De nuevo he leído esta biografía de Anton Chejov, publicada por Salamandra en 2022. La rusa Irene Nemirovski la escribió en París en 1940, pero los nazis la internaron en el campo de concentración de Auschwitz, donde murió, posiblemente de tifus, el 19 de agosto de 1942.
Albin Michel la publicó en 1946 al término de la guerra. Esta editorial dio a conocer uno o dos libros más de Nemirovski y después cayó en el olvido. Se hizo un largo silencio hasta que en 2004 sus hijas encontraron algunos manuscritos y de este modo azaroso salió a a luz Suite francesa. Tuvo un éxito inmediato y relanzó a la fama a la autora. A partir de ese año se han publicado en numerosos idiomas todos sus libros. A mí me encanta esta maravillosa escritora ruso-francesa.
La vida de Chejov es una visión muy personal y concisa sobre el autor ruso, nacido en la ciudad de Taganrog el 29 de enero de 1860, en una familia numerosa y pobre. Antón quería estudiar medicina para sacar a su familia de la pobreza. En 1876 ya están todos en Moscú. Su padre, su madre, cuatro hermanos y una hermana. En cartas de esos años se evidencia el hambre y las carencias que tuvieron hasta que se van encaminando poco a poco.
En 1880 en un periodiquillo humorístico publica su primer relato corto. Por dinero. Le era muy fácil escribir. Fijarse en el entorno y redactar cuentos, viñetas, muy breves.
Le costó mucho pero al fin fue conocido y ese mismo año de 1880 publica nueve relatos. En 1881 trece. En 1885 ciento veintinueve publicaciones entre cuentos, sainetes y artículos.
Contrajo la tuberculosis, que lo hizo sufrir durante largos años. Escribió obras de teatro como El jardín de los cerezos y otras más. Pero el fuerte, como sabemos, son sus cuentos que marcan un modo de hacer. Nemirovski enfatiza que Chejov poseía un carácter independiente, escéptico y burlón, como se aprecia siempre en sus escritos. En su corta vida logró la fama y la fortuna pero lo más importante es que marcó un modo original y único de escribir, sobre todo el relato corto. Y por eso es un Maestro que abrió nuevas e insospechadas puertas en el laberinto infinito de este oficio de la escritura.
En una cálida noche, 15 de de julio de 1904, tenía apenas 44 años, murió en el balneario de Badenweiler, en la Selva Negra de Alemania. Lo acompañaba su esposa, la actriz Olga Knipper, y un médico. Pidió una botella de champagne, según cuenta Olga en sus memorias. Ya estaba muy mal pero tuvo ánimo para sonreir y brindar con la copa en alto. Pronunció sus últimas palabras, en alemán: Ich sterbe (me muero). Se acostó sobre el costado izquierdo y suavemente dejó de respirar.
En su amplia correspondencia dejó numerosos consejos para escritores, sobre todo de cuentos. Creo que el principal es: elegir lo que ocurre todos los días, lo cotidiano, no lo excepcional.