Mi casa

Mi casa
© Héctor Garrido

viernes, 11 de noviembre de 2022

BROMELIA

 

Mi hija trae a casa una bromelia. En el centro tiene una espiga de un rojo encendido, rodeada de hojas verdes y duras. Transmite fuerza y vitalidad.
Le digo Parece una espada. En la etiqueta pone Origen Alemania. Me extraña.
Busco en internet. Sí. Bromelia es un género tropical americano de la familia... 
Pero es perfecta. ¿Cómo producen ésto en Alemania?
Y mi hija, distraída: Ya todo es posible. Tendrán viveros. No sé. La compré en el supermercado.
Guardo silencio y pienso que sí. Todo es posible. Por ejemplo, esto es un poema. Unos años atrás sería nada. Una idea. Una aspiración. 

miércoles, 2 de noviembre de 2022

CONSEJOS DE UN HOMBRE SERIO



  Con frecuencia me preguntan qué puedo aconsejar a los jóvenes que quieren ser escritores. Siempre doy la misma respuesta: Si pueden dedicar su vida a otra cosa es mejor que se olviden de la escritura. Un escritor con cierto éxito aparentemente vive en una encantadora zona de glamour. Gana buen dinero, es famoso, viaja continuamente y las muchachas (jóvenes y maduras), lo acosan para irse con él a la cama, le envían fotos desnudas, le preguntan si prefiere el pubis depilado o al natural, otra se hace un tatuaje en una nalga con una frase extraída de la Trilogía sucia de La Habana (antes hizo que el autor escribiera la frase en un papel “y ahora es como si tú hubieras escrito en mi piel”). Todas le confiesan sus pecados, son infieles a sus maridos con tal de probar al escritor erótico. Por supuesto, todas esas aventuras jamás las escribiré. Un caballero olvida. Es lo más adecuado. Es decir, todo muy bien.  Pero también es cierto el lado oscuro del asunto. Lo que escribía antes en términos de aritmética, se traduce en que una buena parte del tiempo uno vive encerrado en una habitación silenciosa y solitaria, conviviendo, dialogando, discutiendo, con gente nada recomendable: asesinos en serie, viejos locos, mujeres infieles y atormentadas, gente que vive en situación límite, desasosegados, agresivos, borrachos, cínicos, viejos deprimidos porque se han quedado solos al final de su vida. Esos son los personajes que generan situaciones dramáticas. La gente tranquila, buena, sosegada, que hace sus oraciones por la noche, que duerme nueve horas y no se desvelan y no tienen remordimientos ni se arrepienten de nada, no sirven para los libros. La gente equilibrada que no bebe, no fuma, y son vegetarianos y hacen yoga, no son útiles. Hay que buscar gente en el infierno. Le damos empleo a la gente mala y odiosa, a los perdedores, a los suicidas, a los que están al límite de sus fuerzas. Entonces se entiende que el escritor de vez en cuando quiera dejar atrás esa habitación habitada por demonios. Ese es el lado oscuro del oficio. Lo que se oculta. No hay que ir por ahí charlando sobre ese aspecto tremebundo del asunto. Lo más que uno hace es mirar muy serio a la cámara porque la sonrisa no aflora fácilmente. A veces uno está en Coyoacán, logra aclararse lo suficiente y después de presentar un libro se dedica a firmar mientras sonríe un poquito a esa señora elegante y enjoyada que ignora la cola de lectores y se  acerca  y aprieta las tetas, grandes y cálidas, a mi brazo disimuladamente mientras hace un selfi a mi lado y me pregunta, susurrando en mi oído, si todo lo que escribo es verdad. No espera por mi respuesta y me dice: “Quédate una semana más, de vacaciones en mi casa, no regreses tan apresurado a La Habana”. La miro bien, y sí es hermosa y elegante, me encanta. Me dice todo eso con un suave rumor y casi siento su lengua en mi oreja. Emite un aroma delicioso a Chanel 5 mezclado con endorfinas hipnóticas y un deseo irrefrenable. Como buenos mamíferos, la hembra emite sus olores cautivantes  y yo los capto en un segundo, como un toro salvaje. Sólo sonrío, la miro a los ojos y le digo: “Mi corazón rebosa de amor, qué pechos más tibios, y qué hermosos. Espérame a que termine de firmar  y hablamos”. Y ella: “Te espero y platicamos. Tengo todo el tiempo del mundo”. Y así ocultamos el lado oscuro. Y los pájaros que están en mi cabeza chillan. Pero nadie los escucha. Chillan y chillan.

