Mi casa

Mi casa
© Héctor Garrido

lunes, 19 de septiembre de 2016

EL INFINITO


Estas fotos las tomé esta mañana en el parque de El Retiro, en Madrid. Comienza el otoño. Levemente todavía, pero comienza. Hierba húmeda y hojas secas. Hermoso y sencillo. Sin embargo, para mí es mucho más. Es una señal del infinito. El concepto está en todos los sutras budistas, en el Tao Te King, que siempre tengo a mano y en muchos otros libros esenciales. Venimos del infinito y no hay fin. Así de simple. Tan simple que no lo aceptamos. Porque nos molesta aceptar lo simple. Nos cuesta entender lo simple. No hay mucho que decir. Sólo eso. La naturaleza es infinita porque el universo es infinito. Nosotros somos infinitos. 

viernes, 9 de septiembre de 2016

SOBRE EL REALISMO


Me gusta creer que todo lo que escribo es autobiográfico. Incluso cuando escribo en tercera persona sobre gente muy diferente a mí siento que también estoy revelando fragmentos de mi vida porque siempre son personajes creados a partir de personas de mi entorno. Ningún escritor es inocente. No se inventa nada a partir de cero. No es nada extraño. Le sucede a todos los escritores. Es el gran problema de los escritores. Acabo de leer una entrevista que The Paris Review hizo a Raymond Carver hace algunos años. Dice Carver: "La narrativa que más me interesa posee rasgos que la refieren al mundo real...siempre hay algo, algún elemento, algo que me han contado o que he presenciado que acaba constituyendo el punto de arranque". Y más adelante: "Por supuesto, uno ha de saber bien lo que está haciendo cuando convierte en ficción las cosas de su vida. Ha de ser inmensamente osado, muy hábil e imaginativo, y estar deseoso de contarlo todo sobre sí mismo".
Claro, contar historias que han sucedido realmente, implica involucrar a otras personas. Es decir, hay que contar algo que sabemos de las vidas ajenas. Si creemos que merece la pena hay que arriesgarse y hacerlo. O quedarnos callados para no molestar. Hace unos días le pregunté por email a una prima que vive en Miami que me contara algo de unos tíos nuestros ya fallecidos hace años. Ellos se fueron de Cuba en los años ´60 y los perdí de vista. Jamás supe nada. No tengo intenciones de escribir sobre ellos. Al menos no lo he pensado conscientemente. Sólo quería saber algo de un modo sano y familiar. Mi prima me contestó largamente. Me dio muchos detalles y al final del email me escribe, socarrona y jocosa: "Recuerdo mucho más. Pero si quieres escribir un libro ahí tienes para empezar, porque con los escritores nunca se sabe".
Y sí. Ella tiene razón. Un escritor funciona con su memoria. Es lo esencial. Y se convierte en un vicio averiguar datos, situaciones, anécdotas de gente que uno conoce porque todo puede convertirse en literatura. Hay que archivar en la memoria. Yo a diario escribo apuntes de situaciones, de recuerdos, de comentarios que acabo de escuchar. Siempre tengo libretas y bolígrafos a mano. Me siento más tranquilo cuando escribo esos apuntes y no los confío sólo a la memoria. Me parece que en una libreta están a salvo por si algún día los necesito. Pero en realidad lo que hago al escribirlos es guardarlos en mi subconsciente. Es un archivo estupendo. Ahí se quedan en alguna gaveta. Y saltan cuando uno los necesita. Por asociación de ideas. Es un método infalible. Un almacén enorme que tengo siempre a mano. Con el paso de los años he descubierto que escribir poesía también es un modo de guardar apuntes de mi vida y de los alrededores. Lo comprendí cuando hace un par de años me puse a seleccionar poemas de nueve cuadernos que he publicado para preparar una selección. Finalmente ha sido publicada por la editorial Verbum, de Madrid, en 2015. Se titula La línea oscura, poesía seleccionada 1994-2014. Y para mí funciona casi como una autobiografía. En fin. La escritura surge allí donde hay antagonismo y conflicto. Y a partir de ese principio se escribe, como un proceso continuo de reflexión y de pensamiento. Tomar fotos también es un modo de hacer apuntes. La foto que  encabeza esta nota es el teatro Campoamor, a un costado del Capitolio de La Habana. Así está hoy en día, 2016. Ese edificio y su historia puede ser un punto de partida de una novela. Regalo la idea al que le interese.

jueves, 1 de septiembre de 2016

DOLMEN DE TRIGUEROS

Aquí estoy hace unos días en el dolmen de Soto, cerca del pueblo de Trigueros, en Huelva, España. Fue construído hace unos 3 mil años para servir de lugar de enterramientos, y posiblemente para ceremonias religiosas. Consiste en un túnel  de unos 12 metros de largo, delimitado por grandes piedras. Fue descubierto en 1923 por Armando de Soto, propietario de la finca donde se encuentra. Al fondo encontraron 8 cadáveres de Homo sapiens enterrados. Posteriormente se ha estudiado con bastante nivel de detalle. Llama la atención que casi todas las piedras tienen tallas: figuras humanas, puñales, aves y otros dibujos muy esquemáticos. Todo el sur de España cuenta con numerosos monumentos en piedra. Se supone que en esta zona del suroeste español, y en los alrededores de Gibraltar se refugiaron los últimos Neanderthales, al final del Neolítico.   Poco a poco se mezclaron con el Homo sapiens hasta desaparecer por completo. Por ejemplo, cerca de este dolmen  se ha documentado la existencia de un círculo de piedras del Neolítico, de unos 5 mil años antes de nuestra era. Contaba con un diámetro de 60 metros. Asociado a este círculo se ha encontrado un conjunto de estructuras (cabañas, hogueras, estructuras votivas o rituales) relacionado todo con prácticas ceremoniales, culturales y astronómicas. Al parecer los Homo sapiens utilizaron las grandes piedras de ese círculo, ejecutado por Neanderthales, para construir este dolmen. El dolmen de Soto se reconoce como uno de los monumentos megalíticos de mayor riqueza, abundancia de manifestaciones artísticas de Europa en lo que los expertos llaman la  Prehistoria Reciente. Hoy en día, el patrón del pueblo de Trigueros es San Antonio Abad. Alguien de allí me contaba cómo en cierta época del año hacen pasear la figura casa por casa. Cuando el santo llega hacen una pequeña fiesta en cada casa. Así durante varios días   el santo pasea en medio del vino y la música. Todo muy divertido.
Estas visitas en Trigueros me recuerdan La rama dorada, el libro del escocés James George Frazer (1854-1941). Se editó por primera vez en 1890 en dos volúmenes. En las ediciones de 1907-1915 llegó a doce volúmenes. El 1922 el autor lo resumió en un grueso volumen que es el que conocemos hoy en día. Al parecer   está un poco olvidado. Ha tenido muchos contrincantes, como es lógico, algunos de tanta envergadura como Wittgenstein. Pero lo cierto es que el libro es un viaje maravilloso a lo largo del proceso civilizatorio desde el punto de vista de magia-religión-mitología, entendido como un todo, como campos complementarios. Es decir, intenta definir los elementos comunes de las creencias religiosas para comprender así el origen y significado de otras formas religiosas. Lo leí por primera vez cuando estudiaba en La Universidad de La Habana, hace ya 40 años. Y desde entonces de vez en cuando repaso algunos fragmentos. Siempre encuentro algo nuevo.