Mi casa

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© Héctor Garrido

viernes, 23 de mayo de 2014

BELLOW CONTRA HEMINGWAY

Siempre me divierten  los sarcasmos de Saul Bellow  (1915-2005) cuando despotrica contra el  Hemingway frívolo, superficial y glamouroso. Concretamente sobre ese Hemingway tan  guerrero, triunfador y perfecto autorretratado en  París era una fiesta. En un artículo sobre París que Bellow publicó en The New York Times Magazine, (13 marzo 1983) recuerda que fue a París en 1948, en cuanto terminó la guerra, como otros cientos o miles de americanos. En esos años una avalancha de americanos invadieron a la Europa destruida de postguerra: intelectuales, escritores, artistas, negociantes, aventureros, gente aburrida, idealistas, comunistas, espías y agentes de la CIA, millonarias o ricachonas, gays en busca de efebos napolitanos. Había de todo. Algunos han escrito sus memorias. Entre esos estaba Bellow, pero marca la distancia de Hemingway: "Yo no iba a sentarme a los pies de Gertrude Stein. No fantaseaba con el bar del Ritz. No boxearía con Ezra Pound, como habría hecho Hemingway, ni escribiría en los bistros mientras los camareros me traían ostras y vino. Por Hemingway el escritor sentía una admiración sin límites; el personaje de Hemingway me parecía la quintaesencia del turista, convencido de ser el único americano a quien los europeos habían adoptado como a uno de los suyos". Y más adelante en ese mismo texto deja claro que era un tipo frugal y antisistema: "Había decidido que la sociedad mercantilista norteamericana no dictaría mis normas de vida". 
Saul Bellow, judío, procedente de familia emigrante pobre, siempre tuvo más conciencia política y sentido de clase que Hemingway que de joven lo tuvo mucho más fácil. Siempre me ha parecido además que Bellow era un poquito más amargado que el Papa, que era un derrochador y un loco inestable, borracho, arrogante, impetuoso y quizás bastante despreciable, según cuentan algunos de sus biógrafos. Muchos recuerdan que su mamá le vestía de niña hasta  casi los diez años porque la buena señora quería tener una niña de todos modos.  Si  mi madre me hubiera hecho eso, ahora tal vez me daría por salir de chica trasvesti en las noches habaneras. Nadie sabe. Un trauma infantil es del carajo.
Aunque fueron contemporáneos -(Hemingway 1899-1961)- vieron el mundo desde ángulos contrapuestos. Hemingway, por ejemplo, cuidaba al extremo la amenidad y la tensión de sus relatos. Sobre todo en sus cuentos, género en el que fue un maestro extraordinario, por sus novelas no doy ni un centavo cubano, es decir, nada. En cambio Bellow estaba convencido de que podía ser tedioso, aburrido y minucioso a lo largo de 60 páginas y que el pobre lector tenía que soportarlo. Ponía a prueba la paciencia y el estoicismo del lector.
En fin, creo que los escritores casi nunca nos tragamos unos a otros.  Yo tengo muy buenas amigas escritoras. Mujeres. Con ellas todo es maravilloso. Y nos queremos y somos cómplices. Pero entre los hombres tengo que esforzarme mucho para mantener alguna amistad a flote.  Y casi siempre naufraga. Creo que todos queremos ser  el macho alfa de la manada, y no soportamos intromisiones.  Esos roces corrosivos desaparecen como por ensalmo cuando uno  se muere. Ahí está el caso de García Márquez. Se murió y de repente descubrimos que tenía millones de amigos escritores que lo adoraban o aprendieron algo de él o tuvieron un momento de intimidad o se tomaron un vinito en casa de la Balcells, o él les dijo algo al oído. ¡Cojones! El único que no lo conoció fui yo. Soy el único que no he podido escribir mi crónica laudatoria. ¡El único! En los años 80 traté de entrevistarlo para la revista Bohemia pero él no quería -con toda su razón, lo reconozco- que un periodista joven lo molestara con las mismas preguntas y la misma tontería. Cada vez que lo llamaba a su casa en La Habana me salía al teléfono Mercedes Barcha y me decía: "Oh, lo siento, está en la ducha". Cuando me lo dijo tres veces, no aguanté la tentación y le dije: "Coño, se va a desteñir". Me colgó.

1 comentario:

  1. Estas notas estão muito boas, Pedro. Parabéns por seu blog. Um abraço do Brasil. Jéferson Assumção

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