Nota: La foto la tomó el fotógrafo italiano Giacomo Bruno hace unos días en el bar Casa Paco, en La Latina, Madrid.  Y el texto es un breve adelanto de un Diario que escribí durante algunos meses de la reciente pandemia de Covid 19.

martes, 1 de noviembre de 2022

CUBA INDÍGENA


 Durante toda la vida se ha repetido en las clases de Historia de Cuba que los pueblos originarios de la Isla (taínos y siboneyes), eran pacìficos, de baja estatura y no muy fuertes, vivían en cuevas y eran cazadores y recolectores básicamente. Durante siglos sufrieron los ataques de los Caribes, que eran caníbales y navegaban sin cesar por el mar Caribe buscando algún indio para el almuerzo. Curiosamente, el nombre del mar recuerda a los malvados y aventureros demonios y no a los buenos taínos y siboneyes. Piensen.
   En 1492, como sabemos, llegó Colón. Poco después los españoles, inventaron las "encomiendas" para poder esclavizar "legalmente" y en nombre de los Reyes, a los nativos. Mediante un trabajo extenuante, mala alimentación y maltratos, acabaron en cien años con todos los indios. Entonces empezaron a traer africanos, escogidos entre los más fuertes y resistentes y las mujeres más paridoras.
    Lo cierto es que no todos los indios se extinguieron o  suicidaron. Algunos escaparon a los intrincados bosques y, muy aislados, ocultos, lograron sobrevivir hasta el día de hoy. Y esta es la noticia: Quedan unos pocas personas, quizás unos cuantos miles, que tienen hasta una tercera parte de sus genes provenientes de los pueblos originales.
    Hasta ahora se decía que los cubanos somos una dinámica, alegre, sexy y maravillosa mezcla de ibéricos y africanos. Pues sí, pero hay más.
    Alejandro Hartmann, que, además de buen amigo, es historiador, antropólogo, Historiador de la ciudad de Baracoa (Ciudad primada de Cuba, fundada el 15 de agosto, 1511), ha dedicado años y años a investigar en más de treinta intrincadas comunidades del oriente del país y encontró suficientes rasgos faciales y corporales para decir que "son indios" esas personas.
     Hartmann, en busca de apoyos para ampliar su investigación, coordinó con el fotógrafo español radicado en Cuba Héctor Garrido, también buen amigo, además de emprendedor  creador visual muy original. Y, sin recursos, diseñaron y comenzaron un espléndido proyecto, en 2018. Enrolaron a genetistas  y otros investigadores. Buscaron recursos y los resultados son palpables ahora, cuatro años después. La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, y Ediciones Polymita, acaban de publicar un bellìsimo y útil libro con las fotos y resultados del proyecto.
    El tema había sido estudiado por unos pocos investigadores extranjeros, de la universidad de Harvard y otras, en la primera mitad del siglo XX, pero de un modo limitado y sin disponer de las modernas pruebas de Genética existentes ahora.
    Del amplio archivo que reunió ahora el equipo dirigido por Garrido y Hartmann, con pruebas de ADN se publican aquí unas 50 fichas. Por ejemplo, una señora, Almeida Ramírez Ramírez, nacida 17 de septiembre de 1956, vive en la comunidad La Ranchería, municipio Manuel Tames, en Guantánamo. La prueba de ADN dio como resultado que tiene 33,4% de sangre amerindia, 15,3% africana, 42,4% europeo, y 8,9% asiático. 
    Esos resultados, más o menos, los registran todos. Es decir que en estos 500 años se han ido mezclando con africanos, asiáticos y europeos. Aunque sigan viviendo en sitios alejados y de difícil acceso, no son sólo descendientes de los indígenas nativos de Cuba. 
    Es un importante y decisivo avance científico, histórico, antropológico, que enriquece el estudio de la historia de Cuba. 
    

viernes, 28 de octubre de 2022

PICASSO Y CHANEL


   Pablo Picasso nació en Málaga el 25 de octubre de  1881 y no perdió tiempo. Muy trabajador y recio, iba a lo suyo desde muy joven. Después de algunas clases de dibujo y pintura, sólo con 16 años estudia unos meses en la famosa escuela de artes de San Fernando, en Madrid. Ya en 1904 se instala en Montmartre, París. Y en 1907 termina Las señoritas de Avignon. Cuadro que marca un punto culminante en el arranque de las vanguardias europeas del siglo XX. Él tenía apenas 26 años. Se adelantó a todos. El cuadro se exhibe por primera vez en 1916 en un Salón propiedad de Paul Poiret. En este blog hay una nota, de años atrás, sobre los 17 cuadernos de bocetos que  emborronó, reflexionando antes de poder pintar el cuadro que dio inicio al cubismo.
    Se calcula que hizó en total más de 33 mil obras y su cuadro Mujeres de Argel, estableció un récord cuando se vendió en 179,3 millones de dólares en Christies, tras una puja de 11 minutos.

   Indetenible. trabaja sin parar. Arriesgando siempre, buscando nuevos materiales, explorando en otras culturas. Jugando con cosas que recogía de la basura, como sabemos: timones de bicicletas, sillas, pedazos de cuero y telas, cartones. Ahora el museo Thyssen-Bornemizsa, en Madrid, ha montado una exposición con más de 40 cuadros de Picasso y sus relaciones, influencias y conexiones con la moda. Concretamente con su contemporánea Gabrielle Chanel. Cocó Chanel. 

