Mi casa

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© Héctor Garrido

jueves, 8 de junio de 2017

EN FLORENCIA

Aquí estoy, hace unos días, ante El nacimiento de Venus, de Botticelli, en la Galería de los Ufizzi, en Florencia. 
En mi adolescencia y juventud mi pintor favorito fue durante muchos años Sandro Botticelli (1445-1510). Yo tenía un amigo, tan joven como yo, que estudiaba con pasión y sistemáticamente la historia del arte. Es el protagonista de mi novela Fabián y el caos. Cuando teníamos 15 años más o menos él me regaló la Historia Social de la Literatura y el Arte,  de Arnold Hauser. Lo estudié detalladamente durante años y años. Todavía lo conservo con agradecimiento y sigo consultándolo. En esos libros vi algunas reproducciones de  cuadros de Botticelli y ahí empezó la fiebre. Busqué y estudié todo lo que pude sobre él. Después supongo que lo agoté o él me agotó a mí, como sucede en esos romances intensos, vertiginosos y juveniles.  Entonces me empezó la fiebre Brueghel El Viejo (1525-1569), que dura todavía.  Uno de los momentos más inolvidables y emocionantes en mi vida -y son unos cuantos- sucedió al entrar en la sala Brueghel del Kunsthistorische  Museum, de Viena, donde hay unos 12 cuadros de este pintor. Caminaba un rato por  el museo para controlar mi emoción, pero siempre regresaba, una y otra vez, a la misma sala.
En realidad me siento muy cerca de Brueghel El Viejo. Veo pequeñas historias en cada uno de sus cuadros. Lo que también hacía Botticelli, pero Brueghel es mucho más intenso y complicado. Mucho más metido entre la gente humilde de las clases bajas. Lo siento tan cercano como si hubiéramos sido amigos en aquellos tiempos. Me sucede algo parecido con Bach y su música, que está muy cerca de mí. Y con algunos cineastas y escritores que me han marcado definitivamente.
Ahora, en Florencia, vi también el David, de Miguel Angel (1475-1564), en la Galería de la Academia. Es indescriptible. Hay que verlo personalmente y si es posible sentarse en unos pequeños bancos adosados a la pared. Y así quedar extasiado con comodidad. Si se es hábil y rápido uno consigue sentarse  un buen rato en uno de esos bancos. Ante estas obras tan absolutamente excepcionales sobran las palabras. No hay que hablar. No hay que escribir nada. Sólo agradecer.

1 comentario:

  1. http://unperdedorconsuerte.blogspot.com.co/2007/11/quin-carajos-es-pedro-juan-gutirrez.html

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