Mi casa

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© Héctor Garrido

miércoles, 20 de agosto de 2025

ADIOS, HASTA SIEMPRE

 


Este selfi lo tomé hace tres o cuatro meses. En Centro Habana, en la esquina de Galiano y Laguna, en los portales, quedaban seis o siete de estos teléfonos públicos. De monedas. Ya no funcionaban. Nadie los miraba. No existían. 

Tomé el selfi sólo para guardar un recuerdo. Pensé que esos aparatos se quedarían allí como dinosaurios, durante años y años. Ingénuo. 

En pocos días desaparecieron. Alguien descubrió que son objetos vintage. Y se los robaron en unas cuantas noches. Para venderlos, obvio.

Cada día por la mañana faltaba uno. Y otro y otro. Ya se acabaron. Ahora servirán de objeto decorativo en algún bar, en algún restaurante. Sacados de contexto pueden ser bonitos, como sabe todo el mundo.

Creo que eran los últimos que quedaban en toda La Habana. No sé. Al menos yo no he visto más en ninguna parte.

Se acabaron los teléfonos públicos. Y poco a poco se acabarán los teléfonos fijos. Por ahora subsisten. Los utilizan en sus casas miles de viejitos sobre todo. Siguen subsidiados. Es decir, son muy baratos. Y prestan un servicio necesario, sobre todo a las personas con ingresos muy bajos. 

Mientras tanto, el móvil sigue su ascenso indetenible, a pesar del reciente subidón brusco de las tarifas. La modernidad  se impone. La comodidad.


jueves, 14 de agosto de 2025

NATALIA GINZBURG



 

Acabo de releer  Léxico  familiar, después de algunos años. Es decir, había olvidado todo. Y lo he leído con inocencia, como si fuera la primera vez.

Cada día me gusta más leer libros escritos por mujeres. ¿Por qué? No sé explicarlo. Un teórico, un investigador, seguro encontraría fácilmente las claves y me daría una clase racional y bien documentada. O todo un curso universitario de un semestre. Yo, pobre de mí, admiro a ese tipo de personas. Por lo regular no pueden escribir pero pueden explicar. 

Sólo que son sus explicaciones. Generalmente alejadas de las ideas al respecto que tiene el propio autor. Pero está bien. Hacen lo que pueden. Y creo que ayudan a comprender.

Natalia nació en Palermo en 1916 y murió en Roma en 1991. Es decir, casi todo el siglo XX,  Mussolini y Segunda Guerra Mundial incluídos. Y el auge del socialismo y el comunismo.  Un siglo estridente, para decir lo mínimo.

Sin embargo, Natalia construye su relato con simples detalles familiares. Cómo hablaba el padre, los chistes repetidos, las comidas frugales en los tiempos de escasez y las abundantes en otros momentos, las criadas, cocineras y sirvientas, los amigos cercanos y lejanos, los  parientes que se van y ya se pierden para siempre.

En fin, es un arte extraño. Natalia utiliza sólo lo más simple. Aquello que más bien serviría como información de apoyo. Para ambientar un relato más sólido. 

Ahí está, creo, el toque femenino, la visión femenina del relato.  Encontrar la importancia de que cenemos esta noche sólo con una natilla es todo un lujo porque en medio de la guerra era difícil encontrar huevos, leche y azúcar. Y ya. Lo dice apenas en dos o tres líneas y sigue adelante. Un escritor hombre no le daría importancia a la natilla. Seguro que buscaría algo más contundente.

Y el libro se sostiene. Tienes que leer hasta el final. 

En alguna entrevista dijo que evitaba escribir sobre cosas desgradables.  Claro. Su vida fue muy fuerte, muy intensa y dolorosa. Así que inventó un modo  de escribir en que el lector va añadiendo lo que está oculto ahí, entre líneas. Parece una novela inocente, pero en realidad es una bomba de tiempo. Cuando pasan los días sientes que tú estabas allí y que eras un primo o un hermano o un amigo muy cercano de la familia. Casi nada.  Ya quisiera yo.


domingo, 10 de agosto de 2025

EL FANTASMA DE HEMINGWAY

 

A media mañana, yo iba caminando por Prado, entretenido, pensando en algo, cualquier tontería. Y de repente, en la esquina de Prado y Neptuno, aparece Ernest Hemingway, sonriente, caminando aprisa y de frente a mí. Era muy alto. Me sacaba una cabeza o más. Y yo mido 1,78.

Me quedé tan asombrado que paré de caminar y no me moví. Alelado. ¿Qué pasa? ¿El fantasma de Hemingway? Estupor total. Mi cerebro se detuvo.

Pero no era un fantasma. Eran muchos fantasmas. Venían detrás. También sonreían y caminaban aprisa. Era una pandilla. El más idéntico al escritor era el que caminaba delante. El líder de los fantasmas. Los otros eran casi iguales, pero con menos estatura, o barrigones. Detalles. Era un grupo de diez o doce Hemingways.

Siguieron aprisa, muy concentrados en sí mismos, supongo que sabían que si caminaban rápido llegarían pronto al hotel o a donde fueran y nadie les molestaría para pedirles un autógrafo o un selfie. Iban a su bola.

Entonces recordé el festival que hacen cada año en Key West, Florida, siempre en el mes de julio, alrededor del cumpleaños del escritor, que nació el 21 de julio de 1899, en Illinois.

Salí de mi estupor. Hemingway vivió algunos años en Cayo Hueso, cuando era joven. Tuvo allí una casa desde  1939. Después compró Finca Vigía, en San Francisco de Paula, unas colinas hacia el sureste de La Habana desde donde se aprecia la ciudad y el mar. Allí vivió desde 1940 hasta 1961 y fue su residencia más estable.

El festival de Key West dura varios días. Le dan un premio al señor que más se parezca a Hemingway. Y además un concurso de cuentos, torneos de pesca, abren el museo situado en la casa donde vivió el escritor. Venden sus libros, por supuesto. Corre el whisky y la cerveza. Y más. Todo muy entretenido.

Festivales turísticos así se hacen en otros lugares del mundo para recordar a Shakespeare, a Dostoievski, a Joyce, etc.

Así que está bien. Hemingway, que  adoró la fama y el dinero, tiene aquí su fiesta particular. Por cierto, en 2024 fue más intensa porque el escritor cumplía 125 años. Ahora, la de 2025 fue más tranquila, relativamente. A uno siempre se le queda la pregunta: Y de toda esta gente qua van allì y se divierten y beben y se ríen y gozan, ¿cuántos habrán leído algún libro de Ernest Hemingway? ¿Cuántos se llevarán a su casa un libro de este autor para leerlo después, en la tranquilidad y el silencio de sus casas?

No quiero responder.  Lo dejo ahí.