   La muestra, en recuerdo de Picasso, que en 2023 cumplirá 50 años de fallecido, se mantendrá del pasado 11 de octubre al 15 de enero de 2023. Está concebida como una antología del artista, y por tanto es muy variada en su cronología. También hay vestidos originales diseñados por Cocó Chanel. De tal modo, el espectador puede apreciar la influencia del cubismo en la moda de los años 20 del siglo XX. "Chanel elimina el ornamento excesivo y se decanta por la línea recta en siluetas", asegura el folleto de mano de la exposición.

   Otros puntos en común son la sobriedad, la simplicidad y lo práctico. También la tendencia a la reducción cromática en ambos creadores. Braque y Picasso cultivan la monocromía y Chanel prefiere sobre todo el blanco, el negro y el beige. Picasso introduce el collage en la obra de arte, con fragmentos de periódicos y Chanel introduce tejidos "humildes" como el punto de lana y el algodón.

      Ambos artistas colaboraron en varias obras de teatro y ballet, con guiones de Jean Cocteau, amigo de los dos. Chanel con vestuario y Picasso con diseño para escenografías.

     El resultado final de esta muestra es excelente si se quiere apreciar las conjugaciones entre dos mundos creativos, marcados por una época que ya comenzaba a introducir a la Humanidad en el vértigo de la velocidad y la evolución acelerada de todo. Absolutamente todo. Desde la moral y la ética hasta la tecnología espacial. 


miércoles, 26 de octubre de 2022

EL INSACIABLE HOMBRE ARAÑA


 Una nueva edición de este  libro de cuentos lo acaba de publicar Ediciones Stirner, en Madrid. La presentación la hicimos el sábado 15 de octubre en la Librería Alberti, en la Moncloa. Esta editorial ya publicó en 2021 una nueva edición de Carne de perro.
  En realidad los dos libros pueden fundirse en uno solo porque el segundo es una continuación del primero.
  Con ellos concluí el Ciclo de Centro Habana y pasé a otros ámbitos. El Ciclo comienza con Trilogía sucia de La Habana (1998). Y  continúa: El Rey de La Habana (1999), Animal tropical (2000), El insaciable hombre araña (2002), y Carne de perro (2003).
  Veinte años después de nuevo he leído este libro. Escribo para olvidar. Y había cumplido mi objetivo. Ya no recordaba nada. Estos 19 cuentos los fui escribiendo poco a poco entre 1999 y 2001. Anagrama lo publicó en 2003 y seguidamente se tradujo a unos cuantos idiomas. 
  Como había sucedido con los libros anteriores, mi punto de anclaje era el barrio de Centro Habana y la gente que  lo habita. Sobre todo Pedro Juan, personaje al que conozco a fondo desde que apareció por primera vez a mi lado en septiembre de 1994, cuando escribí el primer cuento de lo que después sería Trilogía sucia de La Habana.
  Es decir, cuando empecé con estos cuentos  ya tenía cinco años dedicado a  una exploración literaria, y quizás un poco antropológica y sociológica, del barrio en que vivía desde 1986.
  Estos  cuentos, como todo lo que escribía entonces, son muy viscerales y furiosos. Transmiten decepción, frustración, desencanto. Coincidió una fuerte crisis personal con la crisis brutal del país a partir de 1991, al desaparecer el mundo socialista. Al escribir, sacaba toda la carga corrosiva que tenía dentro.
  Al cerrar este ciclo pasé a otros temas, lugares y momentos que también me interesaba explorar.  Un escritor es un tipo que vive intensamente, reflexiona y de vez en cuando se obliga a sentarse y escribir sobre lo que ha pasado en su vida y los alrededores. Veo así mi oficio. Creo que los escritores se dividen en dos tipos: los que ven su oficio como una carrera profesional y los otros. Yo pertenezco a los otros.  Escribo sólo cuando estoy desesperado, cuando ya no puedo soportar más y tengo que soltar presión.
  Me gustan estos cuentos. Frenéticos y locos. Escritos a corazón abierto. Me entrego. No sé hacerlo de otro modo. Y no quiero hacerlo de otro modo.

sábado, 22 de octubre de 2022

KNUT HAMSUN

 

