Franz Kafka empezó a escribir diarios a los 27 años, en 1910, y continuó hasta 1923, un año antes de morir.
Falleció en el sanatorio de Kierling, cerca de Viena, el 3 de junio de 1924, debido a la tuberculosis, que lo atormentó desde 1917.
Existen varias ediciones en español de sus diarios. La colección DeBolsillo tiene una excelente edición de casi 900 páginas, con todos sus diarios y otros cuatro que escribió mientras viajaba. Estos diarios se los debemos a su amigo y albacea Max Brod, que como sabemos, desobedeció las instrucciones de Kafka y no destruyó nada. Todo lo contrario, publicó todo. O casi todo. Por ejemplo, no creo que en el último año de su vida no escribiera un diario. Estos cuadernos eran el refugio íntimo de Kafka. Hay que leerlos para comprender más a fondo su escritura. Su proceso de creación, que no era un proceso racional y lógico sino todo lo contrario. Se sospecha que, como sucede casi siempre con los diarios de escritores, Brod cortó por aquí y por allá apuntes demasiado íntimos.
En su última nota de 23 de junio, 1923, escribe: "...paseos, noches, días, incapaz de nada, excepto de dolores", Y una línea después: "Cada vez más angustiado cuando escribo".
Ese es el tono constante. Es agobiante. La expresión íntima de una vida agobiada al extremo de la paranoia. La familia, el padre, el matrimonio, Felice Bauer, los amigos, la circuncisión, las hermanas, la vida sexual (o la no vida sexual) en el matrimonio, las pesadillas, el miedo, la indecisión, las dudas. La sensación de fracaso en todo sus escritos. Todo. Absolutamente todo pasado por el tamiz negro y gris de su día a día.
Había nacido en 1883 en Praga y murió con 41 años. Creo que no tuvo suficiente tiempo. Entre sus apuntes en los diarios continuamente aparecen diminutos relatos, diálogos, descripciones, escritos con la idea de utilizarlos depués en algún texto. Una imaginación desbordada, incesante y sobre todo angustiada. No comprende nada, dudas y más dudas, preguntas y más preguntas.
El único objetivo de su vida era escribir. En una carta a Felice Bauer, su novia durante algún tiempo: "Mi manera de vivir está organizada únicamente en función de escribir, y si sufre modificaciones, estas no tienen otro objeto que una mejor adecuación, en lo posible, a mi actividad literaria". Varias veces en el diario alude a las interrupciones que un posible matrimonio con Felice traería a su escritura. En el diario aparece una cuidadosa lista de todos los inconvenientes que podría acarrear el matrimonio en su vida. Es evidente que el amor no cuenta. No existe. La atracción sexual muchísimo menos. Nada. Sólo cerebro y cálculos implacables.
Estos diarios son un complemento extraordinario para apreciar mejor la obra (en el fondo creo que no hay nada que comprender) de este hombre que tuvo una vida breve, mediocre, gris y vulgar, pero que en sus escritos expresó como nadie el espíritu del siglo XX. Y ésto último sólo lo reafirmo porque lo escribio Elías Canetti.