Siempre me sucede: leo un poco de aquí y de allá y en algún momento estoy leyendo diez o doce libros. Por ejemplo, ahora mismo, acabo de leer Los restos del día, de Kazuo Ishiguro y tengo muy avanzada la lectura de dos libros de budismo: El Libro Tibetano de la Vida y de la Muerte, de Sogyal Rimpoché, y Develando los misterios del nacimiento y la muerte, de Daisaku Ikeda. Al mismo tiempo leo fragmentos más o menos extensos de El Libro de quizás y de quién sabe, de Eliseo Diego. El Gatopardo, de Lampedusa. El viaje suicida, de William Styron. El mundo según Garp, de John Irving. El Arte de la Prudencia, de Baltasar Gracián. Infancia, de Nathalie Sarraute. Primer amor, últimos ritos, de Ian McEwan. Además me espera una caja con unos 15 libros del "British Team" de Anagrama, que amablemente me acaban de regalar en la editorial, y creo que sí los voy a leer todos poco a poco. También anoche empecé a leer El ahorcado de la iglesia, de Georges Simenon. Y ya. Caí en la trampa. Tuve que hacer un esfuerzo para soltarlo y acostarme a dormir a eso de las 12 de la noche. Hoy seguiré en cuanto termine esta nota. Creo que nos sucede a todos. Simenon lo atrapa a uno. Tiene determinados resortes que no te dejan soltar el libro. Simenon era de Acuario, un tipo muy emocional e intenso. Alardeaba de haber tenido sexo con más de 30 mil mujeres...casi todas putas, añadía. Pero otros excesos si son absolutamente comprobables: Escribió 192 libros con su nombre y unos 30 con unos 27 seudónimos. Vendió unos 550 millones de copias en 55 lenguas. Según contó en muchas entrevistas tardaba dos meses en elucubrar una trama y después escribía en una o dos semanas. Cuando se puso mayor le subía mucho la presión arterial en los pocos días que dedicaba a escribir una de sus novelas. Tanto que el médico le obligaba a escribir sólo una novela cada seis meses. Lo cuenta, jocoso, en una excelente entrevista que le hicieron en The Paris Review. Simenon murió con 86 años, en Lausana, en 1989. Yo ahora -para ser sincero- estoy estudiando su técnica de escritura. Porque tenía un sistema, que aplicaba una y otra vez. Para eso se inventan los sistemas. Nadie desarrolla una metodología para después no aprovechar su invento. Lo mismo hicieron Agatha Christie, Patricia Higsmith, y todos los grandes escritores de thrillers. Así que sólo por diversión estoy leyendo con el bisturí en la mano. Haciendo una disección minuciosa de cada página. De cada párrafo. Y voy sacando detalles. Muchos.
Que descubra o sistema.
ResponderEliminarSeria genial um policial de Pedro Juan Gutiérrez. Com pouco sexo e um grande mistério.