Mi casa

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© Héctor Garrido

lunes, 29 de agosto de 2016

40 AÑOS SIN LEZAMA

Lezama con Julio Cortázar paseando en la Plaza de la Catedral, en La Habana Vieja. Y Lezama con su mamá, en un rincón de su casa en Centro Habana.
José Lezama Lima murió el 8 de agosto de 1976. Hace 40 años. Tenía apenas 66 años. Siempre se dice que murió por el asma y la obesidad excesiva. Seguía fumando y comiendo en exceso. Pero creo que también murió de tristeza y desamparo.
En 1961 Rosa y Eloísa Lezama Lima, las únicas hermanas del poeta, se exiliaron en Miami y nunca volvieron a verse. Él las añoraba, en su húmeda casa de Trocadero 162, en Centro Habana. Para ser exactos, era el barrio de Colón. El barrio de las putas. Un vecindario poco aconsejable. Todavía hoy -que ya no es de putas- sigue siendo poco sano vivir allí. Lo cierto es que en muchas cartas quedan testimonios de su amor y nostalgia por las hermanas. Tres años después, en 1964, muere su madre. Poco después, el 5 de diciembre de ese año decide casarse con María Luisa Bautista, antigua amiga de Eloisa y de su madre. Lezama tenía 54 años. En una carta a sus hermanas escribe:
"Me he casado en un momento en que arrastro una tristeza que casi no puedo soportar. Creo que la muerte de Mamá me ha herido para siempre. Toda mi vida la considero un camino de perfección para llegar a su muerte. Sobre todo los nueve días que pasados en la clínica fueron de espanto. Me encerré en un cuadrado con mi madre, viéndola morir día tras día...María Luisa me atiende mucho y se muestra solícita y cariñosa. Quiera Dios, yo así lo creo pues me lo aconsejó mi madre, que todo resulte bien y feliz."
Los años '60 y '70 fueron muy difíciles en Cuba. Carencias de alimentos, caos, cambios vertiginosos, imposición de nuevas leyes y medidas que limitaban las libertades individuales. Lezama nunca fue un hombre de acción y pragmatismo. Todo lo contrario. Por suerte, tenía un modesto salario como director de publicaciones de la Dirección General de Cultura. Publicó importantes colecciones de clásicos cubanos y españoles. En 1965 su Antología de la Poesía Cubana (un clásico, muy difícil de encontrar). Y en 1966, la hecatombe. En medio de las furias desatadas contra los homosexuales Lezama publica su Paradiso, con el famoso capítulo ocho.
Es tildado (siempre a sus espaldas, con traición) de gusano, homosexual, religioso. En fin, de todo lo acusable y peor del momento. Y es  apartado a un lado e ignorado. De pronto Lezama deja de existir en la vida cultural habanera. No existe. Unos pocos escritores jóvenes que lo admiran siguen visitándole. Él mantiene su ecuanimidad y su encerramiento.  Julio Cortázar, que visita mucho a Cuba en esos años, lee Paradiso, queda deslumbrado y lo visita. Inician una  amistad que ayuda a Lezama, enterrado en vida, a respirar un poco. Paradiso es traducido y editado en numerosos países. En Cuba sigue sin existir, no importa su merecido éxito internacional.
Mientras, su esposa María Luisa cada mañana hacía una cola de varias horas en "La Bella Nápoles", una pequeña y pésima pizzería al lado de su casa. Cuando ya les tocaba el turno María Luisa llamaba a Joseíto. Éste soltaba sus libros y juntos se sentaban para almorzar unos horribles y desabridos spaguetis y una pizza peor aún. Conozco muy bien todo esa sordidez porque hace más de 30 años que vivo muy cerca y comí muchas veces en "La Bella Nápoles". Sus hermanas desde Miami le enviaban algún paquete con ropa para él y para María Luisa y así fueron tirando.
Después de Paradiso Lezama siguió escribiendo sobre todo poemas y ensayos, también una segunda novela que nunca terminó. Y lo mantuvieron apartado de todo. Recibió varias invitaciones para viajar al exterior pero nunca le concedieron los permisos.  Fueron los años del llamado Quinquenio Gris o Decenio Negro. Otros escritores muy importantes corrieron una suerte parecida. Recuerdo ahora a Eliseo Diego y Dulce María Loynaz.
Su esposa le sobrevivió cinco años y murió el 20 de febrero de 1981. Un funcionario de cultura se presentó en la casa, recogió la llave, que tenía una vecina llamada Nélida, y sellaron el local. Poco después fue desmantelada y convertida en biblioteca pública durante varios años. En 1994 abrió como "Casa-Museo José Lezama Lima".  Sus libros, anotados profusamente, fueron trasladados a la Biblioteca Nacional José Martí donde se distribuyeron en numerosos salones en lugar de mantenerlos unidos en un fondo especial junto con los manuscritos y la papelería del escritor. Visto ahora en la distancia estoy seguro de que los funcionarios y capataces de la época querían hacer desaparecer la herencia intelectual de Lezama. Borrar sus huellas. Les molestaba y les irritaba aquel intelectual tan independiente, tan inclasificable y tan arriesgado e inmanejable. Les convenía poner de ejemplo a otro tipo de intelectual más controlable y sumiso.
No obstante, en estos 40 años han aparecido numerosos libros con parte de su correspondencia, recopilaciones de ensayos y artículos, parte de sus diarios. Se han publicado en Cuba, España y USA. Son muchos los admiradores del Maestro que intentan rescatar y publicar el total de su obra. Por ejemplo, para esta breve nota he recurrido al libro Correspondencia José Lezama Lima-María Zambrano / María Zambrano-María Luisa Bautista, de Editorial Renacimiento, Sevilla, 2006, editado por Javier Fornieles, con prólogos de Eloísa Lezama Lima y Tanghy Orbón.
Y para ser justos y redondear la historia: Aquella situación, originada en los años '70 tan conflictivos, posteriormente fue corregida. La Biblioteca Nacional José Martí tiene un fondo especial con toda la papelería de Lezama. En el Círculo de Bellas Artes de Madrid se realizó una amplia exposición entre diciembre de 2001 y enero de 2002, con una parte de las fotos, manuscritos, cartas, revistas y otras piezas muy valiosas, prestadas al Círculo por la biblioteca cubana para esa ocasión. Tengo el catálogo de esa muestra. Un sólido ejemplar de 391 páginas con una información valiosa y muy atractiva.
Espero que en algún momento los investigadores se decidan y empiecen a escribir biografías sólidas y profundas de nuestros escritores. Por no haber no hay una biografía amplia y seria  ni de José Martí. En el mundo anglosajón hay pasión por escribir biografías de todos los grandes escritores y artistas. Biografías que los desnudan como seres humanos imperfectos. Quiero decir, biografías duras y profundas. Tan duras que muchas veces las familias se niegan a participar. De ese modo los lectores comunes tenemos la posibilidad de conocer a fondo a los escritores y artistas que adoramos. Lezama, Carpentier, Cabrera Infante, Severo Sarduy, Eliseo Diego, Reinaldo Arenas, Virgilio Piñera, Lidia Cabrera, Carlos Montenegro y muchos más. Todos están esperando porque aparezcan sus biografías. Implacables, verdaderas, sin tapujos ni componendas, ni maquillajes. Como debe ser.

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