Mi casa

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© Héctor Garrido

domingo, 10 de agosto de 2025

EL FANTASMA DE HEMINGWAY

 

A media mañana, yo iba caminando por Prado, entretenido, pensando en algo, cualquier tontería. Y de repente, en la esquina de Prado y Neptuno, aparece Ernest Hemingway, sonriente, caminando aprisa y de frente a mí. Era muy alto. Me sacaba una cabeza o más. Y yo mido 1,78.

Me quedé tan asombrado que paré de caminar y no me moví. Alelado. ¿Qué pasa? ¿El fantasma de Hemingway? Estupor total. Mi cerebro se detuvo.

Pero no era un fantasma. Eran muchos fantasmas. Venían detrás. También sonreían y caminaban aprisa. Era una pandilla. El más idéntico al escritor era el que caminaba delante. El líder de los fantasmas. Los otros eran casi iguales, pero con menos estatura, o barrigones. Detalles. Era un grupo de diez o doce Hemingways.

Siguieron aprisa, muy concentrados en sí mismos, supongo que sabían que si caminaban rápido llegarían pronto al hotel o a donde fueran y nadie les molestaría para pedirles un autógrafo o un selfie. Iban a su bola.

Entonces recordé el festival que hacen cada año en Key West, Florida, siempre en el mes de julio, alrededor del cumpleaños del escritor, que nació el 21 de julio de 1899, en Illinois.

Salí de mi estupor. Hemingway vivió algunos años en Cayo Hueso, cuando era joven. Tuvo allí una casa desde  1939. Después compró Finca Vigía, en San Francisco de Paula, unas colinas hacia el sureste de La Habana desde donde se aprecia la ciudad y el mar. Allí vivió desde 1940 hasta 1961 y fue su residencia más estable.

El festival de Key West dura varios días. Le dan un premio al señor que más se parezca a Hemingway. Y además un concurso de cuentos, torneos de pesca, abren el museo situado en la casa donde vivió el escritor. Venden sus libros, por supuesto. Corre el whisky y la cerveza. Y más. Todo muy entretenido.

Festivales turísticos así se hacen en otros lugares del mundo para recordar a Shakespeare, a Dostoievski, a Joyce, etc.

Así que está bien. Hemingway, que  adoró la fama y el dinero, tiene aquí su fiesta particular. Por cierto, en 2024 fue más intensa porque el escritor cumplía 125 años. Ahora, la de 2025 fue más tranquila, relativamente. A uno siempre se le queda la pregunta: Y de toda esta gente qua van allì y se divierten y beben y se ríen y gozan, ¿cuántos habrán leído algún libro de Ernest Hemingway? ¿Cuántos se llevarán a su casa un libro de este autor para leerlo después, en la tranquilidad y el silencio de sus casas?

No quiero responder.  Lo dejo ahí.



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