Hace unos meses encontré en un rincón perdido de mi biblioteca la novela Hambre, del noruego Knut Hamsun (1859 - 1952). Esa novela es de 1890. Tengo también la Trilogía del vagabundo. Las leí de joven, hace más de cuarenta años tal vez. No recordaba nada por supuesto. Hambre me llevó al mundo de  Dostoyevski.
Ahora estoy redescubriendo a Hamsun. A veces pasa. No sé cómo, pero es así. Leo un libro de un autor lejano y entonces aparecen sorpresivamente otros libros y hago como un taller en solitario sobre ese escritor. 
Y lo redescubro gracias a la editorial mexicana Aquelarre que hace poco publicó su libro de viajes titulado En el país de las maravillas. Editado originalmente en Oslo en 1903. Se refiere a un viaje que hicieron Hamsun y su esposa Bergliot, por el Cáucaso en el otoño de 1899.
El libro es una nueva traducción directa del noruego, realizada por Zarina Martínez Borresen, autora además de un excelente prólogo, del cual tomo algunos datos esenciales.
Hansum describe en este texto las costumbres, comidas, carácter e infinidad de detalles de  los campesinos que viven en las montañas del Cáucaso por donde viaja en tren, coche de caballos y barco.
Era un crítico de la "civilización" y por tanto ensalza y ama la vida simple de los campesinos, recordando quizás su infancia en el norte de Noruega. Una infancia pobre, en el campo, cuidando el ganado, de la cual huyó para abrirse paso en la vida. Viajó, escribió, pasó hambre y necesidades y poco a poco, logró establecerse como escritor. Llegó a tener una gran difusión y le otorgaron el Premio Nobel de Literatura en 1920. Perdió editores y lectores a partir de 1945, por dos razones esenciales: Su apoyo a la invasión nazi de Noruega durante la Segunda Guerra Mundial. Llegó al extremo de tener un encuentro personal con Hitler y obsequiar su medalla del Nobel a Goebbels, en 1943. También influyeron las malas traducciones al español de sus libros, realizadas no directamente del noruego sino desde ediciones en inglés, francés, alemán y otros idiomas. Tras la guerra se quemaron sus libros públicamente, fue repudiado e internado unos meses en un hospital psiquiátrico y se le impuso una multa. El mundo le dio la espalda. Él escribió algunos libros más y murió en 1952.
El viaje por el Cáucaso está descrito en orden cronológico y geográfico, pero Hamsun lo anima con digresiones, personajes de ficción y aventuras. Hacia el final, Bergliot lee el diario de su esposo y lo acusa de mentir y exagerar. Esto es un guiño al lector. Una complicidad. El diario es también un relato de ficción. Y está muy bien. Se disfruta. 

sábado, 1 de octubre de 2022

GRAHAM GREENE Y SUS ESCAPES

   

Al parecer los escritores cuando ya hemos publicado bastante, buscamos escribir sobre lo ya escrito, en un intento por entender lo que hemos hecho. Es decir, a ciegas hemos escrito y publicado unos cuantos libros.

Comprendí esto cuando empecé a escribir Diálogo con mi sombra, sobre el oficio de escritor. Me preparé en unas pocas semanas y dediqué algún tiempo a buscar  libros sobre el oficio de escribir.  Me quedé asombrado. Decenas de escritores notables han escrito sus experiencias y conclusiones. Desde Milán Kundera hasta Norman Mayler. No pequeños ensayos sino libros, en algunos casos muy amplios y detallados.

Ahora acabo de leer Vias de escape.  Graham Greene (1904 - 1991) en este libro, de 1980, comenta  detalles de su vida utilizando las condiciones en que preparó la escritura de algunas de sus novelas. No revela detalles íntimos. Sólo un poquito. Habla de sus experiencias con el opio, la cocaína, el alcohol, las mujeres, su vicio por los burdeles y las prostitutas, sus infidelidades que, asegura, echaron por tierra su matrimonio. También habla varias veces sobre su melancolía maníaco-depresiva. Todo esto de un modo agradable y superficial, sin entrar a fondo.

GG escribía porque necesitaba dinero. Viajaba continuamente y le gustaba dilapidar en sus vicios. Por tanto, lo reitera continuamente, tiene que escribir novelas que se vendan. Es decir, convencionales, sin experimento alguno, que gusten al editor y a todos los lectores, que no incomoden a nadie. Quería caer bien a todos y vender. 

Bajo estas premisas, algunas de sus novelas son interesantes y entretenidas. Unas pocas. El resto no merece la pena. Nuestro hombre en La Habana, por ejemplo, es un desastre de personajes encartonados que no convencen a nadie. La película mucho peor. Visitó varias veces la ciudad, también fue a otras ciudades cubanas. Frecuentó el teatro porno Shangay, vio el show de Supermán, tomó cocaína, jugó y perdió dinero en todos los casinos y mucho más. Al final llegó a la conclusión de que "Es una ciudad donde todos los vicios son posibles, es decir, el escenario ideal para una novela". 

A mi me interesa mucho más como personaje lleno de contradicciones, miedos y angustias, que como novelista. GG evadió siempre a algunos periodistas que querían escribir su biografía. No le interesaba exponerse y descubrir sus pecados. Insistía en que era católico. Lo reitera una y otra vez a lo largo de este libro. Y asegura que es compatible su religión con su vida y su escritura, aunque nunca revela cómo lograba ésto. 

