Mi casa

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© Héctor Garrido

sábado, 13 de febrero de 2021

CARNE DE PERRO

 


  • Al cabo de 20 años he leído de nuevo los textos de Carne de perro, publicado en el otoño de 2003 por Anagrama. Con ese libro cerré el Ciclo de Centro Habana, que había comenzado en 1998 cuando esa editorial publicó la Trilogía sucia de La Habana. El ciclo continuó con El Rey de La Habana, Animal tropical, El insaciable hombre araña  y Carne de perro.
  • Me cuesta mucho escribir un libro, por eso cuando veo el primer ejemplar impreso me alegra el espíritu, pero lo pongo a un lado y no me atrevo a leerlo. Intento olvidar y dejar atrás todo eso.
  • Quizás es que mis libros son demasiado autobiográficos. No en exactitudes, pero sí en espíritu y atmósfera. Y cuando logro rebasar una etapa de vida lo mejor y más sano es seguir adelante y no mirar atrás.
  • Carne de perro, me doy cuenta ahora, es más una novela que un libro de cuentos. Todos los textos están concatenados y funcionan, creo, como un universo cerrado y personajes muy ligados unos a otros. Pasó lo mismo con la Trilogía sucia de La Habana, al extremo que la edición norteamericana, de Farrar Straus and Giroux, en portada puso a modo de subtítulo: a novel in short stories. Por supuesto, no puedo explicar coherentemente por qué, pero sí puedo decir que si estoy muy metido en una realidad que transcurre en mi vida real al mismo tiempo que escribo, pues es inevitable este fenómeno. 
  • Creo que le pasa a muchos escritores. Por ejemplo, acabo de leer La pesca de la trucha en América, un libro de Richard Brautigan, publicado en 1967. En español en 1996. Es un libro tan extraño como su autor. Pueden ser cuentos, pero al mismo tiempo es una novela bastante loca Y lo mismo le sucede a Winnesburg, Ohio, de Sherwood Anderson, autor, por cierto, que fue uno de mis guías, junto con Truman Capote y Hemingway y Carson Mc Cullers desde que yo tenía 20 ó 21 años y decidí que quería ser escritor.
  • Ahora sale una nueva edición de Carne de perro, por Stirner, una editorial de Madrid. Leyendo las pruebas de esta nueva edición del libro compruebo una vez más que he tenido mucha suerte con mis editores en español porque nunca me han cambiado ni una palabra. Ya sabemos como John Martin (Black Sparrow Press) corrigió en exceso muchos libros de Bukowski. Raymond Carver también soportó cambios enormes de su editor, lo cual traía discusiones y peleas. Les ha pasado a muchos. 
  • De las traducciones no puedo hablar. No las puedo revisar así que no garantizo nada. A veces cambian hasta los títulos. Por ejemplo, en Finlandia publicaron Animal tropical como La bestia del sur. Fue fatal. No se vendió y ya no publiqué nada más en ese país. En Alemania también cambiaron el título a Carne de perro y también fue fatal. Me trae mala suerte que me cambien los títulos. En realidad no soporto que los editores cambien nada. Que los dejen tal y como se los entrego. Pero los editores tienen que justificar su existencia. Es una pelea eterna escritor versus editor. Cortázar también escribió sobre el tema y sus broncas con los editores. Después de todo he tenido suerte. 





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