Esto es simplemente un pez muerto, varado en la orilla de la playa, sobre la arena. Lo vi en la playa de Guanabo, al este de La Habana, hace unos días, por la tarde. Yo caminaba aprisa para hacer un poco de ejercicio, pero al ver la belleza que irradiaba de aquello me detuve, le tomé una foto y seguí. No es nada, un pez muerto, en estado de pudrición. ¿Dónde está la belleza?
Después descargué la foto y la he mirado detenidamente muchas veces, sin prisa. La fascinación por la muerte. Por los cambios de color que genera la muerte. La entrada en otro mundo quizás. O la entrada en la nada. En el vacío. Nadie sabe. Creo que esa fascinación comenzó cuando yo tenía apenas cinco o seis años. Murió mi abuela paterna, que era una mujer extremadamente dulce y silenciosa. Vivía en otra ciudad, muy lejos de mi natal Matanzas. Mi madre, mi hermano y yo llegamos a las tres de la madrugada a su casa, donde la velaban. Era en el campo cubano en 1955. Las familias tenían la costumbre de velar sus muertos en la casa. Había mucha gente. Somos una familia enorme. Desproporcionada. Y mi padre se me acercó y me dijo: "Vamos para que la veas". Yo quería mucho a mi abuela que era todo un ejemplo de bondad y amor. Yo no tenía idea de qué era una persona muerta. Pero, por intuición tal vez, me aterré ante la posibilidad de ver a mi abuela muerta, rígida, dentro de una caja de madera. Me eché a llorar pero mi padre era terco. Insistió. Insistió. Recuerdo que me decía absurdamente: "Sí, tienes que ver a tu abuela". Creo que era una especie de último saludo respetuoso a la abuela. Él lo veía así. Un gesto de respeto y de cariño. Yo tenía miedo y lo veía como algo muy macabro. Al fin, por supuesto, él ganó. Fui al ataúd, la miré por unos segundos, y estuve horas llorando. Ya. Traumatizado con los muertos para el resto de mi vida. El miedo a la muerte. Creo que todos tememos a la muerte. A mí me ha costado mucho desprenderme de ese miedo y llegar a la aceptación. Aceptar lo inevitable. Ha sido un obstáculo en mi vida que he tenido que dominar siempre hasta que hace ya algunos años comprendí que al fin me había librado del miedo a la muerte. Supongo que la edad, la vida larga, intensa y acelerada que he tenido me ha ayudado a desprenderme de ese miedo. Y de otras muchas cargas innecesarias. Menos mal. Ahora veo este pez muerto en la playa y soy capaz de hacer un simple ejercicio de estética. La belleza de la muerte.
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ResponderEliminarQue bien, espero ansiosa el dia en que se me vaya el miedo. Ojala.
ResponderEliminarNo logro ver lo estetico del pez muerto, y es que yo siempre me desespere cuando la gente pesca, ese momento en que el pez se ahoga de aire y se retuerce y a nadie le importa... este tema no me gusta, tambien por Guanabo paseaban dos galgos, je.
La belleza es la mejor moda de todas. Las personas cada día se sienten mas hermosas.
ResponderEliminarDe seguro, en el futuro esto dará de que hablar. Para mi concepto,
la belleza es el negocio de nunca acabar y sobre todo ahora que las mujeres han ganado
mas empoderamiento. Muchas gracias por tu tema, estoy de acuerdo en lo relacionado
a la belleza que mencionas