Hacia el final, en el Epílogo, descubro que durante más de veinte años un hombre se hacía pasar por él y de ese modo estuvo con muchas mujeres o pidió dinero y otras tropelías. Pero era hábil y nunca pudo atraparlo. Era como un fantasma astuto que quizás se llamó también Graham Greene. Lo cierto es que aprovechaba la fama de GG y usurpaba su personalidad.

Yo no sabía esto cuando escribí mi novela Nuestro GG en La Habana. Que arranca precisamente con un equívoco en el hotel Inglaterra, de La Habana. Un señor británico llamado George Greene, se aprovecha de una confusión y se hace pasar por el escritor famoso. Esta farsa sólo duró unos pocos días y se resolvió, pero en la vida real fueron años y nunca tuvo solución. Una vez más: la realidad supera a la ficción.

sábado, 17 de septiembre de 2022

PAPELES EN PRINCETON

                                              https://findingaids.princeton.edu/catalog/C1649.




Ese es el link para entrar en la sección de mi papelería, que se conserva  en la biblioteca de la Universidad de Princeton, New Jersey, Estados Unidos.

    No está (ni estará) disponible para acceder por internet, cómodamente desde casa. No.  Hay que visitar físicamente la biblioteca. 

    Se trata de un conjunto de diarios personales, cuadernos y libretas de notas, manuscritos de algunos de mis libros, fotos, periódicos y revistas con entrevistas que me han hecho desde 1998 a la fecha, así como comentarios y reseñas sobre mis libros. También hay una colección de 134 de mis poemas visuales, realizados en diferentes momentos desde 1980 hasta 2020. Y una buena cantidad de mis libros publicados en diferentes idiomas, por ejemplo, la Trilogía sucia de La Habana, en hebreo, editado en Israel, y en islandés, en Islandia, por supuesto.

    Es sólo una parte de mi archivo personal. Falta una buena porción, que aún guardo. 

    Otra sección de mi papelería y libros editados en numerosos idiomas se encuentra en la Biblioteca Nacional José Martí, en La Habana. Los doné el 27 de enero de 2020, en ocasión de un cálido homenaje que organizó Omar Valiño, director de esa institución, por mi 70 cumpleaños.

    Aún queda una buena porción de mi papelería que ya entregaré en los próximos años a cada una de estas instituciones.

    En la colección de la Biblioteca Nacional cubana hay papeles de Lezama Lima, Carpentier, Virgilio Piñera, y muchos otros escritores importantes de Cuba. En la colección de Princeton está la papelería de Vargas Llosa, Carlos Fuentes, y una larga lista de sobresalientes escritores latinoamericanos. Estos archivos, en New Jersey, cuentan con efectivos medios de protección contra incendios, robos y daños por razones climáticas, como humedad, excesiva iluminación, etcétera. En la BNJM también se hicieron inversiones hace algunos años para mejorar y modernizar las condiciones de los archivos, con la ayuda de la Agencia de Cooperación Iberoamericana y la Embajada de España en La Habana.

    Supongo que estos útiles archivos de papelería poco a poco registrarán mermas en sus adquisiciones ya que, como sabemos, cada día más los escritores escriben  directamente en su PC.

    Pocos seguimos usando papel y bolígrafo para la versión inicial. Yo no puedo prescindir de lo que he hecho siempre: escribir un poema, un cuento o una novela a mano, con un boli de tinta negra sobre una libreta. Siempre tinta negra y mejor si el papel es amarillo. Corregir, añadir, mejorar, ampliar  y pasar en limpio a máquina. Ya  sobre el papel mecanografiado puedo corregir y ampliar más hasta que finalmente paso a Word en mi laptop. Soy obsesivo con las correcciones.

    Mi primera laptop me la regaló mi mujer en 2007. Yo tenía 57 años. Ella, muy pragmática, me dijo: "Bueno, mi amor, ya es hora de que empieces con ésto. No le des más largo".  Debo reconocer que me asusta un poquito cada nuevo reto de la tecnología digital. Soy genéticamente analógico. Ya sabemos que es una cuestión generacional.

    En 2002 -más o menos- en Anagrama me dijeron que desde ese momento no aceptarían manuscritos en papel. Había que entregar los libros en diskettes.  Unos diskettes cuadrados que se usaban entonces. Mi solución genial fue encontrar una discreta señora, encantadora, sonriente, educadísima y amable, que vivía sola en un apacible barrio de Marianao, en La Habana, para que pasara en limpio mis libros. Para más inri se llama Dulce.

    Ella tenía una vieja pero eficaz computadora y hacía su trabajo a las mil maravillas. Y así estuvimos unos años de cómplices hasta que, muy lentamente, dominé lo suficiente el Word para hacer yo solo todo el trabajo.

