unos meses ingresar en la universidad en alguna carrera. Están al día con las redes sociales, las vidas de la farándula, la música, las series de TV, las películas de acción, pero les parece imposible dedicar unos días a leer un libro. Es que ni lo piensan, sencillamente. Para ellos, leer un libro es  algo tan extraño, difícil, imposible, como hacer un viaje a la Luna.
Cada día se lee menos. Es fácil encontrar las cifras de ventas de libros. Se reducen cada año. Jorge Herralde, ex de Anagrama, me decía hace unos meses: "Es que los jóvenes no dedican su dinero a comprar libros". Claro, lo invierten en supermóviles, tablets, etc. 
Trato de no ser catastrofista, pero, objetivamente,  a este paso, me parece que en  un máximo de 20-30 años, cuando mucho, ya no existirán los libros de papel, sólo los ebooks. Habrá menos escritores, menos editoriales, menos librerías y menos lectores.  Menos literatura. Menos pensamiento humanista. No debemos hacernos ilusiones. Es un proceso mucho más rápido e irreversible de lo que desearíamos. Y no será doloroso porque esos jóvenes que hoy tienen 18 años no aman los libros, así que no tendrán "pérdidas". Al contrario, se alegrarán de  no tener libros en casa. Así no habrá polvo y polillas en los estantes. Como mis padres se alegraron de dejar atrás los quinqués y faroles de queroseno y poder enceder una bombilla eléctrica sólo con un click en el interruptor. Mucho más limpio y fácil.
Algunos escritores ya se quejan de que venden mucho menos cada año. Javier Marías, por ejemplo, lo ha escrito en su página en El País Semanal. Otros son más discretos porque es desagradable reconocer rn público que cada año vendes menos libros. Pero, bueno, no podemos tener miedo al futuro. Hay que sonreir y seguir adelante. De momento, en julio próximo (2019), Anagrama publicará mi última novela, Estoico y frugal.  Cuenta una historia de Pedro Juan en Europa, concretamente, en España, Alemania e Italia, en el invierno de 1998. Un poco más adelante, Anagrama también publicará Diálogo con mi sombra, sobre el oficio de escritor. Que es un diálogo entre el personaje Pedro Juan y el escritor Pedro Juan Gutiérrez, sobre cuestiones específicas del oficio de la escritura de ficción. En fin, seguimos, sonríamos y no pensemos en el apocalipsis.