Mi casa

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© Héctor Garrido

miércoles, 31 de mayo de 2017

BEATRIZ MAGGI

Yo tenía 20 años en 1970. Quería estudiar arquitectura y mantener oculta y en privacidad total mi objetivo más importante en mi vida: convertirme en un buen escritor. Un escritor con cierta originalidad porque ya desde entonces tenía algunas cosas que quería contar.
Me tracé un plan con varios puntos para cumplir esa meta y el principal era no estudiar letras. Alejarme lo más posible de los estudios sistemáticos de literatura. Estaba convencido de que si estudiaba perdería mi osadía o mi inocencia y candidez. Es decir, que ya intuía que la inocencia y la intuición son esenciales para un escritor. Además, no me gustaba el ambiente de la Facultad de Letras. Yo no quería seguir el guión. Quería trazar mi propio camino. Por azares de la vida no estudié arquitectura sino que me ofrecieron una plaza fija  como periodista en una emisora de radio y al mismo tiempo la posibilidad de estudiar Licenciatura en Periodismo en  La Universidad de La Habana. 
Era un curso para trabajadores. Todos mis compañeros eran periodistas ya experimentados y con más de 40  años de edad. Yo era el más joven y bisoño. 
Y allí estaba la profesora Beatriz Maggi. Teníamos que estudiar un panorama de literatura universal, en cuatro años. Al que no quiere caldo dos tazas. Pero la Maggi era un regalo del cielo. Ella nos fue dando clases perfectas, amenas, originales y profundas. La Odisea, Dafnis y Cloe, El Mio Cid, Macbeth, y así. Había que estudiar una obra por semana, pero la Maggi lo convertía en algo muy grato y entretenido y nunca en una agobiante carrera de Marathon. Nos enseñó a amar esos libros y a comprender por qué y para qué fueron escritos.
Han pasado más de 40 años pero recuerdo siempre su clase sobre Dostoievski, centrada en Crimen y castigo. Después de estudiar ese libro cambiaron mis conceptos sobre la escritura y la literatura. Me identifiqué mucho con Raskolnikov. Entender a ese personaje desde adentro me ayudó a madurar como persona y como escritor en ciernes. Ahora veía la escritura como un juego pero al mismo tiempo como una responsabilidad social. La escritura no era sólo un juego como había pensado hasta ese momento. Había algo muy sutil, una duda, que me inoculó Raskolnikov en la sangre, a través de la Maggi. Esa duda es difícil de explicar pero siempre me acompaña. Todavía hoy. Y presiento que seguirá siempre ahí, dentro de mi, como un pequeño demonio inatrapable, que me incinera el corazón. Creo que desde entonces empecé a cultivar y a tener en cuenta a mis demonios, sin menospreciarlos.
Después también tuvimos uno o dos cursos de literatura latinoamericana, con la profesora Nuria Nuiry, que también fueron maravillosos, pero esa es otra historia.
Beatriz Maggi falleció en La Habana, con 93 años, el pasado viernes 26 de mayo 2017. Había nacido en 1924. Estudió en La Habana y en USA y fue además de profesora por más de 50 años en La universidad de La Habana, una gran ensayista con varios libros publicados.
He dejado para el final una nota jactanciosa: En el examen final de aquel curso en que nos enseñó sobre los realistas rusos y franceses del siglo XIX, ponchó a más de la mitad de los alumnos del aula, y éramos casi 50. A mí me dio 99 puntos. ¿Por qué no me dió los 100 puntos? No le pregunté, pero era rigurosa en extremo así que quizás supuso que sería un exceso inadmisible darme el máximo total. "Nobody is perfect", como le dijo aquel viejo feo a Toni Curtis.

1 comentario:

  1. Cuanta gente se acuerda de algun maestro toda la vida que lindo es eso. Lo otro, lo mismo que a ti me pasa con Raskolnikov... Que personaje que marca la vida... Tremendo!!!

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