Mi casa

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© Héctor Garrido

lunes, 21 de diciembre de 2015

A PLENO SOL, SIN PRISA

Siempre recuerdo el sorprendente final de A pleno sol, con Alain Delon, basada en la novela El talento de Ripley, de Patricia Highsmith. La vi cuando se estrenó, hace más de 40 años, y no se me olvida. En su libro Suspense: cómo se escribe una novela de intriga, ella asegura: "Ningún libro fue para mí más fácil de escribir que El talento de Ripley. A menudo tuve la sensación de que Ripley lo estaba escribiendo y yo meramente estaba mecanografiándolo...Los buenos libros se escriben solos...Si el escritor piensa acerca de su material el tiempo suficiente, hasta que se vuelve parte de su mente y su vida, y se acuesta y se despierta pensando en él, cuando al final se siente a trabajar fluirá con voluntad propia. Un escritor debe sentirse en sintonía con su libro mientras lo escribe, ya le lleve seis semanas, seis meses, un año o más".
Esto conecta con el famoso consejo de Hemingway: "Deja de escribir hoy en un punto en que sepas cómo vas a continuar mañana". Lo cual es un consejo sano para evitar algo que aterra a todo escritor: Un bloqueo, no saber cómo continuar el relato.
Creo que esos dos consejos son esenciales: Pensar continuamente en el libro que escribo y dejar la tarea en un punto en que sé lo que sigue a continuación. De ese modo cuando me siento por la mañana a escribir todo fluye sin esfuerzo, con naturalidad. Y sobre todo: se logra que lo que uno escribe funcione y sea creíble.
Hace muchos años, en la década de 1980, yo escribía poemas y cuentos intentando aprender  a escribir. Estuve en ese proceso de entrenamiento casi 30 años. Desde 1967 más o menos, cuando al leer Desayuno en Tiffanys, tuve mi primer impulso firme y definitivo hacia la escritura. Veinte años después, en los ´80, yo seguía intentando aprender. Y escribí una serie de cuentos basados en historias que escuché a mineros del cobre en Minas de Matahambre, una zona de montañas, al noroeste de la provincia de Pinar del Río. Yo era periodista y tenía que ir allí con frecuencia a hacer  entrevistas tontas, rutinarias y aburridas. Pero allí había una cantina popular donde vendían cerveza barata. Allá nos íbamos por las tardes y tragando jarras de cerveza ellos me contaban anécdotas de extraños sucesos en las minas.
Por ejemplo, había un tipo con el pelo y la piel muy blancos. Había perdido todo el pigmento. Le sucedió en un derrumbe. Se quedó enterrado, solo, en un rincón mínimo, casi sin oxígeno. Sus compañeros demoraron casi un día en excavar hasta llegar a él. El miedo a morir ahogado arrasó con todo el pigmento de su pelo y su piel. Allí estaba el hombre, que me miró desconcertado. Hizo un gesto enarcando las cejas y nada más. Miró a otro lado. Quería olvidar aquel suceso.
Después escribí un cuento con esa historia. No funcionaba. No era creíble. No convencía y sonaba estúpido.
Escribí toda una serie de cuentos  que se desarrollaban con las historias de los mineros. Nada. Mierda. No funcionaban. Otro de los consejos de Hemingway es que hay que tener siempre conectado el detector de mierda.
¿Por qué no servían aquellos relatos?
No sé. No tengo una respuesta exacta porque hablamos de algo tan escurridizo como es la escritura. Supongo que yo escribía desde fuera. Yo no era minero, no vivía en aquel pueblo, nunca había trabajado jornadas de 8 horas sudando a un kilómetro de profundidad. No conocía el miedo latente a un derrumbe sorpresivo. Y por tanto escribía de un modo superficial. Escribía "desde afuera". Creo que hay que conocer muy a fondo a la gente, las situaciones y el contexto. Y lo otro es que hay que darle tiempo. Mi querida Grace Paley afirmaba que debía transcurrir mucho tiempo entre tener una experiencia y poder escribir sobre el asunto. "Mucho tiempo" pueden ser 20 años.
Si eres un neófito no sabes esto. Los mineros me contaban algo el jueves y yo el sábado me sentaba a escribir. Sin haber interiorizado lo suficiente. Hay que dejar que el subconsciente trabaje y sedimente. Escribir es un proceso intuitivo. "Un escritor dispone sólo de su intuición", decía Hemingway. Bueno, creo que sí es esencial la intuición y algo más. El tiempo de sedimentación. Como el caldo de uvas para hacer vino. Hay que darle su tiempo de maduración. Sin prisa.

3 comentarios:

  1. Excelente. El proceso madurativo hace que salgan textos maravillosos, al contrario, de esos libros de aeropuerto, que son solo basura comercial. Que viva la literatura; el único universo donde todos somos iguales ante la historia y el libro.

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  2. Tienes razón. Estoy en punto de escribir tonterías. Mi suerte es que mi detector trabaja más duro que yo. No hay nada más feo y desinteresante que la superficialidad. Ahora estudio mucho y escribo menos. Y tu, porfa: escribe más!.

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  3. al fin! no sé cómo pero puedo al fin (y con letras de máquina) ponerte algunas palabras, que dudo que leas, Pedro Juan, después de batallar duramente con las alternativas computacionales de Google, ahora se supone que tengo un Blog, ni idea para lo que sirve, yo sólo quería comunicarme contigo, contarte que acabo de terminar un libro tuyo, no estoy seguro si lo había leído ya antes, probablemente hace más de diez años... bueno, entonces como siempre, te busqué en Google naturalmente y no es la primera vez. Esta vez es un libro totalmente desarmado, edición de bolsillo con todas las páginas sueltas pero no le faltaba ninguna, el último capítulo, que leí justamente sentado en el W.C. se llama "OOh el Arte". Son muy buenos tus posteos o como se llame que están en tu blog, debo decirte que tenemos casi la misma edad, yo nací el 30 de diciembre de 1950 y soy chileno, pintor y lector. Me doy por satisfecho de haber podido dirigirte estas palabras esta noche como si fuera un mensaje en una botella lanzada al mar. Vale

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