Mi casa

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© Héctor Garrido

martes, 21 de julio de 2015

OBJETOS DESAPARECIDOS

Decía Borges que ordenar bibliotecas es un ejercicio de escritura. Bueno, esa frase la utilizó muchas veces y siempre -borgianamente- le cambiaba el final. "Ordenar bibliotecas es un ejercicio de selección". Y otras más.  Me encanta cada cierto tiempo reorganizar mis bibliotecas. Tengo dos, una americana y otra europea. Pequeñitas, mínimas, precisas. Más que reorganizar reduzco y disminuyo a lo elemental. Alguna vez, en los años '90, llegué a tener unos 6 mil ejemplares. Y no tenía espacio.  No todos podemos dedicar una habitación grande sólo a biblioteca. Algunos apenas somos humildes siervos de la Literatura. Después de ese tope empecé a eliminar por áreas: Arquitectura, Filosofía, Historia del Arte, Teoría de la Literatura, Poesía, Narrativa de Europa del Este. Y así, gradualmente, en unos cuantos años me quedé con 2 mil en la americana y unos mil en la europea. Además de una pequeña colección de libros antiguos, con algunas joyas del siglo XVII. Y por ahí estoy. Pero no soy tan equilibrado. A veces encuentro en librerías de uso algún libro que una vez regalé y ahora de nuevo me atrae. Así recupero pequeñas obras que no me interesaban hace 20 años, pero ahora quiero releer. Con algunos libros tengo historias personales. Por ejemplo, en 1990 compré en Tijuana por unos centavos (o me robé, no recuerdo bien) Los hombres duros no bailan, de Norman Mailer (Planeta, 1984). Un libro no memorable en sí pero asociado a los meses totalmente locos y trepidantes que viví en Tijuana. Después de leerlo lo dejé por ahí tirado y ahora lo recuperé de nuevo. Quizás no puedo releerlo pero es un asunto sentimental.
Lo más emocionante es encontrar libros ya olvidados. Por ejemplo acabo de sacar de un rincón oscuro La Galaxia Gutenberg, de Marshall McLuhan, libro que estremeció al mundo académico en 1962. Tengo una hermosa edición en español (Galaxia Gutenberg, 1993) y estoy releyendo algunos fragmentos. Por ejemplo "La tipografía quebró las voces del silencio", lo leo despacio y comprendo que todo es una extensión de nuestro campo visual, una dinámica y continua  prolongación de las ideas. Y a pesar de las apariencias no hay retroceso a los tiempos en que sólo funcionamos con imágenes.
En fin. Estas ideas pueden ser un poco complicadas para un blog. También acabo de encontrar un libro delicioso que compré hace años en el Museo Magritte, de Bruselas: Le catalogue des Objets Disparus. Son imágenes tomadas de los primeros catálogos de venta por correo en los inicios del siglo XX.  Aquí les dejo algunas. Arriba hay una máquina de escribir y un señor estupendo. Y aquí, de  arriba a abajo: sillas de playa, una prensa manual de tiro y retiro, un carrito para vender leche en la calle, y un cañón para cazar patos.





1 comentario:

  1. Sería totalmente genial poder no solo observar las ilustraciones de esos curiosos objetos, si no admirarlos fisicamente, sobre todo la maquina de escribir. Yo -apenas principiante- tengo poco de ir armando mi pequeña biblioteca. Quizas estoy cerca a los 200 libros, muy minimos. Pero entre ellos tengo a Borges, Saramago, Garcia Marquez, Fuentes, Cortázar y como no, a Pedro Juan. Incluso a los "raros" como Levrero. Algo de los beatniks y algo de literatura inglesa. Estaría muy bien que nos pudieras regalar algunas recomendaciones de aquellos libros que más aprecies. Siempre es bueno saber que clase de letras son las que nos marcaron. Poder compartirlas. Un saludo desde México.

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