     En la foto estoy con mi querida máquina en los años en que escribía la Trilogía sucia de La Habana, es decir, entre 1994 y 1997.  Hoy en día es difícil conseguir las cintas para la máquina. Yo mismo la limpio, le pongo aceite y la cuido. Le tengo cariño a mi vieja máquina Underwood, de 1927. Que heredé de mi padre. Él no era escritor. Durante algunos años tuvo el bar-restaurante El Camagüey, en Pinar del Río. Y en esa máquina escribía el menú de cada día. Es decir, que es una máquina con una historia plebeya, proletaria y humilde. Pero la quiero mucho. Soy un poco sentimental, qué le vamos a hacer.


jueves, 15 de septiembre de 2022

CONSEJOS DE CHEJOV

 

Anton Chejov (1860 - 1904) nunca escribió ensayos sobre el oficio de escribir, ni dio clases de escritura creativa. No creía en nada de eso. Estaba convencido de que un escritor se hace sólo con su esfuerzo personal, con su talento, con su disciplina y amor por el oficio. No hay otro modo.
Pero siempre hay sorpresas. Ahora Alba editorial, de Barcelona, acaba de publicar un librito editado por Piero Brunello, profesor de Historia en la universidad de Venecia. 
Este señor ha entresacado de las cartas escritas por Chejov, unos 99 apuntes sobre el oficio.
Es como un Vademecum sobre el tema. Por ejemplo: "Dios mío, no permitas que juzgue o hable de lo que no conozco o no comprendo".
En otra: "Se lamenta usted de que mis personajes sean tan tristes. ¡Ay, no es culpa mía! Me salen así sin querer; cuando escribo no tengo la impresión de que mis historias sean tristes..."
Y más adelante; "No pulir, no limar demasiado; hay que ser desmañado y audaz. La brevedad es hermana del talento".
"Lo he visto todo; no obstante, ahora no se trata de lo que he visto, sino de cómo lo he visto".
Y así podría seguir. Lo curioso es que a medida que leo estos apuntes comprendo que yo también he ido llegando a esas conclusiones. Poco a poco, a lo largo de toda una vida dedicada al oficio de escribir. 
Hay que aprender a escribir, aunque no se puede enseñar a escribir. Parece contradictorio pero no lo es. Uno aprende solo, sin prisa y al final llega a conclusiones como éstas que Chejov expone en algunas de sus cartas. Me ha sorprendido este descubrimiento. De Chejov siempre se aprende. Hay que releerlo.

viernes, 2 de septiembre de 2022

LA NINFA INCONSTANTE

 

Acabo de leer una novela de Guillermo Cabrera Infante (1929-2005). La ninfa inconstante. Es uno de los tres libros de él publicados post mortem, todos en Galaxia Gutenberg, por su viuda, Miriam Gómez. Éste en 2008. En 2010 Cuerpos divinos. Y en 2013 Mapa dibujado por un espía. Miriam, además, ayudó a preparar los ocho tomos de sus obras completas. Se han publicado los tres primeros. Siempre en Galaxia Gutenberg.
      Es una novela de 230 páginas y el argumento es muy sencillo. Un Don Juan habanero, en el verano de 1957, se encuentra con una muchacha anodina y vulgar en la calle, pero le gusta, la persigue, insiste, ella no se hace rogar aunque es menor de edad. Pierde la virginidad con él. No hay amor ni hay nada y ella, repito, es bastante vulgar. Tienen una relación breve y pésima desde el punto de vista emocional. Y ya. Se disuelve. Muchos años después, ya ella ha fallecido fuera de Cuba, él lo cuenta todo,  en primera persona y se deduce, como en todos sus libros, que él es protagonista y narrador de un hecho real. Autoficción le llaman ahora.
      Lo importante es que al terminar de leer uno tiene la sensación de que realmente ha conocido a Estela, al narrador pedante que juega sin cesar con las palabras y hace malabares con el doble sentido, y que además he estado con ellos en esos recovecos de La Habana que aparecen bien descritos en el texto. Es decir, que una vez más GCI me ha convencido magistralmente y letra por letra de su historia.
      Y eso es lo que vale. Lo importante no es lo que se cuenta, sino cómo se cuenta. Ahí está la clave del asunto. Un escritor mediocre habría hecho una novelita estúpida con el asesinato de la madrastra de Estelita, un poco de terror para hacer desaparecer al cadáver, el comisario fulano detrás de ellos, en fin, una imbecilidad más, y encima en 500 ó 600 páginas pesadas como un plomo. Pero GCI era un artista, un creador, imprevisible, original, diferente, arriesgado, medio loco.
      Pudimos  conocernos en 1998 y los años siguientes. Teníamos la misma agente, radicada en Madrid, y GCI visitaba esa ciudad casi todos los años. Ella quería presentarnos (decía que teníamos muchas cosas en común) pero siempre me negué. GCI era absolutamente intolerante (como todos los de su generación) con los cubanos que vivían en la Isla y ya había montado un show con Jesús Díaz poco antes, en aquella misma oficina, aunque Jesús se había ido de Cuba hacía tiempo y ya dirigía la revista Encuentro de la cultura cubana. Pero para GCI era "un comunista y yo no estoy en la misma habitación donde hay un comunista".
      Yo no estaba para más líos y pesadeces en mi vida. En octubre de 1998 habìa publicado Trilogía sucia de La Habana. El libro tenía mucho éxito pero a mí me atacaban tirios y troyanos. Y yo, en tierra de nadie,  necesitaba un poco de paz y sosiego, no más numeritos de política. Me aburre la política, para decirlo educadamente.
      Los libros de GCI los voy comprando y leyendo poco a poco. Hay que leerlo despacio para evitar una indigestión. Suave. Una lástima que los lectores cubanos no conozcan su obra. Vamos a ver hasta cuándo.

