Estos bichos extraños al parecer surgen de las paredes derruídas. No avisan. Aparecen sorpresivamente en lugares inesperados. Duran unos pocos días. O semanas cuando más. Alguien viene, pinta la pared y el bicho desaparece. Pero son indestructibles. Aparecen de inmediato en otro lugar.
Hace unos días, a las diez de la mañana, veo al padre de los bichos, pintándolos en un muro arruinado. Yo creía que los dibujaba de noche, a escondidas. Pues no se esconde, como hace Banksy y muchos más. Este se llama Yulier P. Al menos así firma. Tiene una puntería estupenda para integrar su dibujo con los ladrillos expuestos y los trozos de repello que se caen, devorados por el salitre, el viento, la lluvia, el tiempo, la desidia, la pobreza.
Yulier es un dibujante espectacular y rápido. En una hora produce uno de estos bichos. Cuando lo vi le hacía fotos a su cuadro. Él sabe que la regla número uno del grafiti es: Vida efímera. Si hay algo seguro es que los bichos tendrán una vida corta o muy corta. Usa un pulóver rojo que pone: RESPETO AL ARTE URBANO. Pero no pertenece a ningún grupo. Como buen grafitero es libre, independiente e individualista. Es sólo una mota de polvo que se lleva el viento. Actúa solo hace años y vive en el barrio. A veces los mismos vecinos llaman a la policía, me cuenta. Yulier es un tipo apacible. Si se lo llevan en la patrulla a la jefatura..."Bueno, entonces es más complicado pero nunca me han llevado a juicio. Lo resolvemos hablando. Otras veces los policías me dejan tranquilo y me dicen: "Ésto es sólo arte".
Muy significativo ese juicio en boca de un policía. Es sólo arte. Cada vez hay más artistas jóvenes que hacen grafitis en La Habana. Desde hace pocos años. Se atreven. Unos años atrás era impensable. Ninguno protesta ni maldice. Es sólo arte. Por ahora.
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