Todo empezó en los viajes. Aeropuertos, estaciones de trenes y autobuses. Grandes espacios. Luces y sombras. Enormes ventanales que dan al exterior. Gente apresurada, de paso. Espacios que no son de nadie y son de todos. Y empezaron a surgir cuadros. Después los mercados. Sao Paulo, Lisboa, Barcelona, Dresde, Londres, Málaga, Baelo Claudia, y no sé cuántas ciudades más. Poco a poco había más y más cuadros, pintados casi siempre al atardecer. En el silencio. Cuando apenas quedan una o dos horas de luz. No es una tarea, no es un proyecto. Es una necesidad. Lola pinta lo que vio hace unos días. Tomó fotos. Algún boceto a lápiz es suficiente para recordar las esencias. No se trata de captar detalles.No es necesario ser minucioso. Molestaría ser minucioso ya a estas alturas. Grandes planos de luz y sombras y unos pocos colores lo definen todo.
Después Lola paseaba por las tardes por el Matadero de Madrid. Muchas veces. Volvía siempre. Allí apenas limpiaron las huellas de la sangre. Los berridos de los animales sacrificados todavía están impregnados en las paredes. Es un lugar sanguinario. Han dejado las naves con toda la brutalidad de entonces. Hay cierta magia, tenebrosa. Tinieblas. Un espacio oscuro, con pocas luces. Lola hizo un video. La gente entra y sale a través de gruesas cortinas de plástico opaco. Ya no hay sangre. Ahora hay música, cine, exposiciones, teatro. Se ha transformado el lugar.
Después, en Cuba, vino la fascinación por los extraños muñecos de yeso. El kistch. Los muñecos baratos. Es una tradición. Adornos de la gente más pobre. En los campos sobre todo. Remedos lejanos de las porcelanas finas de los ricos. Años cargando muñecos desde Cuba. Algunos sobrevivieron a los golpes que reciben las maletas. Y entonces se produjo el choque. Una explosión entre un modo y otro de ver el mundo. Un estallido entre el Viejo y el Nuevo Mundo. Todo eso está aquí, en esta exposición. Años de observar y reflexionar. Todo aquí. Concentrado. La exposición se llama Zona Uno y se exhibe en el Convento de Santo Domingo, en La Laguna, Tenerife. Hasta el 26 de mayo 2016.
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