jueves, 18 de agosto de 2022

FOLKLORE EN 2022



Esta foto la tomé hace poco, en 2022, en la calle Neptuno, en Centro  Habana. En la planta baja de un edificio arruinado y abandonado, en un pequeño portal, este hombre monta algunos días su pequeño negocio.

Vende de todo. Algunas plantas medicinales, cocos secos para la brujería, oraciones a santos, libros viejos y destrozados, juguetes y objetos diversos recogidos en la basura, frascos vacíos de perfume. En fin, todo lo que él cree que puede tener interés para otros y por tanto valor de cambio.

¿Está loco? No. En absoluto. Actúa con toda lógica. Una lógica personal, construída por él mismo. Me gusta hablar con él. Le pregunto los precios de los cocos, de algún libro, cualquier cosa para entablar una conversación. Pero no. No le gusta hablar. Además, si me quedo unos minutos parado allí, obstaculizo que los demás vean su mercancía. Siempre intenta despacharme rápido en cuanto ve que no voy a comprar nada y que soy un simple curioso más. "Si no va a comprar, apártese", me dice, sin contemplaciones.

Se considera, inconscientemente, un tipo pragmático y negociante. Vive de eso. Es un solitario más. Un tipo que abunda en todas las grandes ciudades. Usa un bastón, es medio cojo, pero es duro y no se deja vencer ni se tiene lástima. Está luchando por su vida. No espera ayuda de nadie. 

He conocido a muchos así en Centro Habana. Algunos están en mis libros. Y he visto a otros similares a estos, sobre todo en Sao Paulo y Ciudad México, ciudades monstruosas que devoran a la gente como una boa constrictora.  Guardo una extraña y neurótica relación de amor/odio con esas dos ciudades y también con Centro Habana. Pueden ser lugares maravillosos. O terribles. Como cualquier gran ciudad. Una máquina moledora de carne. Hay que estar a la defensiva, desarrollar músculo. Si te descuidas la ciudad te mastica, desapareces, y al día siguiente nadie recuerda nada.

miércoles, 17 de agosto de 2022

WHISKY ON THE ROCK, DOBLE


Al mediodía estoy sentado en una terracita en un pueblo de Andalucía. Hace demasiado calor y me tomo una cerveza bien fría.

No pienso en nada. Tanto calor reseco me agobia. Con los años uno aprende a dejar pasar el tiempo y no pensar en las tonterías cotidianas que no tienen valor alguno. Aunque siempre divagamos un poco, no somos robots. Por suerte, todavía no. 

Una señora muy mayor, quizás llega a los 80 años, se acerca por la acera, en un carrito eléctrico. Se detiene, apaga el motor y, con gran trabajo, agarra dos muletas y, muy despacio se dirige hacia una mesa. Apenas puede caminar. Adelanta unos pocos centímetros cada pie. Veo que tiene las piernas y los  pies un poco retorcidos. Quizás sufrió la polio de niña, pienso.

Se acerca, sonriendo levemente, a una mesa que encima tiene una tarjeta metálica: Reserved. Me mira directamente a los ojos. Y yo también. No puedo reprimir el deseo de hablarle. Sonriendo le digo en un susurro: ¡Qué fuerza de voluntad! 

No me responde. Sigue sonriendo. El camarero se acerca, para recibirla. Buenos días, Alice. Ella le dice: Joe no viene. Y él: Ah, ¿usted sola?  Y ella: Yes.

Sigue avanzando centímetro a centímetro. El camarero no intenta ayudarla. No lo necesita. Sólo le ayuda con la silla. Y le pregunta: ¿Whisky?

Yes, doble, dice ella.

Un minuto después viene él con el vaso de whisky con hielo, unas servilletas y un platito con aceitunas. Yo termino mi cerveza.  Pago y me voy. Después pienso que éste bien podría ser el inicio, un poco forzado, de una novela a lo John Le Carré. Una novelita de intriga y espionaje internacional. Sucedió realmente pero, para mi gusto, no es muy convincente. ¿Esta señora maltrecha bebiendo al mediodía un doble de whisky? No me acaba de convencer, pero es entretenido, que es lo que se necesita para una novelita  de género. Que sea entretenido lo que se escribe. Comienza aquí, hace un flask back y cuenta en 300 o en 400 páginas apretadas las acciones de esta señora, de joven, en la Guerra Fría. En Alemania o en Checoslovaquia.

