Mi casa

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© Héctor Garrido

lunes, 8 de agosto de 2016

ERNESTO SABATO

Cuando leo a Sabato siempre me adentro en la dimensión más trágica y brumosa del ser humano. Una mezcla de melancolía pesimista y alucinación vidente impregna cada una de sus palabras. Así que al final no me queda un regusto amargo (como siempre me sucede con Sebald y con Thomas Bernhard, por ejemplo) sino un temblor que me estremece de miedo y angustia pero también de coraje y fuerza para seguir adelante.
Ahora, en un rincón de mi biblioteca he encontrado Antes del fin (Seix Barral, Barcelona, 2002), un librito breve, de memorias, que escribió en 1998. Empieza así: "Me acabo de levantar, pronto serán las cinco de la madrugada, trato de no hacer ruido, voy a la cocina y me hago una taza de té, mientras intento recordar fragmentos de mis semisueños, esos semisueños que a estos ochenta y seis años, se me presentan intemporales, mezclados con recuerdos de la infancia".
Al parecer se despierta de madrugada día tras día y se pone a recordar y escribir estos fragmentos de su vida. Desordenados, sin cronología pero muy lúcidos.  Son fragmentos dispersos, momentos importantes de su intensa y extensa vida. Mi ejemplar está muy  subrayado. Lo he leído varias veces. Y  siempre marco algo más. En la página 63: "El escritor debe ser un testigo insobornable de su tiempo, con coraje para decir la verdad y levantarse contra todo oficialismo que, enceguecido por sus intereses, pierde de vista la sacralidad de la persona humana. Debe prepararse para lo que la etimología de la palabra testigo le advierte: el martirologio. Es arduo el camino que le espera: los poderosos lo calificarán de comunista por reclamar justicia para los desvalidos y los hambrientos; los comunistas lo tildarán de reaccionario por exigir libertad y respeto por la persona. En esta tremenda dualidad vivirá desgarrado y lastimado, pero deberá sostenerse con uñas y dientes. De no ser así, la historia de los tiempos venideros tendrá toda la razón de acusarlo por haber traicionado lo más preciado de la condición humana".
Sabato escribió sólo tres novelas: El tunel (1948); Sobre héroes y tumbas (1961) y Abaddón el exterminador (1974) y 21 libros de ensayo así como numerosas antologías y compilaciones. Mi preferida es Sobre héroes y tumbas y su libro de ensayos El escritor y sus fantasmas, que es de una lucidez extraordinaria. Recibió el Premio Cervantes en 1984 y fue propuesto varias veces para el Nobel. Un hombre castigado desde su infancia por las pesadillas, la melancolía y las depresiones. Así y todo fue muy activo como figura pública y es una suerte que lo podamos leer en nuestra lengua, donde hay cada vez menos pensadores profundos, sostenidos y válidos.
El último párrafo de Antes del fin retrata con exactitud su talante: "La mayor nobleza de los hombres es la de levantar su obra en medio de la devastación, sosteniéndola infatigablemente, a medio camino entre el desgarro y la belleza".

1 comentario:

  1. Ahhh... Si. Totalmente de acuerdo y me peoduce ese mismo estremecimiento de miedo angustia y fuerza. Personas que tienen que existir. Lo adoro. Y a ti tambien, P. j.

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