Mi casa

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© Héctor Garrido

miércoles, 24 de septiembre de 2014

EL DETECTOR DE MIERDA

Acabo de leer La camarera (The Cocktail Waitrees, 2012), la última novela que escribió James M. Cain (1892-1977). El famoso autor de Pacto de sangre (1943)y de El cartero siempre llama dos veces (1934). En total publicó en vida unos 19 títulos. Todos fueron folletines baratos de gran tirada, portadas estridentes y nada más. Y otros 4 folletines que le han endilgado después, aprovechando que ya el tipo no puede opinar. Lo mejor que escribió fue El cartero y Pacto, que siguen siendo dos novelas de culto en el género negro,  que me gustan mucho y releo cada unos cuantos años. Lo demás se ha olvidado, como es lógico. Ya tenía casi 83 años cuando emprendió la escritura de La camarera. No le salía. Se conservan los manuscritos donde cambiaba todo una y otra vez. Pasó dos años luchando con aquello hasta que al fin  murió sin terminarla. O sí la terminó pero él sabía que no funcionaba. Nunca llegó a una versión definitiva. Ahora un editor astuto, Charles Ardai, recuperó el manuscrito que se había quedado olvidado en la oficina del agente de Cain. El editor -en un epílogo- confiesa que tuvo que editar a fondo porque había muchas variantes para cada párrafo. Al fin  nos da un texto que parece un Frankestein. Es una novela inconsistente, floja, tonta, nada convincente, con una protagonista que actúa de un modo irreal y dando traspiés. En fin, Cain queda muy mal parado con este adefesio.
Nos cuenta mister Ardai: "En 1975 James M. Cain tenía casi 83 años, moriría al cabo de dos años, su estrella que se había elevado tan meteóricamente en los años 30 y 40, cayó con la misma velocidad meteórica. Se trasladó del este de Hollywood a Hyattsville, Maryland, donde sufrió una dolorosa enfermedad cardíaca que lo iba consumiendo: angina de pecho."
Y en esa situación intenta escribir en primera persona sobre una mujer común y corriente -Joan Medford- que pretende salir adelante en la vida y se ve enredada en situaciones difíciles con dos o tres asesinatos por el medio. Pero ya el escritor no es el mismo. En algún momento fue considerado por unos pocos,  uno de los tres grandes de la ficción negra de USA. Los otros  serían -obvio- Raymond Chandler y Dashiel Hammett. Creo que  es un exceso calificar a Cain al mismo nivel de los otros dos. Ni de lejos. Pero no voy a entrar en detalles. Por cierto, Chandler, que era muy venenoso, odiaba a Cain y escribió sobre él: "Es todo lo que detesto en un escritor...". Pero es mejor no escuchar nunca a un escritor hablando sobre otro escritor vivo. Los muertos siempre son estupendos.
Bueno, pues el ancianito tuvo el buen tino -evidentemente tenía el cerebro claro- de saber que su novela no funcionaba y jamás la entregó para la imprenta. Ya el escritor estaba agotado. O no tenía suficiente fuerza para  escribir sobre un tema tan duro. En fin, lo que fuera. No funcionaba. Y él lo sabía. Y su agente y su editor en aquel momento lo respetaron y no la publicaron.
Ahora  viene este editor, la "rescata", la rearma a su antojo y la publica. ¡Un fiasco!
Sucede con frecuencia. Los escritores escribimos mucho. Es un vicio. Escribir algo todos los días. Yo, por ejemplo, me inventé este blog y además llevo un diario. Así no escribo cuentos, poemas y novelas sin parar, como un loco. ¡No! Escribo en el diario todas las barbaridades que se me ocurren y todo queda en casa. Así y todo, dejaré mucho sin publicar. Libros enteros que están por ahí, escondidos. Todos dejaremos mucho sin publicar. Hay que respetar a los lectores. Y, sobre todo, respetarse uno mismo. Tomar distancia y decir: "Esto que acabo de escribir es una mierda". Y no creer que somos infalibles y estupendos las 24 horas del día los 7 días de la semana. Ya lo decía Hemingway: "Hay que tener encendido siempre el detector de mierda".


1 comentario:

  1. vale, "la camarera" no está a la altura de "pacto de sangre" y "el cartero siempre llama dos veces" pero para mi James M. Cain está a la altura de Chandler y Hammett.

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