Todo ésto sucedio realmente. Ayer. Lo cuento porque es un ejemplo perfecto de  lo que digo siempre: A veces la realidad es tan extraña que no es creíble. Todo se puede convertir en literatura. Todo. Se trata más bien de cómo. Cómo se escribe es lo decisivo. 

miércoles, 6 de julio de 2022

ESCRITORES PELIGROSOS


La editorial Loynaz, de Pinar del Río, Cuba, acaba de publicar Escritores peligrosos y otros temas. El libro debió publicarse en 2019, pero la pandemia lo retrasó. Es un tomo de casi 200 páginas con una selección  de entrevistas que hice a escritores de primera línea y otros artistas básicamente en los años ´80 y ´90 del siglo pasado.

La historia del libro la cuento en una entrada anterior en este blog. Lo importante es que yo estaba convencido de que todo el periodismo que había escrito entre 1972 y 1998 se refería sólo a cuestiones muy circunstanciales, y por tanto no merecía la pena reunirlo en un libro.

Pero ante la insistencia de Kike, el director de esta editorial, y de mi amigo Norberto Codina, me decidí a revisar mis archivos, y sí, encontré bastante material perdurable. Sobre todo estas entrevistas y las crónicas. Publicado todo en la revista semanal Bohemia, y en la revista Habanera, en la sección La Cuba de Pedro Juan Gutiérrez.

En 26 años de trabajo periodístico disfruté mucho el reportaje integral de investigación, la entrevista a personalidades y las crónicas. La entrevista a una personalidad te obliga a prepararte y a tener máxima concentración para sacar lo más que se pueda al entrevistado. Te estás enfrentando a una persona de carácter fuerte, líder de opinión, con criterios propios, y por consiguiente hay que saber mantener su atención y su deseo  de expresarse y opinar. Es una gran oportunidad que no se puede desperdiciar.

La crónica para mí es el género más delicioso en el periodismo. Una crónica siempre parte de un hecho real. Un suceso, un lugar, una persona.  A partir de esta realidad uno puede recrear el tema, opinar, ampliar y tomarse algunas licencias. En fin, es lo más cercano a la literatura.

Y el reportaje integral de investigación ya, para mí, es el summun plus ultra del periodismo. Hice muchos pero decidí no incluirlos en este libro. Ya se presentarán otras oportunidades más adelante.

Tengo que agradecer a la editorial que se ocupó de digitalizar todo el material. Por supuesto era una colección de papeles amarillentos, carcomidos por el calor y la humedad tropical. También fue decisiva la edición de Alfredo Galeano, quien ya no está con nosotros, y le envío mi agradecimiento más profundo.

Esta misma editorial está preparando para 2023 un tomo titulado Escribir a mano donde incluyo una serie de notas, artículos, crónicas, de muy variados temas. Una especie de cajón de sastre muy ameno, agradable de leer y, quizás, provechoso.

domingo, 3 de julio de 2022

TODA LA POESÍA

 

La editorial Verbum, de Madrid, acaba de publicar 

TODA  LA  POESÍA, 1994-2021. Es decir, que ahí

están reunidos los poemas de los últimos diez libros

que he escrito en esos años. 554 páginas. Lo escrito antes

 es mejor dejarlo en el olvido.

Fue un largo aprendizaje desde que escribí un primer

poema a los 13 años hasta que a los 44, en 1994,  publiqué mi primer libro de poesía: Espléndidos peces

plateados. En una pequeña editorial de Buenos Aires,

gracias al empeño de una buena amiga argentina, Carrolina Echezarreta, que se ocupó de todos los detalles.

Fue una edición de 500 ejemplares si mal no recuerdo. Es decir, si sacamos cuentas, unos 30 años de aprendizaje, sin prisa por publicar. Ni en revistas. Había publicado un librito experimentaal titulado La realidad rugiendo, con poemas visuales, en los años ´80. Pero prefiero no darle relevancia suficiente para aparecer en este compendio. Es mejor dejarlo como una curiosidad.

El trabajo de edición estuvo al cuidado de mi amigo Pío Serrano, el siempre eficiente y encantador editor  de  Verbum, que hizo un trabajo excelente, en colaboración conmigo, por supuesto. Un libro de poesía no puede tener erratas y si se va alguna es preferible que no se perciba.

De algún modo este libro es como una autobiografía. La poesía, para mí, es  un relato contínuo sobre lo que pasa, lo que pienso, lo que sucede a mi alrededor, lo que siento, lo que sufro, lo que me divierte o me daña. Uno se entrega. Ahí queda.