Mi casa

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© Héctor Garrido

lunes, 3 de octubre de 2016

GASTÓN BAQUERO VISIBLE

La  Poesía Completa de Gastón Baquero acaba de ser publicada en Cuba por Ediciones La Luz, de Holguín. Hace un año esta misma pequeña editorial, de escasos recursos, publicó una amplia y atinada selección de sus ensayos. Son libros gruesos. La poesía con casi 500 páginas y los ensayos con casi 600. 
El tomo de poesía había sido editado antes por Pío Serrano, en Madrid, y publicada por Verbum. Los ensayos fueron compilados en la Isla.
Es una señal positiva. Cuando un poeta y ensayista tan exquisito se hace visible podemos presumir que algo se mueve favorablemente.
Gastón Baquero (Banes, 4 mayo 1914-Madrid, 15 mayo 1997) nació en una cuna humilde. Muy joven emigró a La Habana y llegó a ser Doctor en Ciencias Naturales y desde 1945 jefe de redacción del derechista y ultraconsevador Diario de La Marina. En los primeros meses de 1959 se le prohibió publicar en la prensa cubana y fue cerrado el diario. Baquero se exilió en España en abril de 1959, tres meses después del triunfo revolucionario. Su obra poética fue totalmente ignorada en Cuba. Baquero no existía. No es que estuviera en el exilio. Era que no existía. Nunca había existido. Esto fue una práctica común con todos los artistas y escritores que se iban al exilio. En Cuba se borraban. Decenas y decenas de músicos, cantantes, cineastas, escritores, etc, de primera línea, dejaron de existir de ese modo. Eran "traidores" y punto.
En 1993 un grupo de jóvenes del Instituo Superior de Arte, de La Habana, dio a conocer en su revista  Credo, de ínfima tirada, diez poemas inéditos de Baquero. Y desde entonces, poco a poco, el poeta dejó de ser un fantasma maldito para ganar visibilidad. En toda su vida publicó más de diez cuadernos rigurosos de poesía. Todos, más algunos poemas sueltos o publicados en revistas, están en este tomo que comento.
Quiero suponer que pasada la tormenta las aguas retornan a su cauce. Apartadas y dejadas atrás las heridas políticas, siempre dolorosas y difíciles para cicatrizar, quiero creer que en Cuba seguiremos viendo libros como éste y que podremos leer las obras completas de grandes escritores cubanos que se fueron al exilio. Sufrieron el castigo lacerante que significa siempre el exilio y además el ostracismo. Algunos, ya mayores, con los que he hablado en mis viajes por aquí y por allá, todavía sangran por la herida. Otros son mucho más compasivos y serenos. No obstante, ojalá pronto podamos leer en Cuba todos los libros de Cabrera Infante, de Guillermo Rosales, de Severo Sarduy y de otros cuantos imprescindibles en el cuerpo literario cubano. Claro, sin prisas. Es un proceso. Paciencia.

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